La subida sin fin del aceite de oliva: ¿conseguirán las últimas lluvias bajar los precios?
El aceite de oliva virgen extra ha subido un 113% en origen en un año por las malas cosechas provocadas por la sequía
Los productores creen que el agua caído en el episodio de la DANA no será suficiente para aumentar la producción de la próxima campaña
La subida de los precios ha causado un descenso del consumo en España del 40%, según ASOLIVA
Para pronosticar qué pasará con el precio del aceite de oliva en los próximos meses, Luis Planas señalaba al cielo a finales de agosto. El máximo responsable del Ministerio de Agricultura aseguraba que varias semanas de "lluvia intensísima" servirían para que este producto, que ha subido casi un 40% en los supermercados en el último año -y mucho más si miramos a la categoría virgen extra-, cayera en picado.
Pero ni con los intensos chubascos provocados por la última DANA, que han regado buena parte de las principales zonas de olivar del país, los productores ven claro que se vaya a producir próximamente un cambio en los precios.
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“Estas lluvias no van a paliar la tremenda sequía que venimos arrastrando desde hace más de dos años, ni va a suponer nada significativo para la próxima cosecha”, opina pesimista Cristóbal Cano, responsable de aceite de oliva de UPA y secretario general de la organización agraria en Jaén, donde se genera habitualmente más de un tercio de la producción nacional de aceite de oliva.
El agua que dejó la borrasca, dice, es insuficiente para dar la vuelta a la próxima campaña de aceite, que arrancará el próximo 1 de octubre y que ya está en gran medida marcada por las condiciones meteorológicas de los últimos meses.
“La próxima producción viene determinada por la sequía, por las restricciones de agua en las zonas de regadío y por las olas de calor en épocas importantes para el cultivo, como la floración. En ese momento, que se produjo a finales de abril, se llegaron a superar los 37 grados en la mayoría de las zonas productoras del olivar andaluz y ahí se pusieron las bases de una cosecha que también va a ser mala. Es la primera vez que se van a enlazar dos malas campañas y eso va a tener repercusión en los precios”, añade.
No solo las lluvias registradas no tendrán un efecto positivo directo en la producción, sino que los agricultores advierten de que pueden llegar a ser contraproducentes para la cosecha.
“Como ahora no siga lloviendo, en una semana el campo se pone peor que estaba. Los 40 litros que han caído activan la producción de aceite del olivo, pero si luego no cae más agua y suben las temperaturas, el árbol se queda colgado”, explica Juan Luis Ávila, secretario general de COAG Jaén y responsable del olivar de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos.
Producción mermada por el calor y la falta de agua
La sequía y los episodios de calor extremo durante la primavera de 2022 son los responsables de que la actual campaña de aceite, que está a punto de finalizar, haya sido extraordinariamente reducida. Ha alcanzado las 663.000 toneladas, cuando la media de producción en España, que es la primera productora mundial de esta grasa vegetal, supera los 1,4 millones de toneladas.
Esta reducción de la oferta ha provocado un encarecimiento del aceite en origen que se prolonga ya más de un año. Según los precios que monitoriza semanalmente el Ministerio de Agricultura para evaluar la coyuntura de los mercados más importantes, los 100 kilos de aceite de oliva virgen extra alcanzaban en la última semana de agosto los 784 euros en su salida de la almazara. Estos precios suponen un incremento del 113% con respecto a lo que marcaba un año antes, cuando estaba en los 367 euros.
En el caso del aceite de oliva virgen de 0,8-2º a granel la subida interanual ha sido del 83% y el del aceite de oliva refinado se ha encarecido un 67%.
Esa enorme caída de la producción es la que ha motivado que en esta campaña la oferta total de aceite disponible para la comercialización, que incluye el aceite almacenado entre campañas para garantizar el abastecimiento (el llamado enlace) y las compras a otros productores, se haya situado por debajo de los 1,3 millones de toneladas.
“Tradicionalmente el consumo medio de aceite de oliva en España es de 550.000 toneladas y otras 1.150.000 se dedican a la exportación. Es decir, la demanda total asciende 1,7 millones de toneladas. La formación de los precios depende de estos dos factores y en este caso la demanda es muy superior a la oferta”, explica Rafael Pico, director general de ASOLIVA, la Asociación Española de la Industria y el Comercio Exportador de Aceites de Oliva y Aceites de Orujo.
Esa distorsión y el aumento de los costes de producción en origen ha llevado a los precios hasta unos niveles que han acabado provocando una caída del consumo.
Los últimos datos del Ministerio de Agricultura, correspondientes al mes de abril, ya recogían un descenso del consumo de aceite de oliva en los hogares cercano al 12%. Pero estudios posteriores, como el realizado por el Observatorio de Consumo del Máster de Administración de Empresas Oleícolas de la Universidad de Jaén, señala que la disminución de la demanda interna durante la primera mitad del año alcanzó el 50%.
“El incremento de los costes de producción se ha ido repercutiendo por parte de los distintos operadores tanto en el mercado nacional como en el exterior. Y la consecuencia ha sido un descenso del consumo de aceite de oliva en España del 40% y una disminución en volumen de las exportaciones del 45%”, apunta Pico, que estima que esta evolución ha provocado que actualmente oferta y demanda estén equilibradas, lo que debería impedir que se mantuviera la tendencia alcista.
¿Cuánto puede mejorar la cosecha?
Aunque en el sector nadie se aventura a prever qué pasará con los precios en lo que queda de año, sí hay amplio consenso en que esas lluvias a las que se refería el ministro Planas deberían ser mucho más copiosas que las que se han producido hasta ahora para que tuvieran algún efecto en la próxima cosecha de aceite. Y aun así, advierten, este sería muy limitado.
“Lo que ha llovido sirve para que el árbol se ponga a trabajar y para que eche hoja y el año que viene tenga fruto. Estas lluvias son muy importantes, pero no solucionan nada de cara a la campaña que va a comenzar en unas semanas. Para mejorar realmente la previsión de cosecha tendrían que caer desde ya 150 litros por metro cuadrado. Y aun así, podríamos estar hablando de apenas 100.000 toneladas más. Es absurdo decir que con eso va a bajar el precio del aceite”, señala Ávila.
Ese posible aumento sería solo una pequeña mejora sobre una producción que las asociaciones agrarias creen que será muy parecida la de esta temporada. Y es que, aunque los olivos tienen ahora menos fruto que el pasado otoño, las lluvias registradas en mayo y junio sí han permitido que su tamaño sea superior.
“Si llueve muchísimo, que quizá es el escenario al que se refería el ministro, a lo mejor se llega a las 750.000 toneladas. Pero si esa cantidad se suma a las producciones que se van a registrar en resto de países sigue siendo la cifra más baja de la historia con diferencia. Otra cosa es decir que cuando tengamos un nuevo periodo de lluvia normal, habrá buena cosecha de aceitunas y los precios bajarán mucho. Pero eso no sucede de un día para otro”, añade el responsable de COAG.
No obstante, advierte, hay otros factores que pueden entrar en juego y que influyen en la formación de los precios más allá de la ley de la oferta y la demanda. Por ejemplo, el efecto psicológico que tendría en los productores alguna señal de que el año que viene sí se podría estar ante una buena campaña.
“Si tenemos muchas, muchas precipitaciones durante este mes y el próximo, y cuando empecemos a coger la aceituna el horizonte es de que es posible que haya un cosechón el año que viene, puede producirse una rebaja del aceite de oliva, porque los agricultores van a querer vender el aceite rápido para aprovechar los precios altos”.
Ese movimiento, explica, sí podría llegar a generar un exceso de oferta y una bajada de los precios aunque la producción no consiga superar en mucho a la de la campaña actual. “Es una posibilidad, pero si no llueve, la verdad es que puede suceder cualquier cosa”.