El teletrabajo ha tomado un nuevo protagonismo en las últimas semanas debido a la cada vez mayor incidencia del coronavirus en España. De derecho del trabajador solicitado muy rara vez, hemos pasado a un escenario en el que las propias empresas se ven obligadas, por su bien y por el de sus empleados, a tomar medidas para evitar contagios y conseguir así no frenar su producción. Pocos se preguntan a estas alturas qué es el teletrabajo, pero sí existen dudas acerca de cuáles son sus ventajas y, sobre todo, cuáles son sus inconvenientes (que también existen). Miramos de cerca esta fórmula y analizamos cuándo es, de verdad, conveniente para lograr negocios (y trabajadores) más felices y productivos.
El listado de ventajas del teletrabajo es muy amplio. No es casualidad que esta forma de trabajar se perciba como un sueño hecho realidad por parte de muchos trabajadores que, sin embargo, muchas veces no se atreven a solicitarlo a su empleador a pesar de ser una posibilidad factible, al menos parte del tiempo. Por eso, conviene recordar que el teletrabajo es un derecho del trabajador, si bien no es absoluto, pero sí existe el derecho a plantearlo al empleador, que deberá dar motivos de peso para negarse, en caso de hacerlo.
Estas son algunas de las ventajas de teletrabajar:
Mayor flexibilidad y movilidad
Es una ventaja básica pero no por ello debe dejar de mencionarse. Teletrabajar nos permite crear jornadas flexibles y trabajar desde cualquier punto del mundo siempre que contemos con la tecnología adecuada. Ello abre un enorme abanico de posibilidades para el empleado, que puede combinar su jornada laboral con viajes y estancias en otros lugares, formaciones, etc. gracias al tiempo que gana y a la posibilidad de conectarse literalmente desde cualquier lugar. Esa flexibilidad normalmente es más preciada por aquellos trabajadores que realmente aprecian su tiempo libre y su formación complementaria, así como su libertad y su desarrollo responsable y autónomo. Y estos trabajadores suelen ser también los más valiosos.
Mayor productividad
Con el teletrabajo, las interrupciones (al menos las que vengan de parte de la empresa y sus empleados) se reducen al mínimo. El contacto telefónico o vía email suele llevarse a cabo solo cuando es necesario, de forma que el trabajador dedicará su jornada a ser realmente productivo, incentivado también por el hecho de que, si su trabajo es por objetivos, cuanto antes termine, antes quedará liberado de su jornada laboral. Las pausas para el café, los ratos de conversación improductiva con compañeros… desaparecen, con todas las ventajas que ello supone tanto para el empleador como para el empleado. Aumenta la concentración y, cuando existe el grado de responsabilidad adecuado, es normal que aumente consecuentemente la calidad del trabajo.
Acceso a un abanico mayor de oportunidades laborales
Esta ventaja se aplica tanto a empleados como a empleador: cuando la distancia física deja de ser importante, nada impide contratar a alguien que vive habitualmente en la otra punta del mundo. Lo mismo se aplica al trabajador, que puede optar a ofertas de su interés aunque viva en un lugar recóndito o aunque cambie de ciudad constantemente. Eso plus de libertad juega a favor de ambas partes, que pueden aliarse sin que la distancia geográfica sea un factor determinante en su relación.
Más tiempo libre y mejor conciliación
No es ningún secreto que cuando tenemos tiempo libre de calidad y vivimos sin estrés, somos más felices, y también más productivos. No solo eso: lo que somos capaces de producir con la mente en paz es normalmente mucho mejor. El ser humano no está ideado para funcionar como una máquina: necesita descanso para ser creativo, para fijar conocimientos, para dejar al cerebro funcionar y abrir nuevos caminos.
Además, este proceso es distinto para cada cual: hay personas que funcionan mejor por las mañanas que por las tardes; personas que funcionan mejor con jornadas intensivas y otras que responden mejor a ciclos de intensidad-descanso intermitentes… En definitiva, cada individuo es un mundo, y el teletrabajo permite, en general, la máxima flexibilidad en este sentido. Además, nos permite ganar tiempo para actividades de nuestro gusto, así como pasar más tiempo de calidad con nuestras familias o amistades (o con la inestimable compañía de un buen libro o una buena película).
Menor absentismo laboral
Trabajar desde casa parece menos ‘trabajar’ que hacerlo desde una oficina. De hecho, cuando nos encontramos mal, a veces pedimos trabajar desde casa porque de esa forma al menos tendremos la comodidad del hogar a mano. Por eso, cuando teletrabajamos, solemos faltar menos al trabajo. Literalmente, lo tenemos más difícil para no trabajar, porque lo tenemos mucho más fácil para hacerlo. Además, casos como el del coronavirus ponen de manifiesto lo que ya sabemos: que muchas veces las oficinas se convierten en foco de infecciones y contagios, motivadas por la cercanía a otros trabajadores y (demasiadas veces) a la falta de un correcto sistema de ventilación, mala limpieza de moquetas…
Reducción del número de accidentes de trabajo
Al hilo de lo anterior, trabajar desde casa reduce drásticamente el número de accidentes laborales, principalmente porque estamos menos en peligro desde la comodidad de lo cercano (que no tiene por qué ser necesariamente nuestra casa, pero suele serlo). Los desplazamientos en coche se reducen, el contacto con elementos físicos de la empresa que puedan hacernos enfermar, también.
En casos como el del coronavirus, conviene recordar que, si se produce un contagio en el centro de trabajo porque la empresa no ha adoptado ninguna medida de prevención, este contagio se considerará accidente de trabajo, y se producirá un recargo por falta de medidas de seguridad de las prestaciones que la Seguridad Social abone por la enfermedad. La empresa podría enfrentarse incluso a sanciones por ello.
A menos trabajadores en la oficina, menos oficina. El teletrabajo permite que los gastos fijos de la empresa se reduzcan porque no hace falta un espacio tan grande, ni gastar tanta luz, ni agua, ni suministros en general, ni realizar limpiezas tan grandes o tan frecuentes. Parte de estos gastos los asume indirectamente el empleado, y desaparecen gastos como las dietas, la gasolina… Tan solo la partida dedicada a informática podría ser más elevada, aunque normalmente esta fórmula compensa con creces.
No todo son buenas noticias cuando hablamos de teletrabajo. Aunque pocas, existen algunas desventajas que, como poco, es importante tener en cuenta antes de dar pasos hacia la implantación de esta forma de empleo. Estos son algunos de los factores que conviene valorar antes de implantar el teletrabajo o, de lado del empleado, antes de solicitarlo:
Falta de control físico del empleado
Esta desventaja es relativa porque, en realidad, cuando un empleado es responsable, sobra la necesidad de que su jefe esté encima suyo para que haya su trabajo. La libertad del empleado tiene sus ventajas y sus desventajas pero ello depende más de su carácter y de la calidad de su trabajo que de la presencia física de éste en una oficina. En otras palabras, un empleado que necesite control constante, que no sepa ser autónomo y que precise de órdenes para funcionar, tal vez no sea el mejor empleado para nuestra empresa. Además, existen vías para paliar la falta de presencia física (videoconferencias, por ejemplo), y muchas veces es posible combinar jornada presenciales con otras de teletrabajo para evitar este tipo de circunstancias.
Necesidad de invertir en tecnología
Implantar el teletrabajo pasa necesariamente por invertir en la tecnología adecuada, aunque ésta no es especialmente lujosa y está perfectamente probada y normalizada en miles de negocios en todo el mundo, por lo que no hay por qué temer grandes sorpresas durante su implantación. Como ocurre con todo lo informático y, en general, todo lo que escapa al férreo control humano, las cosas pueden torcerse. Pero ello ya ocurre en el torno de las oficinas físicas (caída de Internet, pérdida de la luz, impresoras que se estropean…) Con todo, habrá que invertir en nuevos equipos, en formación para los trabajadores… y este punto puede ser un importante freno para muchísimas empresas en España, especialmente si tenemos en cuenta que la inmensa mayoría de nuestro tejido empresarial lo componen pymes.
Menor colaboración entre empleados
Es cierto que el teletrabajo puede llevarnos a hacer menos ‘equipo’. La distancia física hace que interactuemos con algunas personas solo por teléfono o por email y que las deshumanicemos, aunque ello puede tener sus ventajas. Limitar los roces y mantener el respeto por el desconocido a veces funciona como vía para evitar conflictos y mejorar las relaciones entre empleados.
El hecho de que todo quede registrado por email también ayuda a reducir malentendidos. Pero es indudable que el fomento de lazos personales se complica por esta vía y, si es importante para nuestra cultura empresarial, tendremos que rompernos un poco más la cabeza para alcanzar esa cohesión que sí da (o al menos da más fácilmente) un entorno de oficina física.
Menor jerarquía y lealtad
Si el teletrabajo lo pone más difícil para crear equipo, lo mismo se aplica a la jerarquía y la lealtad con respecto a la empresa. Hay que trabajarse más una cultura corporativa que cale cuando implantamos un sistema de teletrabajo, y debemos buscar fórmulas más complejas y completas para fomentar a distancia el sentimiento de pertenencia.
No cabe duda de que el teletrabajador es más autónomo, mantiene una relación más horizontal con sus superiores y, en general, está menos dispuesto a aguantar chaparrones porque no se siente tan vinculado a nivel personal con sus superiores. Eso sí, la relación entre empleador y empleado puede ser, paradójicamente, más respetuosa y humana, precisamente por existir una menor verticalidad y un mayor reconocimiento de la valía e importancia del otro.