España ha sido la primera de las grandes economías del euro en la que la inflación se ha situado por debajo del objetivo del 2%, que marca el Banco Central Europeo. Según el dato adelantado del mes de julio, publicado este jueves por el INE, el índice general del IPC, el que mide la variación de los precios de los bienes y servicios más representativos de la economía, descendió más de un punto, hasta el 1,9%.
Este es el nivel más bajo desde marzo de 2021, justo antes de que arrancara la crisis inflacionista, causada por los efectos de la salida de la pandemia y la crisis energética. El retroceso registrado en junio se explica, dice Estadística, porque las subidas de los precios de la electricidad, los carburantes y los alimentos han sido este mes menos intensas que en el mismo periodo del año pasado.
Son precisamente estos productos los que no están incluidos en otro índice que monitoriza la evolución de los precios: la inflación subyacente, que se ha situado en el 5,9%, tres veces más elevada que la tasa general. En este indicador es en el que tienen puesto ahora el foco los bancos centrales porque permite eliminar el efecto de eventos transitorios y marca de forma más fiable la evolución de los precios.
“La inflación subyacente no recoge los componentes más volátiles: la energía y los elementos no elaborados. Sí contempla la variación de los precios de los servicios, los bienes industriales no energéticos, y los alimentos procesados”, explica David Tinajero, analista de AFI.
El índice general, el que incluye todos los productos y servicios, lleva mostrando una senda descendente desde que alcanzara su nivel máximo el pasado julio. Una moderación que se ha intensificado en los últimos meses por el llamado efecto base. Es decir, porque desde el inicio de la primavera se está comparando la evolución de los precios con las fuertes subidas que se registraron el año pasado a causa de la guerra de Ucrania.
Unos incrementos que fueron especialmente rápidos e intensos en el ámbito de la energía (con el gas y el petróleo en máximos) y en la alimentación, ya que el conflicto provocó el encarecimiento de ciertas materias primas que estaban relacionadas con la alimentación (como los cereales o los fertilizantes que se utilizan en la producción agrícola).
“El componente energético está ahora mostrando una caída del 30%, está contribuyendo de forma negativa a la inflación general. Y también estamos empezando a ver ya una moderación, aunque aún no muy intensa, de los elementos no elaborados. Eso explica el descenso del IPC general”, señala Tinarejo.
Sin embargo, esta tendencia no se está viendo trasladada a la inflación subyacente, que llegó a su nivel más alto en febrero, del 7,6%, y desde entonces ha descendido solo 1,7 puntos, marcando una curva de caída muy poco pronunciada.
“La subyacente suele reflejar más el comportamiento de la demanda. Por ahora, la economía se mantiene sólida y se están produciendo incrementos salariales importantes en los últimos meses. Esto se está reflejando en los precios de los servicios, que están mostrando una inflación que está costando moderar y se mantiene en máximos, en torno al 4%.
Por lo que se refiera a los alimentos procesados, estos no muestran tampoco aun una contención importante, que sin embargo sí se observa, dice el experto, en la inflación en bienes industriales. “Estos se vieron muy afectados por todos los problemas que se generaron con las cadenas de suministros tras la pandemia. Pero los cuellos de botella ya se han relajado y tanto los tiempos de entrega como los precios de los contenedores marítimos ya están normalizados. La inflación en bienes industriales está en una notable tendencia a la baja y los indicadores adelantado de confianza de la UE así lo señalan”
Aunque la inflación general da muestras ya de moderación, la persistencia de la subyacente en niveles elevados es lo que sigue preocupando a los bancos centrales, que llevan meses llevando a cabo subidas de los tipos de interés para tratar de devolver los precios a tasas reducidas. “Por eso Christine Lagarde, la presidenta del BCE, no ha cambiado su discurso, porque sigue viendo la subyacente bastante tensionada”, dice Tinajero, que pronostica esta no convergirá con la general hasta comienzos del año que viene.
Lo cierto es que todas las grandes economías de la eurozona mantienen la inflación subyacente en valores altos y la propia responsable del Banco Central Europeo aseguraba hace unas semanas, justo antes de acometer una nueva subida del precio oficial del dinero hasta el 4%, que esta no había tocado techo.
Tanto es así que el BCE ha revisado al alza sus previsiones de inflación subyacente por la presión de los salarios y avanza nuevas subidas de los tipos de interés, previsiblemente el próximo mes de julio, que añadirán nuevas dificultades financieras a empresas y consumidores.