“Nos han dicho que estamos locas, que qué hacemos abriendo una tienda en plena pandemia”, cuenta con una sonrisa Beatriz Magro. Esta mujer está al frente –junto a su amiga de la infancia, Nuria Morales- de Komvida, una empresa extremeña que elabora kombucha, la bebida de moda, saludable y natural que ha enganchado a miles de personas en los últimos años. En plena pandemia, estas dos mujeres acaban de abrir su primer local en Madrid, muy cerca del parque del Retiro. “Lo de valiente no es la primera vez que me lo dicen. Pero estamos muy contentas. Nos da vértigo, como todo en la vida. Yo me considero emprendedora, todo tiene un riesgo”.
Que estas dos mujeres son unas valientes lo comprueba uno echando un vistazo a los comercios de la zona. A pocos metros, del escaparate de una tienda de interiorismo cuelga el letrero de “se vende”. “He adelantado la jubilación”, afirma el dueño de manera escueta. “España está mal”, afirma sin dar muchas más explicaciones y deja caer que la crisis de la covid ha mermado mucho las ventas.
Una calle arriba otra tienda de ropa interior también tiene colgado el letrero de “se vende”. A pocos metros un restaurante tiene bajada la persiana y hace pensar que lleva cerrado desde hace unos meses. Y en la siguiente calle, lo que antes era una inmobiliaria también ha echado el cierre definitivo. "¿Abrir un negocio en la zona? Eso se ve poco”, asegura Manuel, un vecino de toda la vida mientras da su paseo diario. “Yo cada vez veo más tiendas que cierran. Esta pandemia va a acabar con todos”, responde el portero de un edificio de viviendas.
Pero a Beatriz y Nuria no les asusta el panorama económico y siguen con la expansión de su negocio. Las dos están dispuestas a llegar al 99% de la gente que todavía no ha probado su kombucha. “Solo nos conoce el 1% de la población”, exclama con ironía Beatriz. Esta empresaria habla con soltura, segura de su producto y de las bondades de la bebida artesanal que fabrican. No titubea y transmite entusiasmo mientras habla.
Para quienes desconozcan este refresco, la kombucha es una bebida milenaria de origen asiático hecha a base de té, con importantes beneficios para el sistema inmunológico. El secreto de la marca de Beatriz y Nuria y lo que la hace única es que es artesanal, ecológica y sin pasteurizar. La consiguen gracias a la fermentación natural del té verde y azúcar que lleva a cabo una simbiosis de bacterias y levaduras, llamada ‘Scoby’. En el proceso de fermentación, el Scoby se come el azúcar y produce burbujas naturales. “Tiene un sabor agradable, importantes beneficios para el aparato digestivo, es un alimento probiótico”, aclaran.
La tienda que acaban de abrir en Madrid es el primer local en Europa dedicado en exclusiva a la kombucha. La gente puede ir a rellanar su botella de vidrio, a probar la bebida y más adelante, cuando la pandemia lo permita, tienen pensado poner en marcha otras actividades. “Tenemos mil millones de ideas en la cabeza relacionadas con la nutrición y la vida saludable”.
Beatriz es licenciada en marketing y comunicación y “trotamundos empedernida". Nuria, ingeniera química y experta en fermentados. Las dos dieron un giro a su vida hace casi cinco años. “En 2016 había ahorrado y me fui a dar la vuelta al mundo. Tenía la idea de crear algo para los demás. Yo había dejado el alcohol y en California me dieron a probar la kombucha. Me vino Dios a ver. Tuve claro que yo quería hacer eso”, explica Beatriz. Y de ahí convenció a Nuria para poner en marcha el proyecto, con una idea en su mente: tenía que ser artesanal.
En realidad estas dos emprendedoras tenían otra cosa clara: el proyecto debía nacer y desarrollarse en su pueblo, Fregenal de Sierra (Extremadura), que no llega a 5.000 habitantes. “Siempre tuvimos claro que teníamos que aportar valor a nuestra tierra. Es donde está nuestro corazón. Empezamos en casa de mis padres, en el desván”, asegura Beatriz. Pero aquello fue creciendo y se les quedó pequeño. “Alquilamos un trocito de una nave abandonada que se había dedicado a disecar animales. Allí empezamos a hacer litros de kombucha”. Eso fue en 2017, ahora tienen ya tres naves completas ocupadas. Y dan empleo a 37 personas.
“El 84% de la plantilla son mujeres. En mi tierra el desempleo femenino es muy alto. Es una oportunidad para ellas que no tienen mucha salida laboral, allí solo hay ganadería y agricultura”, defiende esta emprendedora. “Mi madre dejó su trabajo para criar a sus hijos. Hasta los 53 años ha sido ama de casa. Se vino con nosotras y es muy feliz, le ha dado una gran estímulo”.
Era también una forma de apostar por la España vaciada. “Este proyecto se ha convertido en una motivación para la gente. Nos llegan un montón de currículums. Si te quieres quedar en el pueblo y has estudiado una carrera, difícilmente puede ejercer de lo tuyo. La innovación no tiene por qué salir de dos hombres en un garaje, también puede salir de dos mujeres, en un desván con litros de kombucha. Éramos la tierra del ibérico y ahora de la kombucha”.
Y en Fregenal de la Sierra están entregados. En el sentido literal. Probablemente es el lugar de Europa que más litros por habitante se consume esta bebida. “Donde más vendemos es en la carnicería. Es muy curioso, ves ahí la carne y los chorizos colgados y al lado nuestra kombucha”, cuenta con media sonrisa Beatriz.
La empresa familiar está en plena expansión y han convertido a su marca en líder del sector. Ya llegan a más de cinco puntos de venta en toda España y también está presente en Portugal, República Checa y Hungría. Y otro de sus fuertes es la venta online: en 24 horas entregan los pedidos fríos, para mantener las propiedades de esta bebida natural. Durante la pandemia, han visto cómo la demanda ha crecido exponencialmente con un volumen de pedidos de más de 100 hogares al día.
Pero, ¿cuándo podremos pedir la kombucha en cualquier bar? “De aquí a cinco años donde hay una Coca-Cola va a haber una Komvida. Ya nos pueden encontrar en algunos, pero para estar en el bar de esquina todavía quedan unos años”, pronostica Beatriz. Esta emprendedora reconoce que la gente “suele ir a tiro hecho y pide su cerveza o su refresco. Nos falta madurez para eso. Además, en el sector de la alimentación hay tres multinacionales que copan el mercado. Somos David contra Goliat”.
En cualquier caso las fundadoras de esta kombucha extremeña no quieren perder su seña de identidad. “Si se hace como la hacemos nosotras, siempre tiene que ser artesanal. ¿Me veo produciendo a gran escala? Para mí eso quiere decir producir más litros, pero no más litros de manera industrial”.