El zumo de naranja es esa bebida imprescindible para el desayuno de muchos o simplemente para refrescarse. Su sabor característico y sus propiedades lo convierten en un líquido muy demandado. Sin embargo, los precios de este producto embotellado se han disparado a niveles récord.
¿Las razones? El cambio climático, el mal tiempo y las enfermedades en Brasil, el mayor exportador del mundo. Una bacteria en el país americano Brasil y en Florida tiene la culpa y está arruinando los cultivos. Ya se nota en el precio de los desayunos de los bares, en los que han subido hasta un 55%.
El zumo se ha encarecido un 40% en los últimos cuatro años por culpa del cambio climático. Según la empresa Fundecitrus, se prevé una caída de la producción brasileña de naranjas del 24% en comparación con el año anterior, siendo el nivel más bajo en 36 años.
Otro factor que ha propiciado el alza de precios es la mermada cosechas de Estados Unidos. La producción estadounidense de naranjas para zumo, principalmente de variedad Valencia, aunque sería un 3% más elevada que el pasado año, sería un 36% más baja que hace dos, según los datos del Departamento de Agricultura norteamericano (USDA).
Paralelamente, el aumento de precios motivado por la menor cosecha provoca también una caída del consumo en Estados Unidos, que se ha reducido en más de la mitad en 20 años.
"Esto es una crisis", afirmó Kees Cools, presidente de la Asociación Internacional de Zumos de Frutas y Verduras (IFU). "Nunca hemos visto algo así, ni siquiera durante las grandes heladas y los grandes huracanes". La agobiante escasez ha generado temores de un aumento de precios que afectará a los consumidores y remodelará fundamentalmente la industria mundial del jugo de naranja, según la IFU.
La situación es tan preocupante que algunos fabricantes han llegado a explorar si pueden usar mandarinas en lugar de las naranjas para preparar la bebida. Ahí entra en juego un posible cambio de la normativa.
La IFU considera embarcarse en el proceso regulatorio para permitir que la bebida contenga frutas cítricas distintas de las naranjas. Eso requeriría un cambio legislativo, primero en el código de normas alimentarias del Codex Alimentarius establecido por organismos de la ONU, y luego a nivel nacional, como por ejemplo por parte de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos.
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