La falsificación de papel moneda sigue manteniéndose en niveles relativamente bajos en el ámbito europeo, esto no significa que anualmente centenares de miles de billetes falsos circulan por las manos de los usuarios que en muchas ocasiones no saben muy bien cómo actuar o, peor aún, reaccionan ampliando la cadena de circulación de la moneda falsa.
Los billetes de 10 euros son sobre los que corre siempre el rumor de ser más falsificados, pero son los de 20 y 50 euros los que componen prácticamente el total de las estafas, con más del 85%.
Ahora bien, estos son los datos de los billetes retirados de circulación, es decir, billetes confiscados directamente por las autoridades como aquellos que los ciudadanos han entregado y retirado de la circulación después de haberlos recibido. Sin duda, el cómputo de los billetes falsos es más elevado.
Obviamente el punto ideal está en ser capaces de distinguir un billete falso de uno real, hoy en día los billetes tienen la suficiente cantidad de detalles de seguridad como para que el usuario pueda tratar de determinar con bastante exactitud si un billete tiene visos de ser falso.
Veamos algunas recomendaciones básicas para tratar de distinguir un billete falso de uno bueno en el momento:
Si detectamos cualquiera de estos indicios, u otro que nos lleve a pensar que el billete que nos están dando es falso, obviamente no debemos aceptarlo bajo ningún concepto. Si quien nos lo pretende dar sigue insistiendo en que aceptemos ese billete y no otro en sustitución, podemos perfectamente avisar a las autoridades ya que, como veremos, traspasar moneda falsa es un delito o una falta.
Si a pesar de todo lo anterior nos han conseguido colocar un billete falso, como usuarios entramos en la fase polémica de este asunto.
La posesión de un billete falso debe ser puesta en conocimiento de la Policía y acompañada de una denuncia sobre las circunstancias en las que nos lo han endosado.
En la práctica, lo que nunca debemos hacer es lo que desafortunadamente se hace demasiado: tratar de que el billete que nos han colocado acabe en manos de otra persona.
Esta situación, si fuese objeto de una denuncia por parte de la persona a la que hemos dado ese billete o billetes, podría acabar, dependiendo del valor del engaño (pues de eso se trata), bien en un delito o bien en una falta penal. En cualquier caso, estaríamos reproduciendo la cadena iniciada por el delincuente cuando ha puesto ese billete en circulación.