Con la electricidad ocurre lo mismo que con muchas otras cosas: en cada país es un mundo. Los ingredientes (mix, se dice) para generar kilovatios son distintos. Estas diferencias hacen que en tiempos de crisis energética como ahora, las necesidades de unos y otros también difieran. Además del mix, también hay diferencias en cómo de conectados están los países para intercambiar megavatios.
"La península ibérica tiene una situación especial, con un mix energético que tiene un nivel de renovables muy elevado, lo cual es bueno, pero con muy pocas interconexiones", reconocía la presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen este viernes. Por este motivo se le permitirá a España gestionar los precios de otra manera.
Esta crisis, dadas las diferencias de los países en mix y conexión, genera dos tipos de preocupaciones:
A España le preocupa más la primera y a Alemania, la segunda. Nuestro país apenas compra un 7% de su gas a Rusia. Alemania, más de un 60%.
Pero por si no fuera todo ya muy complicado, se añade el factor transición energética. Europa quiere liderar el rumbo verde de la economía. Un precio del gas por las nubes durante mucho más tiempo del esperado fuerza a reconsiderar planes de transición y regulaciones del mercado eléctrico.
Nuestro país también tiene sus planes de transición energética: se quiere acelerar todo lo posible la electrificación de la economía. Eso significa que todos los procesos productivos y máquinas que se alimentan con combustibles fósiles lo hagan con electricidad. El objetivo es llegar a un 70% de electricidad de origen renovable en 2030.
Pero si la luz se mantiene en niveles tan elevados durante mucho tiempo: ¿Qué lógica hay en invertir en un coche eléctrico, por ejemplo, si el repostaje será muy caro?
"Los altos precios de la electricidad son un obstáculo a la electrificación de sectores intensivos en emisiones como la industria, el transporte y el sector residencial”, sostiene Natalia Fabra, catedrática en economía en la Universidad Carlos III. "Estos precios de la luz que vemos, que superan en varias órdenes de magnitud los costes de las renovables, distorsionan las inversiones eficientes".
El diseño del mercado eléctrico ha servido para emitir señales durante años y conseguir sacar del sistema de generación a las centrales más caras, contaminantes e ineficientes: las de carbón. Pero, según el Gobierno ha dejado de funcionar.
El mix eléctrico de nuestro país y el del resto de Europa no tiene nada que ver con el de hace 20 años. Si España quiere seguir incentivando la instalación de renovables: ¿hacen falta precios de la luz muy elevados para que sea rentable y atractivo este negocio?
“Las renovables necesitan precios estables, no altos", responde Fabra. "Así lo han demostrado las subastas convocadas por el Gobierno español. A cambio de obtener precios estables durante un periodo de 12 años, los inversores han ofertado por la producción de sus nuevas centrales a precios entre los 25 y los 30 euros/MWh, cuando en el mercado mayorista superaban los 100 y los 150 euros/MWh”.
Esta experta defiende un cambio en el diseño del mercado que permita, por así decirlo, recalibrar las señales que emite ahora mismo. "En una situación normal, tener renovables consigue bajar el precio porque evita que entren a funcionar centrales de gas más caras", explica Pedro Fresco, director general de Transició Ecológica de la Generalitat Valenciana. "El sistema opera ahora en modo 'o todo o nada': o entra el gas y marca el precio al resto o las renovables cubren toda la producción. El mercado está roto y ya nada tiene sentido".
Alemania tiene sus reservas a la hora de cambiar la forma en la que se fija el precio de la electricidad en Europa. Depende de cómo se regule, la electricidad podría ser más barata de generar en España que en Alemania, explican algunos expertos. Las cifras de competitividad de algunos sectores podrían verse alteradas por esto.
Pero Berlín tiene además otro frente abierto: cómo ajustar sus planes hacia una economía más verde. Alemania apostó mucho por el gas como energía de transición.
Alemania todavía genera una cuarta parte de su energía quemando carbón. En España este combustible es residual: un 2% del mercado eléctrico. Berlín tiene que cerrar estas centrales para reducir emisiones y la energía nuclear no ha sido nunca una opción (existe mucha oposición ciudadana). Solo quedaba el gas como recurso para quitarse el carbón de encima mientras se iban instalando más renovables.
“Alemania ha hecho su propia apuesta pero les ha salido mal confiar en Rusia como proveedor principal para su transición energética”, valora Natalia Collado, economista en EsadeEcPol. “Antes de esta crisis era una fuente que les iba a ayudar, contamina menos que el carbón. Lo que está ocurriendo es un shock muy grande para la sociedad alemana”.
Ahora el país tiene que reajustar su planteamiento. El Gobierno ya ha anunciado sus objetivos para reducir esta dependencia de Rusia, que además había ido ganando peso con el tiempo. El cambio no saldrá barato.
España y Alemania tienen niveles de renovables parecidos. Esta no es una crisis que pille a nuestro país sin los deberes hechos. Incluso podríamos decir que estamos mejor que Alemania porque ya no utilizamos el carbón como fuente de electricidad.
El despliegue de renovables y las condiciones atmosféricas permitieron a la eólica convertirse en nuestra principal fuente de kilovatios el año pasado. ¿El sistema penaliza esto? "No, no es que nos penalice", contesta Fresco, "pero en este momento el diseño no ofrece ninguna ventaja para el nivel de instalaciones renovables que tenemos".
Pero cualquier cambio del sistema de fijación de precios debe permitir que sigan funcionando las señales, insisten los economistas. "No se trata de intervenir, sino de regular mejor", defienden. "Las señales tienen que estar y más en un proceso de transición energética", argumenta Collado. "Tiene que haber incentivos para que las renovables sean cada vez mejores, para reducir el consumo de energía y mejorar en eficiencia".