En el panorama actual del consumo, donde las campañas comerciales del Black Friday se han convertido en un espectáculo a nivel mundial, es importante ser conscientes de que no todas las tiendas ni sectores del mercado se unen a esta tendencia.
En 2024, son varias las empresas y tipos de comercios que han optado por ignorar o contrarrestar activamente esta jornada, dando más valor a estrategias basadas en valores sostenibles, políticas de precios estables y fidelización del cliente.
Marcas como Patagonia, Eileen Fisher y The Body Shop han liderado iniciativas para contrarrestar la vorágine consumista del Black Friday. En lugar de sumarse a la fiebre de ofrecer descuentos masivos, estas empresas han decidido realizar campañas que fomentan la reutilización, el consumo consciente y la sostenibilidad ambiental.
En Patagonia desde hace años, se utiliza esta fecha para impulsar donaciones a organizaciones ambientales, donando el 100% de sus ingresos en el Black Friday de años anteriores a causas ecológicas. En The Body Shop cierra o limita sus promociones en tienda para educar a los consumidores sobre el impacto ambiental del consumismo.
Muchas librerías independientes optan por no adherirse al Black Friday para proteger sus márgenes de ganancia y fomentar así un consumo más reflexivo. Este sector suele argumentar que los descuentos excesivos perjudican la percepción del valor de la cultura.
En España, librerías como Casa del Libro y La Central han priorizado mantener sus precios sin descuentos significativos, concentrándose en experiencias personalizadas como charlas literarias o eventos culturales durante estas fechas.
Marcas como IKEA han tomado una posición clara contra la participación activa en el Black Friday, limitando sus promociones a eventos menores o a categorías específicas. En su lugar, IKEA promueve el reciclaje y el intercambio de muebles usados. Según voceros de la marca, la estrategia busca destacar un modelo de consumo responsable y fomentar el concepto de economía circular.
En el sector de lujo, marcas como Louis Vuitton, Gucci y Rolex son conocidas por no participar en el Black Friday. Estas casas de moda y relojería evitan descuentos para mantener la percepción de exclusividad y valor atemporal de sus productos. Al ofrecer precios estables durante todo el año, refuerzan su imagen de lujo y evitan devaluaciones que podrían perjudicar su prestigio.
En un mundo donde la presión por ofrecer descuentos competitivos puede resultar en condiciones laborales adversas, algunos negocios han optado por no participar en el Black Friday. Empresas como Decathlon han reducido sus campañas de descuentos masivos, priorizando iniciativas de reparación de productos y sostenibilidad en sus modelos de negocio.
En el contexto español, aunque la mayoría de las grandes cadenas participan en el Black Friday, algunas se diferencian al mantener políticas de precios estables o realizar campañas alternativas. por ejemplo, El Corte Inglés aunque participa activamente en el Black Friday, ha optado por distribuir las promociones en la llamada "Black Week". Sin embargo, ciertas secciones, como marcas premium de moda y cosmética, rara vez aplican descuentos relevantes.
Primark, por su parte, tampoco suele participar activamente en el Black Friday, dado que sus precios son ya bajos durante todo el año y cumplen las expectativas de sus clientes. Esto refuerza su mensaje de que sus productos están diseñados para ser accesibles sin necesidad de grandes promociones estacionales.
La resistencia de ciertos sectores y tiendas al Black Friday está alineada con un cambio global hacia un consumo más ético y sostenible. Aunque el evento sigue siendo un motor económico clave, el aumento de alternativas como el "Green Friday" y las estrategias de precios justos están modificando cómo las marcas interactúan con los consumidores durante estas fechas tan señaladas.
En 2024, estas posturas no solo subrayan los desafíos éticos y económicos del consumo masivo, sino que también ofrecen una invitación a repensar nuestras decisiones como consumidores. ¿Deberíamos priorizar los precios o el impacto a largo plazo?