Hace justo dos meses que el ministro de Agricultura aseguraba que la inflación de los alimentos había tocado techo. Lo hacía tras reunirse con todos los profesionales que conforman la cadena alimentaria, pero el IPC del mes de febrero, en el que la alimentación subió más de un punto, hasta el 16,6%, se encargaba poco después de desmentir este pronóstico.
Sin embargo, en esas fechas en las que Luis Planas estimaba que lo peor había pasado, sí se estaba produciendo un importante punto de inflexión: entre el centenar de productos agrarios que monitoriza semanalmente el Gobierno había empezado a incrementarse el número de los que estaban más baratos que un año antes.
Desde principios de año, esa lista de los productos agrarios que tienen más relevancia a nivel nacional contaba cada vez con más referencias cuyos precios estaban por encima de los de la misma semana de 2022. A comienzos de enero, de 104 productos, solo 17 presentaban precios más bajos que en el arranque de 2021 (fundamentalmente, carne de ovino, tomates, peras y trigo duro).
Con el avance de las semanas el número de productos agrarios más caros fue aumentado. Lo hizo hasta a mediados de febrero, cuando solo un 14% de los monitorizados para observar la coyuntura del mercado eran más baratos que un año antes. Pero, a partir de ahí la tendencia se invierte.
Así, la pasada semana, una tercera parte de los productos agrarios ya presenta precios por debajo de los que marcaba a mediados de abril de 2022.
Todos los cereales que monitoriza el Ministerio de Agricultura están más baratos que hace un año, después de que su precio se disparara la pasada primavera tras la invasión rusa de Ucrania, ya que estos dos países están entre los principales productores del mundo. Ahora, los precios del trigo, el maíz y la cebada, en el momento de entrar a la industria transformadora, muestran descensos del entorno del 25%.
El mismo efecto se nota con los derivados del girasol, el aceite refinado convencional y el refinado alto oleico, ambos a granel, cuestan un 55% y 53% menos que hace un año. El precio del de soja también es un 40% más barato. En cambio, ocurre todo lo contrario con el aceite de oliva: todas las referencias incluidas presentan subidas, que van del 41% al 57%.
Aunque la mayoría de las frutas están más caras en origen que el pasado abril, entre las hortalizas la mayor parte de los productos presenta bajadas. Las más destacadas son las del calabacín (-72%), pepino y berenjena (ambos están un 37% por debajo), espinacas (-18%), zanahoria (-14%).
Por lo que respecta a los lácteos, las caídas de precios se centran solo en el suero de leche en polvo y en la mantequilla.
Aunque estos descensos pueden marcar el inicio de una moderación de la inflación de los alimentos, son todavía muchos los productos que marcan incrementos de precios en el campo y que pueden seguir trasladándose al consumidor. Destaca el encarecimiento de todas las variedades de arroz, de la alfalfa, naranjas, cebollas, puerros y patatas. Entre la carne, los mayores incrementos se registran en el porcino; mientras que en los huevos, las ocho referencias monitorizadas, apuntan fuertes subidas (del entorno del 50%) con respecto al pasado año.
Las rebajas que se muestran ya en algunos productos en origen se debe, fundamentalmente, a la caída de los precios energéticos desde los máximos alcanzados el año pasado y al abaratamiento en los mercados internacionales de algunas materias primas necesarias para la producción. Esta tendencia descendente es la que, confía el Gobierno, acabará trasladándose al resto de la cadena alimentaria hasta llegar finalmente a los consumidores.
Pero, de momento, los datos no son tan optimistas. Los precios de fabricación industrial relacionados con la alimentación mostraban todavía en febrero crecimientos interanuales del 20%, con aumentos por encima de ese nivel para los productos que tienen que ver con la carne, el azúcar o el aceite.
Además, otra amenaza para esa perseguida bajada de los precios de la alimentación está ya sobre la mesa. La sequía, que afecta tanto a España como al resto de Europa, está dañando las cosechas de cereal, obligando a reducir la superficie sembrada en las de regadío y aumentando los costes de los ganaderos por los efectos en la alimentación de los animales.
Pese a todo este “contexto complicado”, el Gobierno asegura que mantiene su visión de que los precios de los alimentos van a disminuir de forma progresiva y en un periodo próximo. De momento, en marzo, la inflación de la alimentación descendió solo una décima, hasta el 16,5%, y sigue en máximos a pesar de las rebajas del IVA aplicadas desde comienzos de año a los productos básicos.