Salir a la calle con mascarilla, lavarse a menudo las manos, mantener la distancia “social”… la pandemia nos ha cambiado la forma de vivir. Pero también la de trabajar.
Los sectores económicos en los que se ha podido adoptar de forma generalizada el teletrabajo han logrado mantener el empleo en mayor medida que otros cuya actividad presencial es necesaria. Y lo mismo ha sucedido con las ocupaciones con jornadas laborales tradicionales, que han aguantado mejor la crisis que aquellas que trabajan con horarios especiales (principalmente de fin de semana o de noche).
Los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) reflejan un descenso de la ocupación cercano al 6% entre 2020 y 2019. Sin embargo, entre las personas con jornadas laborales no habituales la caída del empleo supera el 30% y las cifras en valores absolutos se han desplomado hasta sus mínimos desde que el INE comenzara a publicar estos datos, en 2006.
El número de ocupados que trabajaron al menos dos sábados cada mes se ha desplomado en más de dos millones de personas (un 34%), al pasar de seis millones en 2019 a menos de cuatro en 2020.
En esta evolución no se aprecian grandes diferencias por sexo, aunque el descenso ha sido algo más acusado en las mujeres (del 36%) que en los hombres (del 32%). En cambio, si las hay por edad. Los grupos más jóvenes han registrado mayores caídas de empleo, con bajadas del 56% en los menores de 25 años y del 42% en los de 25 a 34 años.
La evolución es similar si nos referimos a los ocupados que trabajaron dos o más domingos al mes en 2020, aunque las caídas son mayores en términos porcentuales que las experimentadas por los trabajadores “sabaderos”.
A nivel general el descenso ha sido de 1,3 millones de personas, lo que supone un 38%. En el caso de las mujeres ocupadas varios domingos al mes la bajada rozó el 41%, frente al 36% de los hombres.
Por edad, el impacto de la pandemia en el empleo de las personas que trabajan varios domingos al mes también fue mucho mayor en el grupo de los menores de 25 años, con un desplome superior al 61%, y en el de los que tienen entre 25 y 34 años, con una bajada de casi el 48%.
Los trabajadores con jornada de noche son otro de los colectivos que peor ha encajado la pandemia debido, en gran medida, al cierre del ocio nocturno en prácticamente toda España desde mediados de marzo.
El número de ocupados con horario de noche más de la mitad de los días que trabajaron cayó el año pasado a 750.000, frente a una media de más de 1.200.000 personas en los últimos años. Un 38% menos.
El descenso ha sido similar en hombres (del 37%) y mujeres (del 39%). Pero si se analiza por tramo de edad el más castigado con diferencia es el de los menores de 25 años, con una bajada del 58%.
Trabajar de noche o en fin de semana ha sido desde hace tiempo una buena opción para muchos jóvenes que, o bien no encontraban empleos con horarios más tradicionales, o bien optaban por estos tipos de jornada para compaginarla con sus estudios.
Pero la pandemia ha echado más leña sobre las ya difíciles expectativas laborales de los menores de 25 años. En 2019 casi 900.000 jóvenes de esa edad trabajaron de noche, en sábados o en domingos. En 2020 lo hicieron menos de 375.000.
Esperemos estas nieves de primeros de año sean un buen presagio para el futuro de los trabajadores con horarios especiales. Y que los copos se vean acompañados en breve con oportunidades de empleo para todos ellos y, en especial, para los más jóvenes.