Cómo reunificar deudas: gastos y funcionamiento
Es posible reunificar deudas pendientes procedentes de distintos créditos en una sola, pero el coste de esta operación es elevado: conoce en qué consiste la reunificación de deudas
Cuando contamos con distintas deudas pendientes que se traducen en varias cuotas mensuales cobradas por varias entidades, es posible que, llegado un bache económico, se nos haga demasiado cuesta arriba hacer frente a todas ellas cada mes. Por este motivo, y con el fin de reducir el importe total que se paga mensualmente, algunas personas optan por la llamada reunificación de deudas, una herramienta que consiste en reagrupar todos los préstamos e hipotecas contraídos para convertirlos en un solo préstamo, por el que se nos cobrará una cuota única. Esta fórmula tiene sus ventajas, pero su gran inconveniente es que implica un precio final mayor: podremos ‘estirar’ el tiempo que tardamos en devolver el dinero, pero pagaremos más intereses totales. Conoce cómo funciona la reunificación de deudas y cuáles son los pros y contras de reunificar préstamos con tu entidad bancaria o una empresa mediadora.
Cómo funciona la reunificación de deudas: claves de este proceso
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Tal y como explica BBVA, reunificar deudas consiste en unir todos los préstamos pendientes en uno, de forma que afrontemos una sola cuota cada mes "cuya cuantía será menor a la suma de las diferentes cuotas a las que anteriormente teníamos que hacer frente". Así, se reunirían todas las deudas para reducir la cuota que pagamos al mes, pero aumentaría el plazo de amortización, de forma que el coste final de la operación será mayor porque se cobrarán más intereses, entre otros gastos.
Esta operación puede negociarse con una entidad bancaria (por ejemplo, con el banco con el que tengas firmados la mayoría de tus préstamos) o bien llevarse a cabo a través de empresas mediadoras, especializadas en reunificar deudas procedentes de distintos préstamos e hipotecas suscritos con distintas entidades y con diferentes tipos de interés en cada caso.
La operación es sencilla, pero es importante analizar con cuidado el coste total de la operación porque, aunque la cuota mensual resultante nos permita un desahogo económico, podríamos acabar pagando mucho más dinero por nuestros préstamos. Se debe estudiar cada caso concreto, bien por parte de la entidad, bien por parte de la empresa mediadora, de forma que se analicen los intereses que se están abonando y los plazos de amortización que existen en cada caso. Si optamos por una empresa mediadora, ésta negociará con las distintas entidades bancarias para obtener unas nuevas condiciones de pago.
El siguiente paso es cancelar todas las deudas pendientes para convertirlas en una sola, con unas nuevas condiciones. El producto resultante tendrá forma de hipoteca y contará con un nuevo tipo de interés y un nuevo plazo de amortización, generalmente más largo para que la cuota mensual descienda.
En cuanto a los gastos que conlleva la reunificación de deudas, no solo hay que tener en cuenta los nuevos intereses, sino también posibles comisiones de cancelación o amortización anticipada de préstamos que podría cobrar cada entidad. Además, al crearse una nueva hipoteca, habrá que hacer frente a todos los gastos relacionados con esta operación: comisión de apertura, costes de tasación de vivienda o inmueble hipotecado, Impuesto de Actos Jurídicos Documentados, gastos de notaría... Si esta operación se lleva a cabo a través de una empresa mediadora, lógicamente ésta también cobrará una cantidad por llevar a cabo todas las negociaciones y dar forma al nuevo producto. En cambio, los bancos no suelen cobrar comisiones por la operación de reunificación.
Por último, hay que tener en cuenta que deben cumplirse varios requisitos para poder acogerse a una reunificación de deudas. El primero es el de reunificar todos los préstamos e hipotecas pendientes (no podemos reunificar unos y dejar fuera otros). El segundo es que la cuantía de esta nueva hipoteca no supere el 80 por ciento del valor del bien hipotecado, como ocurre con la mayoría de hipotecas, si bien cada entidad o empresa puede relajar estas condiciones. También es frecuente que se pida a la persona las mismas garantías que se solicitan cuando vamos a pedir una hipoteca normal: ingresos mensuales estables y demostrables, no estar incluido en una lista de morosos, contar con un avalista...