Es tendencia. Hablar de subir impuestos a los ricos está de moda. La campaña presidencial de la senadora estadounidense Elisabeth Warren incluso ha lanzado una taza que dice: “lágrimas de multimillonario”, dedicada a algunas de las reacciones que ha suscitado la propuesta de hacerles pagar más.
En el Reino Unido, el partido laborista de Jeremy Corbin ha recurrido a Batman para poner encima de la mesa los poco que paga ‘Wayne Enterprises’ (la empresa del acaudalado superhéroe) en impuestos.
Unos cuantos ricos se sienten vilipendiados con estas campañas y están contraatacando para tratar de influir en el debate. En el ámbito académico se habla mucho de dos economistas franceses, Saez y Zucman, que son los que no paran de poner cifras encima de la mesa.
Si el dueño de Amazon, Jeff Bezos, hubiera pagado un mínimo impuesto a la riqueza desde 1982, hoy seguiría siendo multimillonario. Pero en lugar de 160.000 millones tendría 86.700. Bill Gates, el creador de Microsoft, sería propietario de 36.400 millones en lugar de 97.000. Es decir, seguirían siendo megaricos, ¿cuál es el problema?, vienen a decir los dos economistas.
“Como son muy ricos, si les quitas lo que a nosotros nos parece una barbaridad, no les pasa nada”, explica Luis Puch, profesor de análisis económico de la Universidad Complutense. “Pero no está tan claro si el mundo habría sido distinto si esas personas hubieran sabido que iban a pagar todos ese dinero a Hacienda”. Esa es la principal crítica que se hace a los datos de Saez y Zucman: no tienen en cuenta los efectos dinámicos que puede generar el impuesto.
Amancio Ortega es el único español que calificaría como megarico. Con una fortuna, según Forbes, de 63.000 millones de euros. Fue el fundador de Inditex precisamente el protagonista de uno de los momentos más agrios entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias durante el televisado debate electoral. “¿Qué es ser de izquierdas? ¿Criticar a Amancio Ortega?”, le espetó el líder socialista al de Podemos.
La formación morada no ha cambiado de idea respecto a crear un impuesto para las grandes fortunas. El PSOE parecía que estaba de acuerdo... en el año 2016. En su programa de entonces sí figuraba como objetivo “que la riqueza tributara de manera más efectiva”. Cualquier referencia en ese sentido ha desaparecido de sus propuestas electorales de 2019. Al menos sobre el papel, así que no está claro si el impuesto a los más ricos formará parte de las propuestas de un gobierno en coalición.
El aumento de la desigualdad, la excesiva concentración de la riqueza en muy pocas manos está generando no solo problemas económicos en los países avanzados: es un desestabilizador de todo el sistema democrático, según muchos expertos.
La idea de que el Estado reduzca al máximo los impuestos a los emprendedores y compañías para que puedan seguir generando riqueza y puestos de trabajo no ha funcionado muy bien en la práctica. La tubería de la llamada ‘economía del goteo’ (trickle down economics, en inglés) está atascada bien arriba. El dinero no baja, se concentra.
En el caso español el número de personas que declaran tener más de 30 millones de patrimonio se ha duplicado desde 2011. Los impuestos que pagan por su riqueza difieren en función de la comunidad autónoma en la que viven. En Madrid son cero.
El 1% más rico acapara cada vez más parte de la tarta en todo el mundo. El movimiento intelectual que considera urgente redefinir el capitalismo tiene bastante ideas para reformar el sistema tributario y luchar así contra la desigualdad. En el otro frente se sitúa la mayoría de las grandes fortunas del planeta. Es un debate de cifras, pero también de narrativas.
Se refleja muy bien en una escena de la película ‘El vicio del poder’ (Adam McKay, 2018), basada en la vida del exvicepresidente de EEUU, Dick Cheney. Durante una reunión de una asociación para reducir impuestos (American for Tax Reform), un experto en marketing parece haber encontrado con una fórmula mágica para seguir avanzando.
“Conseguir que la gente normal apoye bajadas de impuestos a los más ricos siempre ha sido muy difícil. El impuesto que se aplica a los que heredan más de dos millones de dólares se nos resiste. Pero hemos encontrado una solución”.
La solución fue rebautizar el impuesto de sucesiones como “el impuesto a la muerte”. Así consiguieron mucho más apoyo de la ciudadanía y los cambios se aprobaron finalmente. ¿Les suena de algo?