Primero fue la luz. Ahora es la gasolina. 2021 ha sido el año del gas por las nubes, lo que ha encarecido notablemente la factura eléctrica. 2022 tiene visos de repetir la tendencia, pero con el petróleo y el depósito del coche. Por primera vez desde 2014 el precio del barril de Brent, el de referencia en Europa, ha superado los 90 dólares este enero.
Resultado: la gasolina se encuentra en máximos históricos en España. Roza los 1,54 euros el litro y el diésel está a 1,42 euros (su quinto precio más alto), de acuerdo con el último boletín petrolero de la UE. Aunque su precio se mantiene por debajo de la media europea, encadena ya más de un mes de subidas.
El hito se ha alcanzado a finales de enero, pero los precios fueron escalando durante todo 2021. Hace un año, ambos carburantes costaban unos 30 céntimos menos en España. Un depósito estándar cuesta 17 euros más. La subida se detuvo a finales de noviembre, por los temores del mercado a una ralentización de la economía. La variante ómicron había hecho su aparición.
Pero los precios han vuelto a dispararse desde la tercera semana de diciembre. La gasolina ha subido un 4,2% y el diésel un 5,8%. Pero, ¿qué ha pasado en este tiempo?
Desde hace cinco años es la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), junto con otros productores aliados -liderados por Rusia- quienes coordinan la cantidad de crudo que sale al mercado.
Esto 23 países, que forman la llamada OPEP+, redujeron el número de barriles producido en abril de 2020, con el frenazo económico provocado por la covid. Con el tiempo, la actividad industrial y la demanda de petróleo se han ido recuperando, pero los productores no han equiparado la oferta. Esta “escasez” ha provocado un aumento de los precios.
Y no parece que nada vaya a cambiar. La última reunión mensual de la OPEP+, este mismo miércoles, ha durado 16 minutos. Los jefes de Estado no necesitaban más tiempo para ratificar su hoja de ruta aprobada en julio: un incremento gradual 400.000 barriles diarios más para marzo de 2022.
Según los últimos cálculos la Agencia Internacional de la Energía (AIE) la demanda superará los niveles de prepandemia en 2022: crecerá en 3,3 millones de barriles diarios. Ocho veces más que el "parche" de los productores. Y sin tener en cuenta que las reservas han alcanzado su mínimo desde hace siete años.
En estos meses el resto de potencias, con Estados Unidos al frente, han intentado, sin éxito, convencer a la OPEP+ de que abra el grifo. Incluso anunciaron en noviembre que liberarían parte de sus reservas de crudo para equilibrar los precios.
Pero, las interrupciones y los déficits de producción de algunos países de la OPEP+ lastran las expectativas de crecimiento de la oferta. En diciembre las milicias clausuraron el mayor campo petrolífero Libia y ha habido problemas técnicos en algunos conductos a los largo de enero.
Ecuador, Nigeria, Angola y Malasia también se han enfrentado a dificultades técnicas y operativas. Rusia bombeó en diciembre por debajo de su cuota por primera vez desde que se aplicaron recortes récord. Arabia Saudí y Emiratos Árabes tampoco están alcanzando los números pactados.
Pero, a la falta de suministro, se ha sumado que Rusia, líder de facto de los productores aliados de la OPEP+, ha lanzado un órdago a Occidente, con su amenaza de invasión a Ucrania. Las reuniones entre la UE y sus aliados y los rusos continúan, con pocos avances.
Este cúmulo de circunstancias ha causado que en lo que llevamos de 2022 el coste del petróleo Brent se ha incrementado más de un 14%. Si la OPEP y sus aliados no aceleran el ritmo de producción y la tensión geopolítica continua, los precios seguirán altos en los próximos meses. Y se hará notar al llenar depósito del coche.