Los expertos recomiendan beber una media de dos litros de agua diarios. Una necesidad fundamental para el bienestar humano, ya que representa el 60% de nuestra constitución. Beber agua del grifo suele ser, en líneas generales, más barato que beber agua mineral. No obstante, hay ciudades de España donde solo se usa para cocinar y, en muchos casos, ni eso. Y es que, en función de dónde se viva, se puede llegar a pagar el triple por el mismo consumo.
Un estudio reciente de la OCU ha analizado el precio del agua del grifo en 54 ciudades españolas. El objetivo es garantizar el acceso a un consumo mínimo, asegurando así que se pueda disfrutar en los hogares más vulnerables.
Pese a todo, hay hogares en los que la percepción del agua corriente es negativa. Por ser incolora, insípida y con químicos, ya que la antigüedad de las tuberías puede llegar a repercutir negativamente en el sabor del agua del grifo.
En este sentido, la OCU ha fijado un consumo medio de 175 m3 para un hogar de tres a cuatro personas. Guadalajara es la ciudad más barata, con 164 euros por ese consumo. Por el contrario, Barcelona es la ciudad más cara, con 520 euros por consumo. Se trata de una diferencia, por tanto, de 356 euros.
El estudio de la OCU concluye que, tras Barcelona, las ciudades de España más caras para el consumo de agua del grifo son: Murcia (495 euros), Alicante (490 euros), Palma (460 euros), Huelva (449 euros), Lérida (442 euros), Tarragona (435 euros), Cádiz (434 euros), Bilbao (411 euros) y Sevilla (391 euros).
En la cara opuesta del estudio se sitúan las ciudades más económicas para el consumo de agua del grifo. Hablamos de: León (220 euros), Lugo (216 euros), San Sebastián (206 euros), Burgos (204 euros), Ávila (199 euros), Soria (196 euros), Melilla (182 euros), Ourense (180 euros), Palencia (166 euros) y Guadalajara (164 euros).
Con respecto a la variable de cantidad de agua gastada, la mayoría de las ciudades aplican un sistema de bloques de consumo. En ese primer bloque se engloban todos los gastos a un precio más bajo y el resto de bloques sucesivos a distintos precios. Es cada localidad la que acuerda cuántos bloques y cuántos metros cúbicos hay en cada bloque, además de su precio.
Así es como hay ciudades que distinguen 8 bloques, como Cáceres, y otras con de tres a cinco bloques, como Pamplona o San Sebastián, que mantienen tarifas lineales.
El precio más bajo de un primer bloque se asocia al consumo esencial (entre 50 y 100 litros por persona al día). En ese primer bloque se incluyen unos 30 m3 al año, aunque hay que tener en cuenta cuántas personas habitan en la vivienda y hacen uso de este servicio esencial.
Otro problema importante son las dificultades de abastecimiento. Así pues, las ciudades de la cuenca mediterránea cobran precios más altos por el suministro, atendiendo al encarecimiento de los gastos de saneamiento, algo que difícilmente se justifica porque la labor de la empresa depuradora no debe influir demasiado.
Un problema adicional son unos costes fijos demasiado altos en algunas ciudades, una política tarifaria que no incentiva el ahorro de agua. Sucede cuando hay ayuntamientos que cubren una parte de los costes del servicio con la parte fija de la factura, penalizando a las viviendas que no se usan durante todo el año.
Si se analiza al detalle, el coste fijo llega a superar los 150 euros al año además de en Vigo, en Tarragona, Ceuta y Barcelona. Sin embargo, en otras ciudades como Guadalajara, Badajoz o Málaga apenas se pagan poco más de 20 euros.
Precisamente las dificultades de abastecimiento son las que justifican que haya una factura más elevada en la cuenca del mediterráneo. Desde 2020, el importe de la factura media experimenta un ligero incremento del 2,2%. Ha subido en 22 ciudades en algunos conceptos, mientras que 22 municipios lo mantuvieron y 10 bajaron sus precios.
Bilbao, con un 16%, presenta las subidas más destacadas, excepto en alcantarillado. Por su parte, en Vigo, se ha incrementado la tarifa en un 15%. En Barcelona también se ha producido un incremento, por lo que se consolida como el agua más cara de España.
La crisis de la pandemia provocó la retirada del canon del agua gestionada por la comunidad. De este modo, Andalucía experimentó las mayores bajadas de precio del agua.
El problema es que no todos los usuarios pueden acceder a agua del grifo a un precio razonable ni existen tarifas sociales para el agua. Una de las bonificaciones más extendidas es la de “familias numerosas”, que en algunas ciudades se completa o se sustituye por tarifas que tiene en cuenta las personas empadronadas en la vivienda.
Faltan ayudas y bonificaciones. Solo en Barcelona, un hogar con ingresos que disfruta de un 29% de descuento paga 369 euros por 175 m3, más del doble que en Guadalajara, donde no hay descuento.