La era de la automatización, de los robots, ya está aquí, pero no es un tema que haya aparecido en las sucesivas campañas electorales que han acabado agotando a los españoles con consignas vacías, soflamas e insultos. Sobrevivimos con una política cortoplacista que no mira el futuro. Y este dice que sin formación o vocación el trabajo, por más que muchos agiten la Constitución y lo vendan como un derecho, no está asegurado. Desde BBVA Research, un estudio elaborado este mismo año señalaba que el 36% del empleo de nuestro país se encontraría en "riesgo elevado" de ser automatizado. ¿Está el tuyo en riesgo? Puedes comprobarlo en este test antes de seguir leyendo.
La alerta no es de hoy, pero nadie la mira de frente en España. Un informe realizado en la universidad de Oxford por Carl Benedikt y Michael A. Osborne, alertaba ya en 2013 de que el 47% de los empleos que conocemos hoy día no existirían en 20 años. Más recientemente, la propia OCDE ha elaborado otro análisis al respecto menos agorero. En este se cifra en un 14% el empleo de los países de la OCDE que están ya en riesgo de automatización. La horquilla se mueve entre el 6% de Noruega y el 34% de Eslovaquia. España está en la parte alta de la tabla, con el 21,7% y una posibilidad de transformación de un 30,2%. Entre los países que analiza la OCDE, "solo Grecia, Eslovenia y Eslovaquia presentan un riesgo mayor". De media, en la OCDE otro 32% del empleo sufrirá "una transformación radical por el avance de la tecnología".
No solo eso. Un estudio recién presentado por Randstad titulado 'Talent Trends Report 2019'. desgrana que el 85% de los trabajos que habrá en 2030 aún no se han inventado, por lo que los perfiles más solicitados serán aquellos con formación y experiencia en las necesidades más innovadoras. De acuerdo con este estudio, la robótica no tiene por qué estar llamada a sustituir el trabajo de los profesionales, sino a dar respuesta a aquellas vacantes difíciles de cubrir en sectores como construcción o manufactura.
"Muchas empresas están apostando por los robots en aquellos trabajos repetitivos de ensamblaje o para realizar, mediante drones o maquinaria inteligente, tareas peligrosas para el ser humano. Donde algunos ven una amenaza para el talento humano, muchos lo consideran como una oportunidad de transición hacia los trabajos del futuro", apunta el informe que se apunta a la teoría de los tecno-optimistas.
Que las empresas están apostando por los robots es una evidencia. Las estadísticas preliminares del Informe Mundial de Robótica muestran que en 2018 se superó un nuevo récord de 384.000 unidades vendidas a nivel mundial, un aumento del uno por ciento en comparación con el año anterior. Esto significa que el volumen de ventas anual de robots industriales aumentó por sexta vez consecutiva en el período entre 2013 y 2018.
A raíz de esta realidad, uno de los periodistas más influyentes del mundo, ganador del premio Pulitzer, Andrés Oppenheimer ha escrito un libro cuyo título no puede ser más directo ¡Sálvese quien pueda! El futuro del trabajo en la era de la automatización (editorial Debate).
En él no hay tanta opinión como realidad, no en vano, el periodista ha recorrido medio mundo para ver con sus propios ojos el cambio. Y así ha podido contemplar 'in situ' robots camareros, recepcionistas como el robot Pepper, hoteles dirigidos por máquinas (el Henna de Japón cuenta con conserjes robot-dinosaurio), guías, políticos (el robot Michihito Matsuda ya se presentó a unas elecciones a la alcaldía de Tama, en Tokio y quedó tercero con 4.000 votos), profesores no humanos (Einstein es un robot de 35 centímetros con la cara del genio que usa vídeo, foto y tecnología para enseñar y hasta saca la lengua), coches y camiones automatizados (los drones ya dejan paquetes en EEUU y en Dubai ya hay taxis voladores), vendedores que seleccionaban la casa perfecta para una familia gracias al big data, cirujanos robot, fábricas sin humanos como la manufacturera de Dongguan en China, soldados a lo Terminator (Corea del Sur cuenta con la superametralladora aEgis II que nunca falla y cuyos proyectiles recorren 4 kilómetros…). Todo esto ya es real.
La lista de empleos que van a desaparecer o transformarse es amplia. Abarca desde empleados administrativos, pasando por inspectores, banqueros, camareros, camioneros, médicos (Vindo Khosla, multimillonario cofundador de Sun Microsystems pronostica que harán el 80% de sus tareas), taxistas, cocineros ( Flippy que hacía 400 hamburguesas a la hora fue despedido, pero la cadena Eatsa ya sirve en sus restaurantes usando solo tecnología, donde el comensal selecciona y recibe el pedido), abogados (el despacho BakerHostetler anunció en 2016 haber contratado a Ross el primer robot abogado. El solo ayuda a 50 empleados… El listado de los más de 700 trabajos que corren peligro ya los publicaron Benedikt y Osborne (consultar el listado aquí).
Oppenheimer ha visto cómo Watson es capaz de comparar miles de casos médicos para dar un diagnóstico, o ha comprobado cómo un robot farmaceútico creado por la Universidad de San Francisco capaz de emitir dos millones de recetas sin equivocarse nunca. Hasta los jueces podrían ser reemplazados (un estudio de la universidad Ben-Gurión de Israel demostró que las sentencias varían dependiendo de la hora del día).
¿Es el fin? ¿Llegaremos a un mundo sin trabajo? ¿Viviremos solo para el ocio? No parece tan drástico al futuro aunque la falta de preparación convertirá a millones de personas en parias sociales (de ahí que el debate de un mínimo salarial empiece a aparecer en escena). En este futuro habrá tres clases sociales: una élite que se adaptará y ganará cada vez más, los que presten servicios personalizados para esa élite (entrenadores personales, guías espirituales, cheff privados, psicólogos, psiquiatras…) y una tercera a la que el historiador Yuval Noah Harari llama la clase inútil. Así de duro. Otros expertos no son tan radicales y hablan ya de un proletariado tecnológico, que controlará los contenidos en las redes.
El Banco Mundial lo ha dejado claro: este es un proceso muy bueno para el crecimiento, pero malo para la equidad. Y las consecuencias de lo que es solo la punta del iceberg se llaman Trump, nacionalismo y populismo. Cierto que los cajeros no acabaron con todos los empleos bancarios, que el automóvil sustituyó a los caballos, que la revolución industrial cambió el mundo, que internet llegó para quedarse y cambiar nuestras vidas.
Otro elemento también ha sido puesto encima de la mesa. ¿Deben pagar los robots impuestos? No solo eso. ¿Qué derechos y obligaciones van a tener? La propuesta sobre gobernanza de robots ya ha sido aprobada por la comisión de asuntos legales del Parlamento Europeo. "Para garantizar que los robots estén y sigan al servicio de los seres humanos, necesitamos crear un sólido marco legal europeo", ha afirmado siempre Mady Delvaux, la parlamentaria que redactó la propuesta y firme defensora de que los robots paguen impuestos y tengan tanto derechos como deberes.
¿Es el fin? Tal vez de la vida que conocemos ahora, porque sin formación el ser humano tendrá dificultades, pero siempre harán falta ingenieros y analistas de datos, tiendas que ofrezcan experiencias sensoriales excepcionales, psicólogos, consultores personales, los médicos que monitorizarán nuestros sensores, interpretarán los diagnósticos, y nos darán consejos prácticos y apoyo anímico. Los profesores deberán ayudar a los niños a encontrar su pasión, ética, empatía, trabajo en equipo… La piel, la empatía, serán siempre un valor añadido para los humanos. Los jóvenes de hoy trabajarán en carreras que no existen como ha profetizado Cathy Davidson en su libro 'Now You See it'. O como sentencia Thomas L. Friedman en el NYT, "nuestros hijos no tendrán que buscar trabajos sino inventarlos". Para ello como señala Bill Clinton en sus conferencias habrá que tener en la vida un plan A, y otros B,C,y D.
Por eso, Oppenheimer es optimista. Pese al pesimismo que nos invade hoy, tanto la esperanza de vida, como el hambre, como las libertades o la calidad de la existencia han mejorado. El reto es para los jóvenes para los que el consejo de las mentes más brillantes del mundo, preocupadas no por el cambio que llega sino por su velocidad, aconsejan a los jóvenes que si no tienen vocación clara apunten las necesidades que esperan al mundo futuro.
Según datos recogidos por el Observatorio para el Empleo en la Era Digital, ocho de cada 10 jóvenes de entre 20 y 30 años encontrarán un empleo relacionado con el ámbito digital. Expertos en medicina robótica, programadores, ingenieros de datos, cuidadores y gestores de robots, etiquetadores de datos, pilotos y diseñadores de drones, asesores de ventas para seleccionar individualmente lo que más le conviene al cliente, expertos en energías alternativas, artistas que hagan evadirse, maestros multidisciplinares, creadores de contenidos digitales o asesores espirituales tendrán un hueco. Más los que no conocemos.
Paradojas de la vida, un artículo como este podría haber sido escrito perfectamente por un robot. En el NYT y el Washington Post ya lo hacen. La pregunta es ¿tienen los políticos una agenda para la que se avecina?