¿Hay peligro al dar el IBAN del número de cuenta?

Hace ya más de nueve años que el código IBAN sustituyó al CCC (Código Cuenta Cliente), incluyendo más información en la identificación de una cuenta bancaria. Por lo tanto, cuando hablamos de código IBAN estamos haciéndolo del clásico número de cuenta y de los posibles peligros que nos acechan cuando lo damos. 

Respecto a estos, apenas existen, ya que si damos el IBAN a un desconocido, será complicado que saque provecho del mismo. No ocurre lo mismo con el número de la tarjeta de crédito, sobre la que acechan mayores amenazas.

Los números del IBAN

El código IBAN cuenta con 24 caracteres: dos letras al comienzo que indican el país, ya que se trata de una normativa europea, y 22 números. Estos se dividen del siguiente modo:

  • Los dos números que siguen a las letras corresponden a dígitos de control.
  • Los cuatro siguientes identifican a la entidad bancaria.
  • A continuación aparecen otras cuatro cifras que se refieren a la oficina.
  • Los dos números posteriores también son dígitos de control.
  • Finalmente, las diez cifras restantes son el número de cuenta –no puede coincidir con ningún otro–.

¿Y si damos el código IBAN?

Como hemos mencionado, apenas hay riesgos por dar el IBAN, ya que el hecho de tenerlo no capacita a nadie para extraer el dinero de la cuenta corriente. Es más, lo único que podrán hacer con el mismo es hacer una transferencia.

Solo si además se dispone del DNI podría darse el caso de que un malhechor lo intentara. Sin embargo, si eso ocurriera, no sería complicado para el titular frenar cualquier operación hecha en su nombre, especialmente si cuenta con una aplicación de banca electrónica que avisa de cada movimiento realizado. Hay que tener presente que para realizar este tipo de movimientos se suelen solicitar varias autenticaciones, tales como el uso de claves enviadas por SMS.

Recomendaciones al dar el IBAN

A pesar de que apenas haya peligro cuando se da el IBAN de la cuenta, sí que es aconsejable seguir una serie de pautas para evitar cualquier inconveniente. Las más habituales son las siguientes:

  • Revisar con asiduidad los movimientos que se hacen en la cuenta. Cualquier cargo inesperado debe estar concretado (saber de dónde proviene y por qué) y controlado, por si se tratara de alguna actividad fraudulenta, como la domiciliación de un recibo que no corresponde. De hecho, este es uno de los mayores peligros que puede haber al dar el IBAN, aunque no sea algo habitual por dos razones: no se obtienen grandes beneficios y es muy complicado que el titular de la cuenta no se percate de que está recibiendo un cargo que no le corresponde.
  • No facilitar otros datos que sí pueden ser más peligrosos, como los referentes a la tarjeta de crédito o los del DNI, ya que de ese modo los delincuentes tienen más armas para propiciar sus ataques.

En definitiva, dar el número de cuenta no implica un riesgo en sí, pero nunca hay que perder de vista las posibles acciones delictivas relacionadas, ya que el crimen no descansa.