Hace ya más de nueve años que el código IBAN sustituyó al CCC (Código Cuenta Cliente), incluyendo más información en la identificación de una cuenta bancaria. Por lo tanto, cuando hablamos de código IBAN estamos haciéndolo del clásico número de cuenta y de los posibles peligros que nos acechan cuando lo damos.
Respecto a estos, apenas existen, ya que si damos el IBAN a un desconocido, será complicado que saque provecho del mismo. No ocurre lo mismo con el número de la tarjeta de crédito, sobre la que acechan mayores amenazas.
El código IBAN cuenta con 24 caracteres: dos letras al comienzo que indican el país, ya que se trata de una normativa europea, y 22 números. Estos se dividen del siguiente modo:
Como hemos mencionado, apenas hay riesgos por dar el IBAN, ya que el hecho de tenerlo no capacita a nadie para extraer el dinero de la cuenta corriente. Es más, lo único que podrán hacer con el mismo es hacer una transferencia.
Solo si además se dispone del DNI podría darse el caso de que un malhechor lo intentara. Sin embargo, si eso ocurriera, no sería complicado para el titular frenar cualquier operación hecha en su nombre, especialmente si cuenta con una aplicación de banca electrónica que avisa de cada movimiento realizado. Hay que tener presente que para realizar este tipo de movimientos se suelen solicitar varias autenticaciones, tales como el uso de claves enviadas por SMS.
A pesar de que apenas haya peligro cuando se da el IBAN de la cuenta, sí que es aconsejable seguir una serie de pautas para evitar cualquier inconveniente. Las más habituales son las siguientes:
En definitiva, dar el número de cuenta no implica un riesgo en sí, pero nunca hay que perder de vista las posibles acciones delictivas relacionadas, ya que el crimen no descansa.