Viven el presente complicado y están ante un futuro incierto. Toni es un carnicero de Olot que, ante la falta de relevo profesional en su familia, busca en las redes sociales a alguien que le suceda en el negocio. El suyo, como otros oficios tradicionales, tienen problemas para atraer a las nuevas generaciones.
Tal y como informan Javier Villanueva, Asun Chamoso y María Campos, Toni escucha motivos de peso cuando le insiste a su hijo que se quede con la carnicería y abandone su actual puesto de trabajo: "Me ha dicho que, de momento, no quiere hacerlo. Tiene un horario de ocho horas seguidas. Los viernes termina a las 15:00 o 16:00 horas y tiene el sábado y el domingo libre". Con él acabará la saga familiar de carniceros.
Pero hay muchos otros oficios afectados al ser trabajos vocacionales. Como pueden ser los zapateros. "Me encanta lo que hago. Trabajar con las manos me gratifica. Al momento veo el resultado", cuenta uno de ellos, que tampoco ve claro un relevo generacional. La realidad es tozuda. El futurod sus negocios no está asegurado.
Antonio montó su taller de relojería en Valencia y ahora no hay quien continúe. Sus palabras son igual de precisas que sus manos: "Se termina el alquiler y ya está". El suyo es un oficio poco atractivo para las nuevas generaciones: "Ha habido mucha gente que ha cerrado".
Y es que uno de cada cinco trabajadores pretende jubilarse en la próxima década. Otras vacantes, como las de cerrajero, también serán muy difíciles de reponer: "Es más fácil coger la cerradura y tirarla para poner una nueva. Porque no hay gente para arreglarla".
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