Se le ha bautizado ya como 'criptocrash'. También, como el invierno de las criptomonedas, una alternativa virtual al dinero tradicional. Las principales han caído hasta un 56% en su valor más alto registrado el pasado noviembre, en otros casos más del 80%.
Un descalabro que muchos comparan con el de Lehmann Brothers y las hipotecas 'subprime' en 2008. Con una fuga de 600.000 millones de euros en la última semana, casi la mitad de su valor actual, equivalente al PIB de España.
El desplome en un 99% de Terra la, hasta ahora, novena criptodivisa del mercado, que se sustentaba en su paridad con el dólar, ha propiciado este efecto dominó sobre el resto de miles de monedas virtuales. Para los expertos no estaría fallando la tecnología, sino la especulación y una burbuja sin precedentes que la ha sometido, sin apenas control regulatorio, a una realidad volátil y frágil en un escenario de inflación y crisis internacional.
Para sus defensores este colapso es algo puntual, un reajuste normal y previsible, aseguran ante, otras causas, una demanda excesiva de inversores novatos que buscaban multiplicar sus ganancias en muy poco tiempo.
Se estima que uno de cada diez de españoles ha invertido en criptomonedas unos 60.000 millones de euros, el 5% de la riqueza del país. Un sistema de pago cada vez más presente en moda, viajes y hasta inmuebles, pero que funciona sin el paraguas de entidades financieras y la gran mayoría de estados.
Solo la República Centroafricana y El Salvador, al borde del 'default' tras esta crisis, las tienen como monedas de curso legal. Un agujero negro para otros de elusión de impuestos, de estafas y del crimen organizado.