Stephanie Kelton, economista: “Con la resaca que va a dejar la crisis, empezar a preocuparnos por el déficit es un peligro”
La autora de ‘El mito del déficit’ (Taurus), defiende que la decisión de gastar o no gastar es una cuestión política y no de falta de dinero
Stephanie Kelton no lleva gafas, pero le gustaría que nos pusiéramos las suyas imaginarias. Son unas lentes para entender de otra manera cómo funciona el dinero. El momento no podría ser más propicio. Tras lo peor de la pandemia, la deuda pública está en maximos históricos en muchas economías y ahora se teme que la inflación reaparezca en escena y lo complique todo.
Precisamente sobre estas cuestiones habla la Teoría Moderna Monetaria (TMM) que defiende Kelton desde hace más de dos décadas y que resume en ‘El mito del déficit’ (Taurus, 2021).
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Una auténtica revolución para unos economistas y una locura para otros que nos llevará a la hiperinflación. Es difícil encontrar el término medio ante afirmaciones como: “La mayoría de los déficits (públicos) son buenos”, “la austeridad es una falta de imaginación”, “gastar o no gastar es una decisión política”, “el dinero no es un problema”...
Hace una década los seguidores de la TMM como Kelton eran una minoría, pero las circunstancias han cambiado. “Creo que hemos tenido bastante éxito en los últimos dos o tres años”, asegura al otro lado del teléfono esta profesora de Stony Brook University (EE.UU.).
“Están ocurriendo muchas cosas fuera de los focos... Por eso soy tan optimista respecto a dónde estamos y hacia dónde vamos, aunque las llamadas de vuelta a la austeridad nos indican que todavía nos queda mucho por hacer”.
Fue Margaret Thatcher, recuerda esta profesora, la que situó al contribuyente en el centro del universo. “Ella fue la que dijo que el Gobierno no tiene dinero propio, solo el que recauda”, explica Kelton, que también fue asesora del senador demócrata Bernie Sanders.
¿Y si no fuera asi? No solo eso... ¿Y si fuera totalmente al revés? “Al Estado no le hace falta nuestro dinero. Somos los ciudadanos quienes necesitamos su dinero”, responde Kelton. La TMM, dice, es como “un giro copernicano”. Así de ambiciosa se presenta esta teoría.
Pregunta: Si le digo que el dinero no crece en los árboles, ¿qué cara se le queda?
Respuesta: Esto va a ser difícil para mí...
¿Está ya muy cansada de escuchar esta crítica?
Mmm... no. Me levanto cada día sabiendo que va a estar lleno de entrevistas y preguntas.
¿Y a este comentario qué respondería?
Le daría la vuelta y diría: ¿de dónde crees tú que viene? ¿Y de qué clase de dinero estamos hablando? Porque cuando un país emite su propia moneda, el dinero que gastan los gobiernos no es que crezca en los árboles, pero viene del teclado de un ordenador.
Usted dice: “El dinero no es el problema”.
Cuando un político quiere gastar más en infraestructuras, en sanidad o educación, la primera pregunta que surge, inevitablemente, es: ¿de dónde vamos a sacar el dinero?
Exacto.
Lo que yo quiero decir es que, para un país que emite su propia moneda, esa es la parte fácil. Encontrar el dinero es sencillo; lo creas.
Es decir, gaste ahora y preocúpese luego... ¿o quizá nunca?
¡No! Si crees que luego te vas a tener que preocupar, entonces seguramente no deberías gastar más. Hay que valorar antes los riesgos de generar inflación. Pero si el Gobierno puede gastar sin generar una subida de precios, entonces no tienes nada de lo que preocuparte.
La teoría moderna monetaria sostiene que tiene muy en cuenta ese riesgo de inflación.
Es el centro del projecto. Lo que hace la TMM es reemplazar una restricción falsa e imaginaria llamada “déficit” por una real que es la inflación.
¿Y si la subida de precios es como un monstruo al que una vez despiertas ya no puedes controlarlo bien?
No, la inflación no funciona así. Es un problema complejo y dinámico.
Habla como si fuéramos capaces de ver esa línea a partir de la cual la subida de precios va a convertirse en un problema.
No es que tengamos unos prismáticos con los que podamos mirar y decir: ¡cuidado, ahi está el limite!
Entonces, ¿cómo se sabe?
Haciendo un análisis riguroso y empírico.
¿Cómo?
Por ejemplo, para un plan de infraestructuras ambicioso: ¿cuántos trabajadores del sector de la construcción necesitas, cuántos ingenieros, arquitectos, cuánto acero, maquinaria…? Una vez sepas eso, te preguntas: ¿Tengo suficientes personas desempleadas en estos sectores, hay capacidad para producir todo lo que voy a necesitar? Si la respuesta es no, has descubierto un límite.
Usted propone que confiemos en que nuestros políticos tomarán las decisiones adecuadas respecto a ese nivel de gasto...
En realidad ya los hemos elegido. Los hemos votado para que tomen decisiones. La TMM no les da más o menos poder del que ya tienen.
“Un Gobierno no puede quedarse sin dinero”, dice la TMM. ¿Se puede aplicar esta teoría a la zona euro?
Es diferente porque los países son usuarios del euro y no emisores de la moneda.
¿Es un problema para nosotros?
El problema fue en 2010 porque el Banco Central Europeo (BCE), el emisor, tardó en jugar ese papel.
¿Y ahora?
Ahora el BCE con la pandemia ha dicho a los países: “No os preocupéis, gastad lo que necesitéis, os tenemos cubiertos”. La pregunta es: cuánto tiempo durará este apoyo.
Y todos los planes de gasto y deuda, ¿nos van a generar inflación?
No veo esa conexión. No creo que Europa se enfrente a un problema de inflación, sino más bien de una recuperación débil.
En su libro explica que los números rojos de un Gobierno no son el reflejo de haber gastado de más.
Para saber eso hay que mirar la inflación, no el déficit.
Ahora hay muchos organismos que están diciendo: diseñad un plan para reducir el déficit y la deuda pública.
Es un error. Ahora que tenemos esta resaca tras el covid, empezar a preocuparnos por eso es un peligro. No hay que corregir el resultado de un presupuesto. Lo que hay que arreglar son los problemas de la economía: el desempleo, la pobreza, las infraestructuras... El presupuesto es la herramienta para conseguir objetivos y su resultado nunca debería convertirse en objetivo.
Entonces, ¿puedes tener una economia sana con un 6% de déficit?
Claro. Si tu economia real está donde tú quieres, el déficit no es un problema.
Estas ideas... ¿hasta qué punto calan en el terreno político?
Creo que hemos avanzado bastante en los últimos dos o tres años. Hay mucho interés sobre esta cuestión y es algo sobre lo que se discute cada día al más alto nivel de la política.
¿Si?
Me han escrito muchos congresistas de mi país para decirme que si no hubiera sido por mi libro, no se habrían atrevido a votar a favor del plan de rescate de 1,9 billones de dólares.
Parece que muchas ideas sobre repensar la economía están lideradas por mujeres, ¿le parece una coincidencia?
La economía tradicionalmente ha sido una especie de club de chicos. Así que no me sorprende que hayan surgido muchas mujeres economistas que cuestionen el pensamiento convencional. No estábamos ni siquiera muy bien aceptadas para unirnos al grupo...