La dificultad económica castiga a los comedores escolares, incapaces de diseñar menús cumplan con las normas de calidad y cantidad que entren dentro del presupuesto. La inflación y los elevados precios de los alimentos ahogan el servicio de comedor de muchos colegios.
En la cocina de un colegio de Meis, en Pontevedra (Galicia), tienen que hacer malabares. "Hay que estar contando y racionando bien las cosas para que llegue", explica Elsa Busto, una de las cocineras. Para dar de comer a un centenar de niños por poco más de 2 euros.
"Nos cuesta más alcanzar a comprar todo fresco, tiramos más de pollo y de carne de cerdo que es lo más económico", precisa sobre la situación de los precios Luis Camilo Fernández, director del CPI O Mosteiro.
En el comedor, los pequeños notan que ha bajado la calidad: "Comíamos más pescado fresco y ahora es más rebozado", dice una alumna. "Yo prefería el menú de antes porque era más saludable", agrega otra. Y el presupuesto ahorrado se va agotando... "Pondremos lentejas y macarrones diariamente", sentencia Fernández.
El catering de Claudio Rey en Olivares, Sevilla, ha tenido que subir el precio a centros concertados y privados: "Entre un 20% y un 30%. He entendido que la situación es inevitable", comenta el gerente de catering Carmela.
Imposible estirar más si le exigen mejores menús por el mismo dinero: "Ahora son tres raciones de pescado. Tener que eliminar precocinado. No puede haber frito. La cuantía económica sigue siendo la misma", subraya el gerente. Desesperados porque vuelva cantidad y calidad a la mesa.