Tres intentos de suicidios de adolescentes en Sallent (Barcelona) y La Rápita (Tarragona) - con el resultado fatal de uno de ellos, el de uno de los gemelos de Sallent-, en el que podrían estar detrás supuestos temas de acoso escolar, ha puesto el foco en un problema de dimensiones colosales donde muchas veces los profesionales se sienten perdidos.
En el instituto la Moreria de Mislata (Valencia) el equipo directivo ha dimitido en bloque después de que se detectasen hasta 15 casos de riesgo de suicidio. Tiraron la toalla porque, según denunciaron, era imposible gestionar esa situación con los escasos recursos con los que cuenta el centro.
No es el único. Los directores de los centros escolares de toda España denuncian la falta de especialistas para atender los problemas de salud mental de los alumnos. La situación es, desde luego, desesperante. “En un centro de secundaria de unos 1.000 alumnos hay una media de unos 15 estudiantes en protocolos por riesgo de autolisis o suicidio. De esos 15, entre 3 y 5 chavales ya han dado el paso de intentar quitarse la vida. Esos alumnos no pueden estar en ningún momento solos. Y en un centro educativo de secundaria hay cambios de clase de cinco minutos en los que no hay ningún profesor en el aula. Hay recreos. Van al servicio... ¿Quién puede garantizar que no se queden solos? ¿Cómo quieren que lo hagamos?”, se pregunta el presidente de la asociación Adimad, que reúne a los directores de centros de educación de Secundaria de Madrid, Esteban Álvarez.
“Llevamos tiempo diciendo que estamos solos y que la situación es muy preocupante. Si no se adoptan medidas, van a ocurrir desgracias como están ocurriendo. Ha habido más casos de los que han salido en prensa. Se exigen responsabilidades a los centros por parte de las familias y lo que les decimos es que hacemos lo que podemos y que no llegamos a más. Los responsables de la gestión educativa tienen que tomar medidas y no lo están haciendo. Está habiendo un número elevado de bajas por estrés y ansiedad del profesorado por estos temas”, asegura Álvarez.
Toni González Picornell, presidente de la federación de asociaciones de directores de institutos públicos de toda España, admite que “hay centros que están desbordados”. “Depende de la idiosincrasia de cada centro y, en algunos, estos casos se pueden desbordar. Hay institutos donde la dirección se dedica exclusivamente a temas de convivencia, que pueden derivar en autolesiones e intentos de suicidios. Lo que pedimos es que en estos centros se pueda intervenir con más recursos humanos especializados”, apunta.
Con todo, desde este curso es obligatoria la figura del coordinador de bienestar en cada uno de los centros -según recogen la ley de protección a la infancia frente a la violencia (Lopivi) y la ley educativa Lomloe-, cuya finalidad sería atajar cualquier tipo de violencia o acoso en las aulas. Y la pregunta es: ¿está sirviendo para algo?
“Me parece una figura decorativa a la que se le han atribuido un montón de funciones, pero sin tiempo de dedicación en su horario laboral”, denuncia Álvarez. “Son funciones que corresponden a un psicólogo o a alguien con formación psicopedagógica muy intensa. Pero un profesor de Matemáticas o de Latín no puede ejercer este papel y más si no tiene tiempo para ello”.
Insiste en la idea Vicent Mañes, presidente de Fedeip, la federación que agrupa a los directores de centros públicos de educación Infantil y Primaria de toda España. “A mí que exista esa figura no me parece mal, pero que todo se confíe a que simplemente la ley diga que hay que nombrar un coordinador de bienestar y que este no vaya acompañado ni de más personal ni de formación específica ni de horas de dedicación a ese cargo se queda como un poco postizo, en un quiero y no puedo”.
Es obvio que la mayor parte los problemas de convivencia se dan en los centros de secundaria donde el alumnado está en una edad complicada. “El adolescente tiene disrupciones actitudinales casi a diario y hacerle entender que las cosas son de una manera u otra es una tarea muy intensa que recae en el coordinador de bienestar. Y casi siempre no tienen suficiente horario para dedicarle a todos los temas que pasan en un centro educativo”.
Al coordinador de bienestar lo designa el equipo directivo de cada centro, elegido entre toda la plantilla de profesores al que se le da esa tarea extra. Sus funciones pasan por fomentar una convivencia positiva entre el alumnado, promover medidas para el bienestar de los niños o fomentar el respeto. Una figura que auxilia al equipo directivo y que debería ser el referente dentro del centro en este tipo de temas.
“Lo importante es que todos los centros tengan un plan de igualdad y convivencia serio, bien hecho y con protocolos. Los hay específicos para cómo proceder en caso de sospecha de acoso o maltrato. Aunque todo al final recae en la dirección del centro, que es el último responsable”, asegura Mañes. “Sería maravilloso que, simplemente por establecer en una ley esta figura, todo se solucionase”, reconoce.
Aunque algunas comunidades sí han regulado la figura del coordinador de bienestar; otras, a día de hoy, no han dado instrucciones concretas sobre este profesional y se ha asumido en la figura del coordinador de igualdad y convivencia que ya existía en los colegios e institutos. También hay algunas comunidades que han destinado al menos dos horas de dedicación al coordinador de bienestar dentro de su horario laboral y otras que ninguna.
La Comunidad de Madrid es de las pocas que imparte formación a los coordinadores de bienestar. En concreto, 30 horas de forma telemática. El temario abarca conocimientos básicos para poder desempeñar el cargo: desde cuál es la normativa de protección a la infancia, qué servicios existen externos al centro educativo, cómo se gestiona la protección a la infancia desde dentro o cuáles son las funciones de la figura del coordinador del bienestar.
“Estos profesionales deben saber detectar una situación de riesgo en la infancia, tiene que conocer los protocolos, como el de acoso, el de suicidio, de bandas, de padres separados o de absentismo. Además de saber qué actuaciones tiene que llevar a cabo y a qué profesionales debe comunicar cada situación, así como conocer toda la estructura de coordinación del centro educativo”, explica Carmen Pérez Antolín, asesora técnica docente de la Programas de Innovación y Formación del Profesorado de la Consejería de Educación madrileña.
El 85% de las funciones del coordinador de bienestar ya las desempeñaban los profesores de servicio a la comunidad, adscritos a programas de educación compensatoria, que hay en algunos centros. Han pasado solo seis meses desde que comenzaron su función en los centros. Es pronto para saber cómo se rediseñará su papel en los próximos cursos. Y, sobre todo, si llegarán a tiempo para parar determinados casos.