De suponer casi tres cuartas partes a quedarse en la mitad. Ese es el objetivo que el Gobierno se marca respecto a la dependencia energética del exterior para el año 2030 y que ha quedado marcado en el nuevo Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), remitido este martes a Bruselas y que inicia ahora su fase de consulta pública.
Según este documento, las importaciones de combustibles fósiles se reducirán de forma significativa en los próximos años. Pasarán de suponer el 69% de la energía en 2020, a situarse en el entorno del 51% diez años después, para cuando el 49% de la energía primaria proceda de fuentes autóctonas. Un descenso de casi 20 puntos en una década, mientras que en los diez años anteriores, entre 2010 y 2020, se redujo en apenas nueve.
Si se cumplen los objetivos el PNIEC, las importaciones de gas natural tendrán que haber disminuido un 27% en 2025 respecto a las registradas cinco años antes, para seguir cayendo hasta acumular un descenso del 55% en 2030. Por lo que respecta al crudo y los productos petrolíferos, el Plan prevé que en la primera mitad de la década se produzca un incremento de las compras, del hasta un 3%, mientras que en la segunda se reducirán hasta suponer un 19% menos. Además, en la senda de reducción de la dependencia se prevé también una caída de las importaciones de carbón, que son ya muy pequeñas.
Al igual que en el resto de los propósitos incluidos en el plan, el Gobierno ha reforzado en la actualización los objetivos relativos a la reducción de las importaciones de combustibles que se marcaban en la primera versión del PNIEC aprobada a comienzos de 2020. Entonces se esperaba que la dependencia energética exterior se quedara en el 61% en 2030, así que la reducción contemplada ahora, del 50,6%, supone duplicar ese objetivo.
Conseguirlo, argumenta el Gobierno, traerá dos beneficios: por un lado, mejorará la seguridad energética y la volatilidad de los precios ante acontecimientos geopolíticos como los vividos el pasado año en el contexto de la invasión rusa de Ucrania. Por otro lado, servirá para reducir de forma significativa la factura económica de esas compras de combustibles fósiles en el exterior.
De esta forma, el ahorro previsto a lo largo de la década se estima en 90.700 millones de euros.
Mirando a mucho más largo plazo, el PNIEC avanza que para el año 2050 el objetivo es que la dependencia energética del exterior se haya reducido hasta el 13%, aproximadamente, lo que supondría un ahorro de 344.000 millones de euros en todo el periodo.
Reducir la dependencia energética, especialmente con la disminución de las importaciones de combustibles fósiles, servirá para superar, dice el Plan Nacional de Energía y Clima, una de las debilidades estructurales más importantes del sistema energético español.
Para conseguirlo se marcan dos caminos: implementar medidas de eficiencia energética e impulsar el desarrollo de fuentes de energía renovable autóctona. Con ambos, el PNIEC prevé que la importación en unidades físicas de combustibles fósiles pasa de 92 Mtep (una unidad de medida que significa megatonelada equivalente de petróleo) en el año 2019, a 55 Mtep en el año 2030, lo que supone un descenso del 40%.
Las dos estrategias, la eficiencia y la transformación del mix energético con el incremento de las renovables, serán claves para llevar a cabo la transición verde que prevé el plan. Tanto es así que el Gobierno ha aumentado el objetivo previsto de generación eléctrica con estas tecnologías y ahora estima que llegarán al 81% a finales de la década, frente al 74% del PNIEC anterior, con especial protagonismo del autoconsumo, que alcanzará los 19 GW en 2030 gracias a los cambios normativos y al impulso del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.
El aumento de las renovables en el conjunto de la producción, el incremento del autoconsumo y el desarrollo del almacenamiento energético permitirán avanzar en la electrificación, que según las previsiones del Ejecutivo, alcanzará cerca del 34% de la economía en 2030, lo que supone un aumento de nueve puntos con respecto a 2019. En particular, en lo referente a transporte, el plan estima que el parte de vehículos eléctricos alcanzará los 5,5 millones al final de la década (un 10% superior al objetivo fijado anteriormente), y se prevé a su vez un importante despliegue de las bombas de calor.