La pandemia ha acelerado los cambios en los hábitos de los consumidores y en los modelos de negocio de las empresas con un impacto duradero en el tiempo, lo que intensificará la redistribución del empleo durante la próxima década, forzando a millones de trabajadores de todo el mundo a buscar nuevas ocupaciones. Y golpeando ya sin piedad a la clase media.
Amalia, con 39 años, lleva en ERTE desde marzo y tiene que acudir a las colas del hambre para dar de comer a sus dos hijos. Su caso es un ejemplo de cómo el coronavirus se está ensañando con la clase media, con la mayoría de la sociedad, los que ganan entre 11.000 y 30.000 euros brutos al año. Muchas familias han visto cómo sus ingresos se desplomado de repente en los últimos meses. Especialmente, en los sectores más afectados por las restricciones, es decir, el pequeño comercio, la hostelería y el turismo. La desaparición de la clase media es alarmante. En los últimos 20 años ha caído un 8 por ciento frente al aumento de un 7 por ciento de la clase baja. Y no, la cosa en la próxima década no va a mejorar en la próxima década.
Alrededor de cinco millones de empleos en España corren el peligro de ser desplazados a lo largo de la próxima década por distintos factores, entre los que destaca la automatización, y que se habrían visto acelerados por el impacto de la pandemia, según el estudio 'El futuro del trabajo después de la Covid-19', realizado por McKinsey Global Institute (MGI).
De este modo, la firma ha revisado sustancialmente al alza sus anteriores estimaciones, ya que antes de la pandemia calculaba que en España podrían desaparecer para 2030 alrededor de 4,1 millones de empleos, de los que la práctica totalidad estaban relacionados con la automatización del trabajo. Sin embargo, el efecto acelerador de la pandemia sobre la automatización, el comercio electrónico, el teletrabajo o la reducción de los viajes de negocios ha llevado a MGI a revisar esta cifra hasta los 5 millones de empleos en peligro de ser desplazados, de los que 4,6 millones estarían amenazados directamente por la automatización.
Los autores calculan que en España alrededor de 1,6 millones de trabajadores se verán empujados para 2030 a cambiar de ocupación, incluyendo 1,4 millones obligados a un cambio total de ocupación y categoría, mientras que 0,2 millones deberán mudar de trabajo sin cambiar su categoría ocupacional, una cifra que supone una revisión al alza del 7% o de 100.000 personas, respecto de las estimaciones anteriores a la pandemia.
En este sentido, los empleos más afectados por esta transición forzosa serían los camareros, vendedores minoristas, empleados de oficina, operadores de máquinas de envasado y llenado, así como empleados de contabilidad.
De este modo, mientras que categorías profesionales como los servicios de comidas, soporte en oficinas, la agricultura o trabajos de producción y almacenamiento serían los que registrarán una peor evolución neta entre 2018 y 2030, las categorías de cuidados sanitarios y de dependientes, así como los creativos y las profesiones STEM (ciencias, tecnologías, ingenierías y matemáticas) registrarían una evolución neta más positiva en España.
No obstante, a pesar de contar con un gran número de trabajadores dedicados a servicios de restauración, comercio minorista, servicios de atención al cliente y ventas, dada la importancia del turismo en su economía, MGI señala que el impacto a largo plazo en España de la Covid-19 "se prevé más moderado que en otras economías avanzadas".
"En el caso de España se pensaría que podría sufrir una gran disrupción en el largo plazo por su importante sector de viajes y turismo y de comercio minorista, pero tiene una tasa más baja de penetración del comercio electrónico en la población y un menor crecimiento del e-commerce respecto de otros países, por lo que España se puede ver relativamente menos afectada", explicó Susan Lund, una de los autores del estudio.
A este respecto, MGI señala que la tasa de crecimiento del comercio electrónico en España se triplicó en 2020 durante la pandemia, si bien partía de un nivel más bien bajo, mientras que únicamente el 18% de los trabajadores españoles pudieron teletrabajar la mayor parte del tiempo, un porcentaje inferior al de otros países desarrollados analizados como Alemania (24%), Francia (21%), Reino Unido (26%) o Estados Unidos (22%).
Por otro lado, los autores del informe señalan que los trabajadores más afectados por la obligación de cambiar de ocupación serán probablemente empleados con salarios bajos y medios, que deberán tratar de acceder a empleos con salarios más altos, para lo que tendrán que adquirir nuevas competencias y especialidades.
De hecho, el estudio proyecta que en los percentiles salariales más altos se crearán alrededor de medio millón de nuevos empleos para 2030, mientras que se destruirán unos 700.000 empleos en niveles salariales intermedios y otros 100.000 puestos de trabajo en los percentiles salariales más bajos. Asimismo, el aumento en las transiciones laborales requeridas debido a las tendencias influenciadas por la Covid-19 es casi cuatro veces mayor en España, Francia y Alemania para las mujeres que para los hombres. De manera similar, la necesidad de cambios ocupacionales afectará a los trabajadores más jóvenes más que a los mayores, y a las personas nacidas fuera de la Unión Europea en mucha mayor medida que a los trabajadores nativos.
"La pandemia no solo incrementará el número de transiciones ocupacionales de unos trabajos a otros, sino que también intensificará el reto del reciclaje profesional. Los trabajadores vulnerables que se encuentran en situación más precaria serán los que más sentirán sus efectos", señaló la socia de MGI y coautora del informe Anu Madgavkar. "Esto hace más urgente que tanto las empresas como los responsables políticos ayuden a estos trabajadores a adquirir las habilidades más necesarias en el futuro", añadió.
Según el estudio, entre el 20% y el 25% de los trabajadores de las economías desarrolladas podrían desempeñar sus funciones desde casa sin que se registrase una pérdida de productividad.
Entre los países analizados, Reino Unido (26%) y Alemania (24%) son los que cuentan con mayor porcentaje de trabajadores en disposición de trabajar entre tres y cinco días a la semana desde casa, por delante de Estados Unidos (22%), Japón (22%), Francia (21%) y España (18%), mientras que en China e India la proporción era del 11% y el 5%, respectivamente.
A pesar de que los trabajadores que pueden trabajar desde casa entre tres y cinco días a la semana son una minoría, representan de cuatro a cinco veces más que el porcentaje anterior a la pandemia, y esto podría tener importantes implicaciones para las zonas urbanas, así como para la demanda de restaurantes y tiendas en las áreas del centro de las ciudades y en el uso del transporte público.
Asimismo, MGI señala que el uso extensivo de las videoconferencias durante la pandemia ha impulsado la aceptación de las reuniones virtuales, con las que muchas empresas esperan reemplazar algunos viajes de negocios después de la pandemia, por lo que, mientras que es probable que los viajes de placer y el turismo se recuperen cuando termine la pandemia, como ya lo ha hecho en China, los viajes de negocios pueden tomar un camino diferente, con una caída estimada de alrededor del 20%, lo que tendría un efecto en cadena significativo sobre el empleo en las aerolíneas, los hoteles y los servicios de comidas.
Por otro lado, la masiva adopción por trabajadores y empresas de herramientas digitales para facilitar el teletrabajo puede conllevar cambios en la geografía del trabajo, puesto que antes de la pandemia los trabajadores altamente cualificados se concentraban en las ciudades más grandes del mundo, mientras que el teletrabajo permitirá a los trabajadores vivir en cualquier parte. Esto permitirá que las empresas tengan la oportunidad de contratar con mayor libertad y amplitud geográfica.