Los fertilizantes marcan la producción de los alimentos y sus precios en los supermercados. Nuestra comida depende de abonos orgánicos y, especialmente, de inorgánicos. Y es que, según los informes, tras la pandemia de covid, la guerra de Ucrania y un cambio en la normativa europea pueden conllevar que nuestra alimentación sea más sana, pero mucho más cara. Gran culpa es de este producto.
Según advierte Asaja, organización agraria, la guerra desatada por el Kremlin ha tensionado aún más la disponibilidad de los fertilizantes y ha disparado su precio hasta registrar un aumento anual del 300% en España.
Hablamos de un producto con el que los agricultores alimentan sus plantas y aumentan el rendimiento de las cosechas, ya sea de maíz, trigo o cebada. Son determinantes para que no haya hambre y Rusia es el principal exportador de los países de la UE. El país gobernado por Vladímir Putin se está viendo afectado por las sanciones económicas, lo que deteriora las relaciones.
Este conflicto viene dado en un momento en el que se produce un cambio estructural en la Política Agraria Común de la Unión Europea (PAC). Según 'El Español', con la nueva normativa, en referencia al intervalo entre 2023 y 2027, los agricultores tendrían que reducir un 50% el exceso de nutrientes -sobre todo fósforo y nitrógeno- para recibir el máximo de ayudas. La UE indica que esto conllevaría un 20% de reducción en el uso de fertilizantes.
Las compañías que fabrican fertilizantes, no obstante, aseguran que la limitación -por razones medioambientales- disminuiría la producción agrícola un 15% y aumentaría el precio de los alimentos un 22%, según recoge un estudio de la Universidad de Wageningen (Países Bajos).
La producción agrícola podría disminuir con la nueva PAC y el Pacto verde de la Comisión Europea (reducir un 20% los fertilizantes), por lo que los agricultores europeos también generarían menos ingresos. Ante este escenario, muchos apuestan por los fertilizantes de última generación, aunque hay más variables y la solución es compleja.
El comercio se podría ver afectado tanto en importaciones como en exportaciones. La reducción de fertilizantes provocaría que los consumidores se enfrenten a un menor suministro de alimentos, mayor dependencia de importaciones y precios más altos. Asimismo, los empleos se verían afectados.