Hasta hace tan solo unos días estaba clarísimo: el Banco Central Europeo (BCE) iba a subir en otros 50 puntos básicos los tipos de interés en la zona euro. Ya el día 2 de febrero anunció lo que iba a hacer este jueves. No era un compromiso, pero a la presidenta Christine Lagarde se le ocurrían "muy pocos escenarios extremos" para que no terminara ocurriendo. Se equivocaba por partida doble: Silicon Valley Bank y Credit Suisse. Pero ni la liquidación del primero y ni los problemas del segundo han alterado el rumbo del BCE: los tipos pasan del 3,00% al 3,5% como estaba previsto.
"Se prevé que la inflación seguirá siendo demasiado alta durante demasiado tiempo", aseguraba la presidenta Christine Lagarde durante la conferencia de prensa. "Nuestra determinación y compromiso para reducir la inflación sigue intacto y todavía nos queda mucho camino por recorrer".
No se planteó ninguna otra alternativa, como subir solo en un 0,25 los tipos, ha reconocido Lagarde. "Aunque tres o cuatro miembros preferían esperar a que la incertidumbre se despejara antes de volver a incrementar los tipos", ha explicado. "La decisión que hemos adoptado por una amplía mayoría y casi en un tiempo récord está justificada, es robusta y era necesaria".
El BCE reconoce que la incertidumbre ha aumentado mucho en los últimos días. La crisis financiera en Estados Unidos no está del todo resuelta y aunque hoy Credit Suisse en Europa rebotaba con fuerza en la bolsa tras pedir prestados 50.000 millones al banco central suizo, la situación no está clara.
"El Consejo de Gobierno está haciendo un atento seguimiento de las actuales tensiones en los mercados y está preparado para responder como resulte necesario a fin de mantener la estabilidad de precios y la estabilidad financiera en la zona del euro", explica el organismo.
El BCE asegura que el sector bancario está hoy en una posición mucho más "sólida" que en el año 2008. "Los niveles de capital son mucho más elevados. La posición de liquidez es robusta y por encima del mínimo requerido. Y la composición de esos colchones (buffers, en la jerga), es de alta calidad", detallaba al vicepresidente Luis de Guindos.
Desde el banco se ha insistido en varias ocasiones en que, si hace falta, están preparados para actuar. "Tenemos instrumentos y una caja de herramientas que diría es mayor que la que tiene la Reserva Federal estadounidense para estos casos", exponía Lagarde.
A diferencia de lo que ocurrió en la reunión de febrero, en la que el BCE por primera vez dijo claramente cuál iba a ser su siguiente movimiento, en este caso no hay indicaciones. "Seguiremos siendo muy dependientes de los datos", ha reiterado en varias ocasiones la presidenta del BCE. "Miraremos tanto datos económicos como financieros a la hora de tomar el próximo paso".
Como guía de qué puede pasar, el banco ha adelantado los tres indicadores que determinarán si los tipos siguen subiendo en mayo --la fecha de la reunión es el día 4 de ese mes -- o si se mantienen en el 3,5%. En caso de optar por la segunda opción sería la primera vez que el BCE se toma una pausa en una reunión desde que inició esta escalada en julio de 2022.
"Esto es nuevo en nuestro comunicado", decía Largarde. "Son los tres elementos que se tendrán en cuenta para determinar nuestra reacción hacia delante".
Las tensiones en los mercados añaden todavía más incertidumbre al pronóstico de inflación y crecimiento del banco para los próximos años. En esta reunión se han presentado nuevas cifras que se calcularon sin tener en cuenta este último episodio financiero.
"Antes de estos recientes acontecimientos, la senda de referencia para la inflación general ya se había revisado a la baja, debido principalmente a una contribución de los precios de la energía menor de lo esperado anteriormente", apunta el BCE.
En febrero los precios todavía se situaban en el 8,5% en la zona euro, pero es espera una progresiva senda descendente conforme vaya avanzando el año. Los expertos del BCE prevén ahora que la inflación se situará, en promedio, en el 5,3 % en 2023 -- en diciembre se pronosticaba un 6,3%. En el año 2024 caería hasta el 2,9% y en 2025, al 2,1%, según las nuevas estimaciones.
También mejoran las previsiones de crecimiento. En este caso para el año en curso en diciembre se esperaba un avance de medio punto del PIB y ahora se duplica el pronóstico. Sin embargo, de cara a los dos siguientes ejercicios, se moderan ligeramente a la baja las cifras.