La recuperación postpandemia y la crisis energética han generado una variante de espiral inflacionista poco habitual en los libros de texto económicos: la que se alimenta de los beneficios de las empresas. España es el país de la OCDE donde mejor se puede observar este fenómeno: más del 90% de las presiones internas proceden de las subidas de precios que han realizado los negocios. Los salarios, de momento, han jugado un papel muy moderado.
"Tenemos la peculiaridad de que el empuje de los beneficios empresariales es mayor que en otros episodios inflacionistas. Hay un efecto recuperación del desplome vivido durante la pandemia, pero el nivel ya está un 3% por encima de antes del covid", explica Raymond Torres, director de Coyuntura y Análisis Internacional de Funcas. Los expertos insisten en que esa subida de precios en las empresas no es generalizada ya que existe una gran heterogeneidad por sectores económicos.
Los datos de la OCDE muestran que el 'sospechoso habitual' (léase salarios) no es el principal responsable de la persistencia del actual episodio inflacionista en muchos países europeos. Esta aparente anomalía se observa en Francia, Italia, en la zona euro y Reino Unido. El caso de España es el más extremo de todos.
Las barras rojas representan la contribución de los beneficios empresariales al deflactor del PIB -- un indicador que mide la inflación generada solo por factores internos de cada país--. Gracias a esta descomposición se puede observar la destacada aportación de la subida de los beneficios de las empresas al encarecimiento de los precios en España. Su repunte sostenido coincide con el arranque de la crisis energética.
En el caso de la zona euro, esta descomposición del origen de la inflación interna está más equilibrado.
¿Por qué nuestro país vuelve a ser tan diferente? En parte porque el sector empresarial español fue de los que más sufrió durante la pandemia. La caída de nuestro PIB por el covid fue la más abultada de las grandes economías europeas.
El informe de la OCDE recoge dos de las posibles explicaciones generales a este repunte de los beneficios empresariales que, como decimos, se observa en muchos países:
Es clave para la política económica conocer por qué motivo vemos estos incrementos, apunta la OCDE. Llama también la atención que una parte "desproporcional" de la inflación empresarial se origina en sectores como la minería, la electricidad, el gas y la gestión del agua. "Estos sectores representan el 4% de la economía media pero generan más del 40% del aumento de los beneficios del año 2022". A este grupo se han ido incorporando en los últimos trimestres de 2022 las manufacturas y los servicios.
"Este empuje de beneficios pierde fuelle en la medida en la que ya no están creciendo tanto los precios energéticos y se han recuperado los niveles de ganancias prepandemia", opina Torres. "Un proceso de inflación sostenido por los beneficios no tiene mucho sentido porque llegará un momento en el que la demanda caerá y las empresas tendrán que ajustar tarifas". Aunque este economista admite que en los casos de empresas con poder de mercado se puede aguantar más tiempo con precios altos.
De nuevo la pandemia tiene una clave que aportar. La vuelta a la vida normal generó una demanda en muchos casos superior a la oferta. Esto otorgó a los negocios mayor poder de fijación de precios. "Muchas empresas han subido sus tarifas más allá del incremento de los costes", respondía en una entrevista esta semana Isabel Schnabel, miembro del Comité Ejecutivo del BCE. "Esto puede conducir a una espiral de beneficio-salario-precio, en oposición a una simple espiral de precios y salarios".
La elección y orden de las palabras es muy relevante en este caso. Tradicionalmente se ha pensado que un bucle de inflación se genera con una subida de precios de uno o varios productos y una reacción rápida de los salarios, que a su vez fuerza más incrementos de precios de los productos. Esto es lo que se vivió en los años 70 con la crisis del petróleo y por eso los economistas llevan meses alertando de estos efectos de "segunda ronda" centrados en los salarios.
Pero resulta que ahora han sido los márgenes empresariales los más reactivos a la subida del precio de la energía y materias primas. Por eso la posible espiral inflacionista arranca con la palabra "beneficios/márgenes".
En la fase en la que nos encontramos se espera un proceso de subida de los salarios para recuperar parte del poder adquisitivo y en vista de que las empresas han mejorado sus ganancias. En España los agentes sociales han acordado una subida del 10% en los próximos tres años. Lo que no se sabe todavía es cómo reaccionarán las compañías: "¿repercutirán este aumento de coste a los precios o los absorberán reduciendo sus márgenes? Eso dependerá en gran medida de cuán fuerte siga siendo la demanda de bienes y servicios", respondía Schnabel.
El entorno de subidas de tipos de interés que ha instalado el BCE en la zona euro no parece el más propicio para que se mantenga una fuerte demanda de consumo de bienes y servicios de los hogares. Eso puede reducir presión y forzar la reducción de precios en las empresas.
"Ahora es el momento de los salarios, pero recuperar todo lo perdido no es posible", apunta Torres de Funcas. "Alguien --trabajadores y empresas juntos o por separado-- tiene que asumir el coste de la subida de materias primas y de la energía".