La psicología define el ‘doom spending’ como un consumo compulsivo online que está afectando especialmente a la ‘Generación Z’ y los millennial . Es una manera de poder sobrellevar los problemas del día a día, un método engañoso de poder aliviar el sufrimiento a corto plazo.
Las compras impulsivas suelen ser compras pequeñas y de adquisición barata, a través de plataformas como Shein, AliExpress o Amazon. Sin embargo, lo que parece caprichos de poca relevancia, su uso frecuente puede conllevar a generar una gran adicción.
Este término, también se puede calificar como ‘gasto catastrófico’ que se produce por la incertidumbre económica que muchos jóvenes tienen actualmente. De hecho, suele darse en personas con más preocupaciones sobre las finanzas personales.
La sensación de no poder alcanzar sus propios logros o una estabilidad económica hace que se genere un pensamiento de ‘vivir el momento’, el cual, lleva a realizar esos gastos, la mayoría de ellos, innecesario.
Las redes sociales y este tipo de plataformas, cada vez más abundantes, hacen que el estímulo de querer adquirir cosas sin importancia que sea necesario para poder seguir las tendencias y sentirnos conectados a la sociedad.
Sin embargo, es la pescadilla que se muerde la cola, porque ese sentimiento de ansiedad, acrece cuando se realizan este tipo de compras, porque el pago de las mismas no genera una satisfacción, sino todo lo contrario, un sentimiento de culpa que lleva a más estrés, según ‘Neotherapy’.
Lo primero, sería ser conscientes de nuestra situación económica, es decir, saber cuáles son los recursos financieros con los que contamos y a qué tenemos que dedicarlos necesariamente. Tener un diario en el que anotemos nuestros ingresos y gastos sería una clave base para una correcta organización económica.
La planificación ayuda a la mente a ver los gastos y las previsiones durante una etapa concreta, ya sea un mes, varios meses o incluso años. Establecer objetivos también es una motivación para cumplir con los límites de gastos.
Es bueno, de vez en cuando, darse un capricho personal a modo de reconocimiento del trabajo realizado durante el mes, pero no hay que sobrepasar ciertos límites. Así mismo, es recomendable que se reduzca la exposición a anuncios o cancelar suscripciones a ciertas páginas webs que incitan al gasto para evitar tentaciones innecesarias.
Para poder reducir el estrés que se genera de las obligaciones diarias, existen otras maneras en las que invertir el dinero para relajar la mente. Las terapias, grupales o individuales, los entrenamientos o actividades físicas y el ocio, siempre y cuando sea sano y en su justa medida.
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