El autor del informe sobre la 'educación en la sombra': "La escuela pública debería asumir las clases particulares de refuerzo"
Juan Manuel Moreno es coautor del informe sobre las clases particulares, elaborado por el centro de política económica EsadeEcPol
"A la hora de contratar una clase particular pesaría más el profesor que la materia, pero para eso hay que tener información y este mercado es opaco"
"La clase social y cultural de tus padres y, sobre todo, que pongan como prioridad número uno tu educación marcará tu futuro, mucho más que cualquier escuela o cualquier clase particular"
Casi la mitad de los alumnos españoles, el 47%, asiste a clases particulares, independientemente de si van a un colegio concertado o público. Detrás de esta cifra se esconde el deseo de las familias de mejorar la formación de sus hijos, pero también el de prepararlos para un mercado cada vez más competitivo. Pero hay un dato crucial: mientras los hogares más adinerados utilizan estas clases para que sus hijos amplíen y perfeccionen un idioma, los que menos recursos tienen las usan para reforzar y recuperar materias del currículo como lengua o matemáticas.
Todas estas conclusiones se desprenden del informe Educación en la Sombra en España: una radiografía del mercado de clases particulares por etapa escolar, capacidad económica de los hogares, titularidad de centro y comunidad autónoma, elaborado por el centro de política económica EsadeEcPol. Nius ha entrevistado a uno de sus autores, el catedrático de Didáctica y Organización Escolar en la UNED, Juan Manuel Moreno.
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Pregunta. ¿Es una buena o mala noticia que las clases particulares se hayan extendido de tal manera que el 47% de los alumnos asistan a ellas?
Repuesta. En mi modestísima opinión, creo que este es un fenómeno muy complejo y dependiendo de cómo lo mires tiene algo de algo de buena noticia y mucho de mala noticia.
P. Empecemos por lo positivo.
R. Es una buena noticia que no solo los ricos en España sino las clases medias y trabajadoras tengan una conciencia cada vez más fuerte de que el éxito escolar de sus hijos no es un tema baladí, sino fundamental, lo más gordo que tienen entre manos. Y que estén dispuestas, con más o menos información, con más o menos recursos, como decía Mario Draghi, “a hacer lo que haga falta”. Esa conciencia del valor de la educación y a estar dispuesto a recortar gastos y hacer esfuerzos para invertir en ella a mí me parece una buena noticia. También que haya una explosión de aspiraciones, es decir, que todo el mundo, de arriba a abajo en la escala social, aspire a más: que sus hijos vayan a la Universidad, hagan un Erasmus y, por supuesto, consigan un trabajo decente en un mercado laboral cada vez más difícil.
P. ¿Y lo negativo?
R. Una de las malas noticias es que, como ha ocurrido siempre, el mercado de las clases particulares ha ido creciendo, se ha democratizado y universalizado, aprovechándose de las ineficiencias del sistema educativo formal para complementarlo y dar una ventaja adicional a quien se lo podía pagar. A medida que el sistema educativo formal ha ido democratizándose, la demanda de ese mercado de clases particulares ha ido creciendo a su lado. La mala noticia es que podamos llegar a una situación en la que esta especie de simbiosis se convierta en parasitismo y el sistema en la sombra de las clases particulares se acabe comiendo al sistema formal. Y esto no es una distopía porque ya hay países en el mundo en donde ocurre. Es una mala noticia que las clases particulares ahonden la brecha de la desigualdad. Pero la ahondan a partir de que la escolarización se ha ido universalizando: cada vez hay más gente dentro del sistema, personas que quieren ir a la Universidad y entrar en las carreras de mayor prestigio. Y quien tiene recursos y buena información trata de distinguirse y tener una ventaja comparativa sobre los demás.
P. Del estudio también se desprenden datos ni blancos ni negros.
R. Por supuesto. Creo que el gran hallazgo del informe es que debajo de la denominación general de clases particulares hay como mínimo dos cosas distintas: las clases de refuerzo, apoyo y recuperación para que el niño no suspenda y no repita curso y las clases para destacar y ser más competitivo y, por qué no decirlo, para ser más feliz. Como al niño al que le encanta la música y le da por el arpa y los padres le compran un arpa y le pagan unas clases para que aprenda a tocar ese instrumento.
P. De cada tres euros que se pagan en España para clases particulares, uno va al refuerzo, al apoyo y a la recuperación.
R. Yo me acuerdo de aquella academia de clases particulares en Madrid que se publicitaba en Internet que decía: “Academia fulanita, hasta que el aprobado nos separe”. Pues uno de cada tres euros va a ‘hasta que el aprobado nos separe’. Pero dos de cada tres, y en algunas comunidades tres de cada cuatro, por ejemplo, en el País Vasco, van a esas clases para destacar, ampliar y perfeccionar y la mayoría de ese gasto va para clases de idioma. El gran motor de las clases particulares en España es el idioma, sobre todo, el inglés.
P. ¿Los hijos nacidos en hogares con más recursos no van a clases de refuerzo?
R. Mucho menos que las familias con menos recursos. A medida que uno va subiendo en la escala de riqueza, menos gasto se hace en refuerzo y más gasto en destacar y viceversa. La interpretación racional de eso es que las familias españolas tienen conciencia de que sus hijos tienen que hablar inglés bien porque, de no hacerlo, las posibilidades en el mercado laboral contemporáneo disminuyen dramáticamente. Además, sea cierto o no, consideran que las tres o cuatro horas de inglés que reciben en el colegio no son suficientes. En España se le da tanta importancia al inglés que todo el mundo, empezando por las élites, está dispuesto a invertir muy fuertemente en eso. Y eso que los datos del mercado de las clases particulares no incluyen los veranos en Irlanda, si fuera así, imagínate la diferencia de gasto que habría.
P. Muchos alumnos matriculados en centros bilingües se las ven y se las desean con el inglés para seguir las asignaturas que se imparten en este idioma. ¿Puede ser otra de las razones por las que se contraten estas clases particulares?
R. Puede ocurrir perfectamente que lo que vemos hoy como la solución sea el problema mañana. Una familia puede estar dispuesta a arriesgar en el tema de la calidad de la educación, por ejemplo, en matemáticas, por asegurarse que su hijo sale del colegio hablando bien inglés. Pero si el profesor de Science habla un inglés macarrónico y tienes que acabar poniendo al niño en clases particulares tanto de inglés como de Ciencias para que pueda superar esa asignatura, ha hecho un negocio muy malo. Otra cosa es el que puede permitirse pagar el Liceo Francés o el British, que es una minoría de la minoría.
P. Uno de los mayores sesgos sociales es la inversión que hacen unas familias y otras en las clases particulares: los de la privada el triple que los de la pública.
R. Y eso que ahí no están incluidos los veranos en Irlanda. Además de ser clases más caras, prácticamente la totalidad de los alumnos de la privada asisten a clases de idiomas, de enseñanzas artísticas no regladas -como música, danza y teatro- a robótica o de circo.
P. Que los alumnos de la escuela pública asistan más a clases de refuerzo para paliar lagunas educativas, ¿significa eso que los centros públicos no se están adaptando a las necesidades de sus alumnos que se ven obligados a buscar ayuda fuera del centro?
R. No creo que esa sea una lectura justa, aunque no niego que pueda haber casos. Lo que marca la diferencia es la capacidad de gasto de las familias. ¿Dónde va a ver más clases de apoyo y refuerzo? Pues en aquellos centros donde haya más alumnos procedentes de familias con poca capacidad de gasto. A menor capacidad de gasto, más clases de apoyo y refuerzo porque son los alumnos que están en mayor riesgo de fracaso, suspenso y repetición. La abrumadora mayoría de centros públicos en nuestro país son de una calidad muy alta, al nivel de otros países de la OCDE. Simplemente lo que pasa es que hasta hace cuatro días teníamos un sistema educativo que dejaba fuera a una gran parte de la población y ahora está el 100% hasta los 16 años. Y cuando a la red pública le toca el grueso de esta enorme proporción de estudiantes, incluidos los nuevos españoles que se han incorporado al sistema educativo en los últimos 15-20 años, los datos que vemos no tienen nada de sorprendentes. El problema que tenemos en este asunto es ese euro, esa tercera parte que va a clases de apoyo, refuerzo y recuperación. Estas clases deberían desaparecer e impartirse dentro de los propios centros. Y eso ya está ocurriendo, pero hay que financiarlo más y mejor y confiar más en el profesorado que lo hace para que ese euro que va a ‘hasta que el aprobado nos separe’ desaparezca.
P. Citaba el otro día en una entrevista una frase de Joseph Stiglitz: “La primera decisión para triunfar en la vida es poder elegir a tus padres”.
R. Es una gran frase del premio Nobel que encierra una cierta ironía. Explica muy bien con un brochazo fuerte la cuestión. Lo que te viene a decir es que la clase social y cultural de tus padres y, sobre todo, que pongan como prioridad número uno tu educación marcará tu futuro, mucho más que cualquier escuela o cualquier clase particular. Los padres que cada noche antes de dormir leen un libro a su hijo en la cama, que cada semana le llevan a un concierto o a un museo, que estudian con él y le acompañan con sus deberes no necesariamente tienen que gastarse un solo euro, pero le están dando una ventaja enorme sobre aquellas familias donde esto no ocurre, con un impacto abrumador.
P. Con estas clases particulares las familias buscan una atención más personalizada para sus hijos. ¿Es una de los déficits de la escuela en general?
R. Es una de mis lecturas. Las familias perciben que una de las ventajas comparativas de las clases particulares es esa personalización. Tengo el gimnasio, pero si me puedo permitir pagar un entrenador personal, ¿por qué no? Las familias piensan que un entrenador personal va a ser mejor y va a complementar muy bien al gimnasio porque se va a adaptar a tu ritmo, a tus características y te va a hacer las cosas a la medida. El problema con el mercado de las clases particulares es que opaco y los padres no tienen manera de saber la calidad de los servicios que están comprando. Es un mercado donde están compañías que cotizan en Wall Street o multinacionales con personal muy cualificado hasta el hijo de la vecina del segundo H, que es muy bueno en matemáticas y sube a casa para ayudar al niño con el examen que tiene mañana. Entre una cosa y otra existe una variedad de servicios de los que los padres no saben nada: no están regulados, no hay ningún sistema de aseguramiento de calidad. Y si el niño suspende o las clases de arpa son muy malas, la culpa siempre es del niño.
P. ¿Qué peligro hay de que en España pueda ir pareciéndose cada vez más a países asiáticos, con una escalada competitiva cada vez mayor entre los alumnos gracias a clases particulares que se pagan? ¿No va esto en contra de uno de los mayores pilares de la educación que es conseguir una mayor igualdad entre todos?
R. Es la gran contradicción. Desde el punto de vista de las políticas públicas y del desarrollo del país, el retorno público de la educación es lo que más importa, esa función de ascensor social, de asegurar a todo el mundo unos conocimientos básicos de conocimiento. Pero si lo ves desde el punto de vista de un padre o de una madre, lo que más les importa es el retorno privado de la educación: que su hijo se gradúe en secundaria, que apruebe la Selectividad con una buena nota y entre en una buena facultad y que, al terminar la carrera, pueda tener un buen trabajo, ser independiente y tener una buena vida. No es que las familias sean egoístas, es que se preocupan por sus hijos.
P. Si solo pudiese contratar una sola clase particular para un hijo, ¿cuál elegiría?
R. Además de ser los dos genios más brutales que ha habido dentro de la faz de la Tierra, Mozart y Beethoven eran profesores particulares y en buena medida se ganaban la vida con ello. ¿Quiénes eran sus clientes? Cabezas coronadas y alta nobleza. Si Mozart estuviera disponible como profesor particular, yo le contrataría seguro y pagaría lo que hiciera falta.
P. Pesaría más el profesor que la materia.
R. Sin duda ninguna, pero para eso hay que tener información y este mercado es opaco. Una de las cosas que distingue a los más ricos es tener buena información. Es lo que marca la diferencia. Por eso hacer que aflore este sistema de educación en la sombra sería bueno para todos.