Varias aerolíneas europeas se están quedando en tierra. La guerra de precios y el aumento de costes en un sector masificado están llevándose por delante a muchas compañías. La quiebra del touroperador británico Thomas Cook ha puesto el foco en la situación del sector, que vive meses turbulentos.
En menos de un mes han caído las francesas Aigle Azur (una histórica, fundada en 1946) y XL Airways y la eslovena Adria Airways, compañía clave en las conexiones balcánicas. Según la Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA, en sus siglas en inglés), en los últimos 18 meses quebraron en Europa una decena de aerolíneas.
La lista es amplia y muestra que la crisis afecta a casi todo el continente. Entre las que han echado el cierre están las alemanas Germania y Air Berlin (absorbida por EuroWings, filial de bajo coste de Lufthansa), la danesa Primera Air, la chipriota Cobalt Air y la islandesa WOW Air, cuya quiebra provocó una fuerte caída en la llegada de turistas a Islandia. Alitalia, la principal aerolínea de Italia, vuelve a tener problemas y busca un comprador que se haga cargo de su deuda y sus activos.
Otras aerolíneas, como Norwegian, anuncian ajustes. La compañía noruega low cost acaba de comunicar que cierra su base de Madrid, donde trabajan 70 pilotos. Además hará justes temporales de plantilla, que supera los 2.200 trabajadores, para un número indeterminado de tripulantes en el conjunto del país.
Roger Lieshout, jefe del departamento de aviación de la consultora SEO Amsterdam Economics, explicó a NIUS que aunque “cada aerolínea tiene sus problemas específicos, generalmente estos vienen de los mayores costes y de los menores ingresos debido a una mayor competencia”. El director general de la IATA, Alexandre de Juniac, explicaba la semana pasada que la industria es frágil porque sus márgenes son muy limitados y está expuesta a riesgos y a una competencia desatada en un mercado que tiene sobrecapacidad.
Lieshout señala que algunas de las compañías que quebraron, y cita a WOW Air y a Primera Air, operaban o pretendían operar vuelos transatlánticos manteniendo un modelo low cost, algo que según Lieshout “implica riesgos empresariales porque su coste es relativamente alto”.
Un problema diferente, según este analista, es el que tuvieron Thomas Cook o las aerolíneas Germania y Monarch, especializadas en volar a destinos muy turísticos: “dependen de pasajeros muy sensibles al precio. Por eso, el incremento de los costes de carburante, del tipo de cambio y de las incertidumbres (el Brexit o la ralentización económica) redujo con fuerza la demanda y sus ingresos”.
Un informe de la consultora estadounidense Oliver Wyman publicado hace un año explicaba las dificultades de las compañías aéreas en Europa porque no conseguían “alcanzar las economías de escala que habían conseguido las grandes compañías estadounidenses”. Entre 2000 y 2008, recordaba el informe, unas 20 aerolíneas de Estados Unidos se hundieron, concentrando la oferta del sector en un menor número de empresas.
Lieshout considera que Europa “tiene todavía muchas pequeñas aerolíneas que no tienen el tamaño suficiente para competir con las grandes, por lo que es de esperar que haya más concentraciones en el futuro, especialmente durante el próximo ciclo económico bajo o cuando aumenten los precios del carburante”. En Estados Unidos, recuerda este experto, “ese proceso ya se hizo y quedaron tres grandes aerolíneas y una low cost, lo que provocó que ahora haya una industria ‘más sana’, pero probablemente también menos competencia y mayores precios”. Lieshout cuenta que en el mercado se habla de que en Europa solo que habrá cinco grandes grupos: Lufthansa, KLM-Air France, IAG, Easyjet y Ryanair, “pero eso está por ver”, apostilla.