Por lo general, julio y agosto es sinónimo de vacaciones. Unos meses en los que la mayoría de personas cogen unos días libres para relajarse y desconectar del trabajo y de la rutina, ya sea en la montaña o en zonas de costa, refrescándose y tomando el sol.
No obstante, no todos tienen esa posibilidad de desconexión total. En este caso hablamos de los autónomos, es decir, de los trabajadores por cuenta propia, quienes deben gestionarse ellos mismos todos los impuestos y llevar a la orden del día el pago de las cuotas a la Seguridad Social.
Al no tener un contrato fijo de trabajo con sus días de vacaciones remunerados, no facturar ni cobrar durante los días de inactividad supone una pérdida económica considerable. En otras palabras, para la mayor parte de los autónomos, “irse de vacaciones no es un derecho amparado por la ley, sino una decisión personal”, explican desde la asesoría fiscal online TaxScouts.
Lo que suele pasar es que los autónomos opten por ‘llevarse el trabajo’ también de viaje, por lo que puede ocurrir que durante los días de relax pueden tener reuniones, cursillos, eventos o visitas a algún cliente. Ahora bien, en ese caso, los autónomos pueden optar a determinadas deducciones de gastos siempre que se cumplan unas condiciones que marca la Ley de Impuesto del Valor Añadido (IVA).
Es decir, aquellos trabajadores por cuenta propia, pueden sumarse a la deducción del IVA algunos gastos relacionados con viajes o dietas. Para poder reducir la carga fiscal, se deben cumplir con una serie de requisitos.
En cuanto a los gastos de kilometraje, debes saber que a diferencia de los trabajadores por cuenta ajena, los autónomos por lo general no pueden deducirlos. Ahora bien, sí van a poder hacerlos los autónomos societarios, es decir, aquellos que tienen una relación laboral con su propia sociedad.