La madrugada de este domingo a las 3:00 horas terminará el horario de verano y los relojes se retrasarán para volver a marcar las 2:00, dando así comienzo al horario de invierno, que se extenderá hasta el último fin de semana de marzo de 2024. Un cambio de hora que, independientemente de despertarse más guapo o guapa, conlleva varios efectos en la salud de muchas personas.
Un año más se recuperará el horario de invierno, de acuerdo con la Directiva Europea del Cambio de Hora que se aplica en todos los países de la Unión Europea (UE), para conseguir un ahorro energético, a pesar de las dudas de la eficacia de dicha medida en ese sentido.
Según estimaciones oficiales del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), el potencial de ahorro en iluminación podría alcanzar en torno a 300 millones de euros, el equivalente al 5% del total. De esa cantidad, 90 millones corresponden a los hogares españoles, lo que supone un ahorro de seis euros por hogar, y 210 millones restantes se ahorrarían en los edificios del terciario y en la industria.
Sin embargo, fuentes del IDAE han informado de que realmente no existen en España informes actualizados que permitan asegurar que el cambio de hora lleve asociados ahorros energéticos, ya que el último estudio es de 2015.
Recuerdan que el cambio de hora se aprobó en una época distinta a la actual con hábitos de vida que podrían afectar en mayor medida al consumo energético. Además, apuntan que habría que tener en cuenta otra realidad que es el hecho de que las jornadas de trabajo han cambiado y el teletrabajo se ha ido extendiendo, lo que hace que las rutinas de los ciudadanos ya no coincidan tanto como antes en el mismo espacio-tiempo.
Asimismo, añaden que aunque pueden producirse ahorros de energía en iluminación, no es tan evidente que ocurra lo mismo con la calefacción, que podría incluso aumentar su consumo.
En todo caso, el IDAE admite que los resultados de ese informe son difíciles de interpretar porque están influenciados por factores externos, como la meteorología o el comportamiento de los usuarios.
Por ello, subraya que existen mecanismos más relevantes que el cambio horario para lograr ahorros energéticos, como la sustitución de luces y aparatos por alternativas más eficientes, asegurar que la potencia y la tarifa eléctrica contratadas son las adecuadas e incorporar pautas de ahorro en casa y en la empresa.
El cambio de hora empezó a generalizarse en 1974, a partir de la primera crisis del petróleo, cuando algunos países decidieron adelantar el reloj para aprovechar mejor la luz del sol y consumir así menos electricidad en iluminación. Se aplica como directiva desde 1981 y ha sido renovada sucesivamente cada cuatro años.