Hay un término en tendencia en el mundo financiero en los últimos tiempos, que cada vez suena con más fuerza y lo seguirá haciendo en el futuro. El de las finanzas verdes.
Un concepto que puede encontrarse con diferentes acepciones, como ESG. Es el acrónimo inglés de Environmental, Social and Governance, o corporate governance (medio ambiente, social y buen gobierno, en castellano); es decir, todos los aspectos relacionados con el impacto social y ambiental de las inversiones, y de la actividad empresarial y económica en general; y con el buen gobierno corporativo de las empresas y de las entidades financieras.
También puede encontrarse bajo las siglas ASG, respondiendo a los criterios ambientales, sociales y de buen gobierno en el mismo contexto económico, financiero y empresarial. Y otra de las siglas que suelen utilizarse para referirse a este fenómeno de creciente importancia es ISR, o inversión socialmente responsable. Aquella que no solo considera la rentabilidad, sino también el impacto social o medioambiental y que tiene en cuenta los asuntos de buen gobierno corporativo.
En los círculos financieros el de las finanzas verdes es un concepto que viene sonando desde hace años, aunque es en nuestros días cuando está cobrando más fuerza y lo seguirá haciendo en el futuro cada vez en mayor medida según señalan los expertos. Porque se trata de una demanda social, de un movimiento que tiene en cuenta cada vez más a la hora de decidir sus compras, inversiones y decisiones económicas, la idea de sostenibilidad.
Una tendencia que tiene sus consecuencias económicas. Sirva como ejemplo el que será pronto el primer banco español por volumen de activos. CaixaBank Asset Management, la gestora de fondos de inversión de esta entidad bancaria, ha informado recientemente de que el 85% de sus activos en fondos españoles (algo más de 46.600 millones de euros en el momento del análisis de datos) se gestionan ya bajo criterios de sostenibilidad. Y VidaCaixa, su aseguradora de vida y gestora de fondos de pensiones, tiene ya el cien por cien de sus activos bajo gestión, y por tanto todos sus productos, analizándose bajo criterios de sostenibilidad.
Una evolución que supone todo un reto para las entidades financieras, que han de formar a sus redes comerciales que asesoran sobre productos como fondos de inversión o de pensiones, sobre la integración de estos criterios ambientales, sociales y de buen gobierno corporativo en materia de inversión para poder dar respuesta a las inquietudes crecientes de sus clientes en materia financiera.
De hecho, la Comisión Europea presentó hace dos años el Plan de Acción de Finanzas Sostenibles, para una economía más ecológica y limpia que permita alcanzar en 2030 los objetivos del Acuerdo de París para combatir el cambio climático. Este plan consta de diez acciones que afectan a todos los participantes de la cadena de inversión, desde las compañías (que deberán invertir en proyectos sostenibles y fomentar la sostenibilidad en sus políticas de gobierno corporativo); pasando por los inversores institucionales, gestores de activos y aseguradoras (que deberán informar sobre las sostenibilidad de sus inversores); los prestadores de servicios como agencias de rating y proveedores de datos; y, por supuesto, los bancos y los asesores de inversión.
Sirva como ejemplo la clasificación de los productos financieros en función de criterios de sostenibilidad, distinguiendo los productos sostenibles de los que no lo son, con obligaciones específicas diferentes en uno y otro caso; fundamentalmente, en materia de información tanto precontractual (folletos, test de idoneidad a los clientes, etcétera) como postcontractual (informes periódicos de rentabilidad).
Está claro que las cuestiones medioambientales cada vez importan más a los clientes; y no sólo a los jóvenes millennials, que incluso utilizan aplicaciones móviles que les clasifican las empresas en función de sus políticas sostenibles. Sino que hay estudios que muestran que todas las generaciones ven con buenos ojos las cuestiones de sostenibilidad. Y es que, además, las inversiones socialmente responsables están contribuyendo a que mercados y productos muestren un rendimiento más positivo.
De hecho, los fondos de inversión con criterios ESG son los que están teniendo una mayor rentabilidad en la actualidad, destaca Jesús López Zaballos, asesor financiero y presidente de la federación europea de asociaciones de analistas financieros (EFFAS, European Federation of Financial Analysts Societies), que agrupa a más de 20.000 profesionales de la inversión del Viejo Continente. Una federación que ha sido pionera al impulsar hace años el lanzamiento a nivel mundial de un certificado profesional para analistas ESG: Certified ESG Analyst (CESGA). Y que este mismo año ha puesto en marcha una nueva titulación para asesores financieros en materia de sostenibilidad: ESG Essentials. Acreditaciones profesionales que garanticen la buena preparación en las cuestiones ESG, que la propia Unión Europea se está planteando generalizar entre los profesionales europeos del sector.
¿Y en qué se traduce todo esto para el usuario final de los bancos, para el ciudadano? En breve, es posible que el asesor que le atienda en su sucursal tenga que contar necesariamente con una de estas certificaciones profesionales. El test de idoneidad que se realiza a los clientes deberá incluir si éste quiere tener en cuenta los aspectos ESG en sus decisiones de inversión; y si la respuesta es afirmativa, las entidades deberán orientar de esa forma su asesoramiento. De esta forma, el cliente podrá elegir productos con impacto social o que contribuyan a la eficiencia energética, a la lucha contra el cambio climático, a la sostenibilidad del planeta.
Y algo similar ocurrirá con los créditos. Habrá préstamos verdes. Los bancos darán financiación en condiciones preferentes, impulsados por las medidas de la Unión Europea, a proyectos que contribuyan a los objetivos citados anteriormente. Y también hipotecas verdes, que facilitarán financiación para construcciones más sostenibles y respetuosas con el medio ambiente. Las finanzas verdes han llegado para quedarse.