Del miedo al embargo a recuperar 16.000 euros: "Quitarme la 'revolving' me ha cambiado la vida"
La justicia da la razón a una mujer que denunció a Wizink por los intereses abusivos de una tarjeta 'revolving'
La sentencia declara nulo el contrato y obliga a la entidad a devolver las cantidades cobradas irregularmente
Las reclamaciones al Banco de España por este producto se han triplicado
La llamaremos María. Una mujer de 47 años de Madrid, que se ha pasado los últimos diez batallando contra la financiera con la que contrató una tarjeta revolving. Tras acudir a los tribunales, una sentencia ha considerado abusivo ese contrato que incluía tipos de interés superiores al 26%. Lo ha declarado nulo y ha obligado a Wizink a devolverle 16.000 euros.
La decisión judicial ha llegado 21 años después de que María dijera sí al vendedor que le ofreció la tarjeta. “Me avasalló un chico con muchísima labia en un centro comercial, me lo vendió diciéndome que podría pagar cuando quisiera, que los intereses eran bajos y firmé”.
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Dice que no se dio cuenta del lío en el que estaba metida hasta pasados unos años, cuando constató que cada vez debía más y más. Porque las tarjetas revolving ofrecen la posibilidad de disponer de dinero y pagar solo una cantidad al mes. Sobre el resto, que se va acumulando, se aplican unos intereses muy elevados y que el Tribunal Supremo llegó a considerar usurarios en marzo de 2020.
“A mí me comían los intereses. Había gastado 5.000 euros y debía más de 10.000”. Recuerda como en la entidad pasaron de ofrecerle ampliar el crédito a no darle ninguna opción para afrontar el problema. Así que pidió un préstamo a su banco para intentar saldar la deuda.
“Cuando lo hice, me llegaron otros 3.000 euros de intereses. Ahí ya pensé que se estaban riendo de mí”. Explica que a partir de entonces se pasó años ingresando dinero para tratar de cancelar la tarjeta revolving “Un mes pagaba 500, otro 600… y veía que no bajaba. Era imposible. Yo tenía pánico, me decían que me iban a embargar, temía que por esa deuda acabaran quitándome mi casa”.
"No sabía lo que era una revolving"
revolvingUna situación económica familiar complicada justo al comienzo de la pandemia hizo a María confesar a alguien lo que estaba sucediendo. Esa persona le dio el nombre de lo que había sido su pesadilla durante casi 20 años: “Se llama tarjeta revolving, me dijo. Yo no sabía ni lo que era eso”
Fue en ese momento cuando se puso en manos de un despacho de abogados especializados en este tipo de reclamaciones. En ‘Recupera Revolving’ le dijeron que dejara de pagar inmediatamente. Al hacerlo la entidad financiera pasó a llamarla a todas horas para tratar de llegar a un acuerdo ofreciéndole rebajar la deuda. “Si no hubiera estado asesorada hubiera cedido, es lo que pasa cuando estás muy apurada”, señala María.
A partir de ahí, acudió a los tribunales y una sentencia judicial consideró que los tipos que se le aplicaron cuando firmó el contrato estaban muy por encima de los que se utilizaban habitualmente en los créditos al consumo y lo declaró nulo. Wizink, la entidad con mayor número de tarjetas revolving, y que ha tenido que hacer dotaciones extraordinarias para afrontar los litigios, acaba de devolverle hace unos días su dinero.
Mayor transparencia en los créditos
El caso de María no es excepcional. Las reclamaciones por las tarjetas revolving se han triplicado en los últimos años, según las cifras del Banco de España. “Hay decenas de miles de personas afectadas por esta situación. Muchos ni siquiera saben que tienen tarjetas con tipos altísimos, es ahora cuando se está empezando a conocer y la gente está empezando a reaccionar”, aseguran desde Recuperar Revolving.
Lo que sí está pasando, aseguran, es que las entidades están aplicando tipos de interés más bajos en estos productos para los nuevos clientes (entorno al 18%). A los antiguos se les están bajando un poco los que tenían (lo cual no impide reclamar) y están mejorando mucho la forma en que los comercializan.
“Hasta hace poco no ofrecían una información clara y transparente sobre los costes reales que ese crédito podía conllevar y ahora sí. Pero queda mucho por hacer: el consumidor debería poder saber cuánto le va a costar un crédito cada año si lo utiliza y cuántas cuotas tendrá que pagar en diferentes escenarios”, dicen en el despacho de reclamaciones.
Quien ya no quiere ver ni en pintura una tarjeta revolving es María, que no deja de explicar a sus conocidos su lucha para evitar que otros pasen lo que ha vivido ella. “La gente tiene miedo, lo entiendo. A mí me amenazaban no sólo con embargarme, también con bloquearme todas las cuentas para que nunca nadie más me diera una tarjeta de crédito”.
Ahora ha cancelado todas. “Ya no tengo ni una. Yo estaba muy angustiada; había días en los que no tenía ganas de levantarme para trabajar. ¿Para qué?, si todo lo que hacía era para pagar a deuda de la tarjeta. Quitarme la revolving me ha cambiado la vida”.