El consejero delegado del Silicon Valley Bank (SVB), Greg Becker, vendió sus acciones del banco por valor de 2,11 millones de euros el 27 de febrero, solo dos semanas antes de la caída de la entidad, según la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC). La quiebra del SVB es la mayor caída de un banco desde 2008. El miedo al contagio está ahí. La banca cae y arrastra al Ibex 35.
La venta de esas acciones formaba parte de un plan preestablecido para ejecutivos, conocido como programa 10b5-1, que Greg Becker presentó a la SEC el 26 de enero, seis semanas antes del hundimiento del SVB.
En el caso de la venta del pasado 27 de febrero, el CEO del SVB ejerció opciones sobre acciones, es decir, canjeó sus opciones por acciones de la entidad para después vender los títulos. Becker vendió estas acciones entre 285 y 302 dólares, según MarketWatch.
A las ventas de estas acciones, hay que sumar que Greg Becker también vendió acciones del banco el pasado 31 de enero por otros 1,1 millones de dólares, una operación que, según recogen las autoridades monetarias norteamericanas, empleó para saldar una deuda tributaria.
Las recientes ganancias en bolsa del CEO del SVB se suman a los 2,6 millones de dólares que cobró el año pasado, que incluían una prima de 1,5 millones de dólares.
El Silicon Valley Bank anunció el miércoles pasado que iba a buscar una ampliación de capital para tratar de hacer frente a sus dificultades financieras, que le habían llevado a deshacerse de inversiones de unos 21.000 millones de dólares, con una pérdida de unos 1.800 millones.
Ese anuncio llevó a muchos clientes a retirar sus fondos. Hasta millones salieron de la entidad, se suspendió su cotización y se anunció su intervención pública.
El Gobierno de Estados Unidos anunció el domingo un plan de rescate, en el que garantizó los ahorros de la gente hasta 250.000 dólares pero no el dinero de los inversores. A su vez, Estados Unidos también informó del cierre del Signature Bank, una entidad regional castigada por su exposición a las criptomonedas.
En un sector interconectado como el bancario, el miedo a un nuevo colapso del sistema como el del 2008 es global. Los expertos aseguran que no es comparable. Sin embargo, esta es la mayor quiebra de una entidad financiera desde entonces.