El auge del oro verde: crece la producción de pistachos por su resistencia a sequías y heladas
La producción del pistacho sufre un auge por su resistencia a las sequías, el calor y las heladas
En España ya existe una extensión de 80 mil hectáreas que podría aumentar a 150 mil en corto plazo
Los agricultores, obligados a adaptar sus cultivos para sortear los efectos de la sequía en el campo
Con la llegada de las sequías y las altas temperaturas, ha resurgido el oro verde: los pistachos. Se trata de una producción que, con una gran inversión, se puede obtener una buena rentabilidad. Y es que cada vez son más los agricultores que deciden plantar este fruto seco para comercializar con ellos. En España, ya existe una extensión de 80 mil hectáreas que podría aumentar a 150 mil a corto o medio plazo.
Los pistachos se caracterizan por su calidad y su aroma, pero ahora tienen una ventaja que los hace más especiales: su resistencia a las sequías, a las heladas y a las altas temperaturas, que ya son un problema en el país. Este año ya se han producido 1.800 muertes por el calor extremo. Pese a que Estados Unidos es el líder mundial en este mercado, España podría convertirse en el cuarto productor mundial a finales de la década.
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Los agricultores arrancan sus cultivos para plantar pistachos
En España se espera que los campos de cultivos dedicados a los pistachos aumenten con bastante rapidez. En Castilla-La Mancha ya se han plantado 10 hectáreas, en este último año, debido a su rentabilidad. Muchos agricultores deciden arrancar sus cosechas de otros tipos de cultivo para plantar pistacias, un pequeño árbol procedente de Siria, Turquía y Afganistán Occidental, para comercializar con ellos.
Ramón Monteaguado, agricultor y pionero desde hace 10 años en estas plantaciones, recuerda que se trata del oro verde. Aunque no tanto como antes. “Los pistachos se vendían a diez euros y ahora a seis”, explica.
Una producción que necesita paciencia
Pese a los beneficios que otorgan, se necesita mucha paciencia para comercializar con ellos. Para que una producción pueda ser comercializada se necesitan seis o siete años. Pero con cada mil euros invertidos, se ganan tres mil, lo que supone una ventaja a largo plazo para los agricultores. Ahora solo queda esperar para ver cuándo se convertirá España en uno de los principales productores de este fruto seco capaz de soportar cambios extremos.