Las personas mayores son las que recurren a la nuda propiedad, que en los últimos tiempos está ganando muchos adeptos. Consiste en vender la casa que se tiene en propiedad con la condición de poder residir en ella hasta el momento de la muerte. El vendedor consigue así un dinero extra sin renunciar a la vivienda. Informan para Informativos Telecinco Javier Villanueva y Carol Gramunt.
"64 años más o menos". Ni recuerda el tiempo que lleva viviendo en su casa, pero realmente ya no es la propietaria. La tiene en usufructo: puede vivir en ella aunque los dueños sean una pareja de pacientes inversores americanos, esperando a que Angelines fallezca: "Dirán, cuánto dura esta. A ver si ya se va. Pero yo, tan tranquila".
Hace cinco años vendió su piso de 95 metros en el centro de Madrid a mitad de precio de mercado: "Cocina, salón, tengo terraza...". A cambio se reservó el derecho a vivir en él hasta su muerte. Con el dinero obtenido tiene un colchón que complementa su pensión. Y le da para caprichos: "Me voy a dar el gustazo de ir a Viena a ver el Concierto de Año Nuevo".
La venta de la nuda propiedad, como se llama este proceso, ha aumentado un 200% en el último año. Inversores solventes se aseguran un activo inmobiliario a medio o largo plazo, en función de la edad del usufructuario. "Van a la casa y ven que la persona está deteriorada, pues se harán la idea ellos", explica Eduardo Molet, de la Inmobiliaria Molet.
Dolores vendió con 85 años su vivienda. Ahora tiene 93 años: "Llegas al final de mes tranquilamente", cuenta. Todos los meses recibe una renta vitalicia de quien le compró la casa: "La suerte puede ser para el comprador o para el vendedor", precisa Carmen Palá, asesora en Vittalias. La demanda de estos pisos supera con creces a la oferta.
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