A finales de la década de los 90 la Industria representaba en torno al 20% del Producto Interior Bruto (PIB) español. Desde entonces, su peso no ha dejado de bajar hasta un mínimo del 14,5% en 2019.
Luego vino la pandemia y, con ella, el hundimiento del sector servicios, que permitió que la Industria recuperara peso a su costa. Así, en 2021 pasó a representar el 15,3% del PIB, su valor más alto desde 2008, según los datos del INE.
No obstante, el perfil de aquella Industria y la actual no es similar. En términos de empleo:
En cuanto al tipo de industria, la manufacturera tenía más peso antes de la crisis financiera que ahora. Y, más en detalle, la alimentaria, la de fabricación de muebles y la de reparación de maquinaria y equipo destacaban por tener mayor contribución sobre el total del sector. Y no sólo a nivel nacional, sino también si se comparan con las principales economías europeas.
La mayor aportación del sector industrial al PIB ha tenido como contrapartida una caída del sector Servicios, cuyo peso sobre la economía nacional ha bajado hasta el 67,2%, el menor desde 2010.
Pese a ello, los Servicios siguen teniendo gran importancia (a finales del pasado siglo no superaban el 60%) lo que puede resultar un hándicap cuando irrumpen las crisis, sobre todo si las actividades con mayor peso son el comercio o la hostelería, como sucede en España.
Tampoco le ha ido bien estos últimos años de pandemia a la Construcción, que cerró 2021 con un peso del 5,2% en el PIB, el menor desde 2015. Lejos quedan los tiempos en los que llegó a representar casi el 11% de la economía en los años de la burbuja (10,8% en 2006).
La Agricultura, por su parte, mantiene un perfil más estable, con una importancia relativa algo inferior al 3%.
La estructura productiva de la economía española la hace vulnerable y poco resistente a las situaciones difíciles.
Y aunque el peso del sector servicios en España es similar al de Francia –en ambos casos mayor que en otras economías europeas–, la diferente especialización en cada país marca distancias.
En nuestro vecino galo destacan ramas como información, comunicaciones o actividades científicas. En España el mayor peso es para el comercio, la hostelería y el transporte, los sectores más castigados por los efectos de la pandemia sobre el turismo y el consumo privado.
Para María Jesús Fernández, del área de coyuntura económica de Funcas, hay “mucho mito” acerca de la importancia de la Industria en la economía. “Lo que es más importante”, añade “es que la economía de un país disponga de sectores con alto valor tecnológico, que generen mucho valor añadido, ya sea en la Industria o en el sector Servicios”.
Eso es lo que sucede en Francia, donde actividades centradas en nuevas tecnologías y que emplean a personal cualificado le han permitido salir mejor de situaciones económicas complicadas.
Algunos expertos apuntan que una evolución muy negativa en el sector Servicios, como la que se ha vivido en los dos últimos años, tarda bastante en contagiarse a la Industria.
Sin embargo, cuando el sector que sufre es el industrial la traslación de la crisis a otras esferas, en especial a los servicios y al consumo privado, es mucho más rápida.
En el año 2020 los servicios se vieron más afectados que la industria, aunque dentro de éste último la crisis fue especialmente intensa en el sector del automóvil. Pero no hay que olvidar que antes de la pandemia el sector servicios evolucionaba mejor que el industrial, e impulsaba al alza la mayoría de economías europeas, incluida la española.
Ahora es el sector industrial el que más sufre. Y, si ya venía arrastrando problemas de suministros de materias primas y materiales de fabricación, desde primeros de año ha empeorado la situación.
Para la experta de Funcas la principal incertidumbre hace un par de meses era saber cuánto durarían los cuellos de botella. Pero con la huelga de transporte y, sobre todo, la invasión rusa a Ucrania, las dudas se han agravado.
Mario Izquierdo, de la dirección general de Economía y Estadística del Banco de España, apunta en una nota sobre los resultados de la encuesta a empresas españolas del primer trimestre de 2022 que “los problemas de oferta, especialmente el aumento del coste de los inputs” están incidiendo negativamente sobre la actividad este trimestre.
Y añade que este impacto negativo es “más intenso en ramas con un uso más intensivo de los insumos energéticos” como el Transporte o la Industria.
Casi el 45% de las compañías manufactureras están experimentando efectos adversos sobre su actividad por las dificultades para recibir suministros de los proveedores habituales, según la encuesta del Banco de España
Un estudio que se llevó a cabo entre el 23 de febrero y el 10 de marzo, por lo que las respuestas “podrían haber empezado a reflejar el impacto” de la invasión rusa, que comenzó el 24 de febrero.
Muchas industrias españolas se han visto obligadas a reducir e incluso a detener su producción ante la ausencia de suministros y de la logística necesaria para poder fabricar, distribuir y vender sus productos finales.
En las industrias siderúrgica y cementera “los elevados costes eléctricos han conducido a paradas puntuales de la producción”, señalaba el Banco de España en sus proyecciones macroeconómicas (2022-2024) presentadas este martes.
El informe añadía que “la incidencia del encarecimiento de la energía puede ser especialmente acusada en las ramas más intensivas en su uso”, como la metalurgia, la siderurgia, el transporte y las industrias químicas y extractivas.
La situación también ha empeorado debido a los fuertes aumentos de precios. Los industriales han subido un 40,7% en febrero, el mayor incremento de la serie histórica desde su comienzo, en 1976.
Para María Jesús Fernández “si los aumentos de precios energéticos son permanentes, aunque no sea a niveles tan elevados como los actuales, los sectores más intensos en el uso de esos recursos verán afectada su producción”.
El último informe de BBVA Research presentado este jueves señalaba que el aumento en el coste de transporte “será especialmente negativo para los sectores abiertos a la economía mundial, particularmente la industria y el turismo”.
Y añadía que debido al incremento en el precio de las materias primas, o a la falta de ellas, “la industria está sufriendo especialmente, y ya hay empresas que han decidido entrar en ERTE para reducir las pérdidas por el incremento en el precio de la energía o por no poder producir”.
El sector más perjudicado
El informe de BBVA Research era tajante con el efecto que está teniendo el fuerte aumento de la inflación sobre la industria. “Será la más perjudicada”, sentenciaba.
Por todo ello, parece que el sector industrial va a sufrir más este año y que, por tanto, la recuperación de su peso sobre la economía española va a ser efímera. Quizás pierda en solo unos meses lo ganado en varios años.
Lo importante, aparte de fabricar más coches o producir más acero, será que la economía gire hacía un modelo más focalizado en actividades de gran valor añadido, con futuro y centradas en sectores tecnológicos que empleen mano de obra muy cualificada. Será el mejor bálsamo para esta crisis. Y para las que vengan después.