Elisabeth Silvestre es doctora en Biología, máster en Biología humana y máster en Bioconstrucción. Su labor profesional se ha centrado en el campo de la genética, ha trabajado en diferentes centros sanitarios de Barcelona, la última etapa como jefa de Citogenética y de Biología molecular, y posteriormente en el campo de la salud ambiental en relación con el papel que desempeña el ambiente interior de casas y edificios en la salud de las personas. Actualmente es docente en biohabitabilidad, disciplina que investiga y analiza cómo diseñar, rehabilitar, construir y habitar espacios que sean saludables para las personas y el medio ambiente.
Acaba de publicar “La oficina en casa”, un libro de lectura obligada en tiempos de postpandemia y trabajo híbrido, más teniendo en cuenta que la flexibilidad laboral es ya uno de los elementos más apreciados para un trabajador a la hora de aceptar una oferta. Y para ser productivos y lograr el teletrabajo perfecto, sin estrés, nadie mejor que Elisabeth para darnos las claves. ¿Sabías que los estudios indican que el aire interior de los hogares suelen estar de 5 a más veces contaminados en relación con el espacio exterior, con la calle? ¿Sabías que nuestro cerebro no está cableado para realizar múltiples tareas correctamente, así que el multitasking es mas un término de moda que una realidad?
Las 10 cosas más comunes que hacemos mal a la hora de teletrabajar
Al estar en casa, quizás no se prioriza tanto el organizarse y seguir unos horarios, porque creemos que ya lo tenemos todo a mano, en casa. Una lista podría ser:
Destacaría la ausencia de luz natural, sin ventanas, el evitar trabajar con luz eléctrica toda la jornada. Si esa es la situación, buscar opciones para combinar tiempos en otras zonas de la casa donde si se esté en contacto con el exterior. En estos casos, evitar las bombillas de luz muy cálida, suave, por que para que el cerebro esté en modo actividad, necesita la información más similar a la luz natural del sol. Así, que hay que elegir una iluminación con bombillas de espectro completo, que indica que se asemeja al de la luz del sol de día, y con un índice de reproducción cromática (mirar en etiqueta ICR o CRI -siglas inglés-) del 90%, y con un temperatura de color superior a los 5500ºK para estar bien despiertos, en modo día.
Otro factor a destacar sería el ruido, resulta muy difícil poner foco en el trabajo en un ambiente con contaminación acústica continuada, y además repercute en la salud física y mental. Así que, mejor buscar un lugar alejado de focos de ruido como una calle muy transitada, o invertir en implementar materiales que insonoricen la estancia.
Y después, todo aquello que nos distraiga, que nos haga cambiar la atención de forma constante, porque así, se acaba más fatigado y con más tareas pendientes.
La calidad del ambiente tiene una repercusión importante en este sentido. Hay estudios realizados en edificios de oficinas con indicadores deficientes en relación a la calidad del ambiente interior (CAI), lo que se relaciona con el denominado síndrome del edificio enfermo, también se conoce como oficina enferma, que aportan datos de merma de hasta un 15% en la productividad, y un incremento de un 5% del absentismo laboral. En el I Congreso Internacional sobre CAI, celebrado en Madrid en noviembre de 2018, la mala calidad del aire interior en edificios se asoció a un coste de 14.000 millones de euros al año, en relación a las tasas elevadas de absentismo laboral, costes sanitarios y pérdidas de productividad. Y entre los factores e indicadores que hay que considerar para evitarlo están los materiales de construcción, en particular los que están más en contacto con las personas (paredes, suelos) y los de decoración, una ventilación insuficiente, la iluminación, la humedad relativa, los materiales sintéticos, y los múltiples cables eléctricos que no disponen de una eficiente toma de tierra. Justo en el libro “La oficina en casa” se dedica todo un capítulo para abordar cómo disponer de los beneficios de la tecnología de forma más sana, con sencillos hábitos y opciones de higiene energética que se pueden poner en práctica en casa para y ganar en bienestar y confort. Nos llevamos el trabajo a casa, pero dejamos los problemas asociados al ambiente de la oficina, en el edificio de oficinas.
A través del color y de los materiales, junto con otros ingredientes del interiorismo, se imprime un carácter al espacio, que va a incidir en cómo nos sentimos en ese lugar, en los comportamientos. El color es información para nuestro cerebro. No es lo mismo estar en una estancia pintada toda de rojo puro, o en una con fondo blanco y con detalles en rojo. En la primera te puedes sentir hiperestimulado, incluso estresado; en la segunda con energía y más calmado.
Cada color aporta unas características como cuento en el libro “La oficina en casa”, y se trata que cada uno, según el tipo de trabajo, de gustos personales, de valores que desea imprimir en el ambiente, elija.
Por ejemplo, el verde nos recuerda a la naturaleza, aporta sosiego, equilibra el sistema nervioso, ayuda a la concentración.
El azul se asocia a la calma del mar, la creatividad, ralentiza los ritmos y también es un color que refresca los espacios. El amarillo, el color del sol, aporta luminosidad, optimismo, alegría,… La clave sería lograr un ambiente cálido, armónico, y que exprese nuestros valores, qué queremos “decir” a través el espacio, qué queremos trasmitir y vivir. Ahora en casa, podemos personalizar nuestro espacio de trabajo y el color, es una herramienta poderosa para conseguirlo.
Y en cuanto a materiales, mi propuesta es optar por los más naturales, como la madera con tratamientos naturales (sin acabados de barnices sintéticos); por pinturas que emitan los valores más bajos de compuestos que se volatilizan al ambiente como el formaldehído y otros compuestos orgánicos volátiles (COV) (buscar en la etiqueta que especifique bajo en formaldehído y en COV), evitar las plásticas a favor de las minerales o vegetales; los suelos pétreos, de baldosas, de materiales que sean más conductores que las moquetas sintéticas; las tapicerías de las sillas también de acabados naturales, o las cortinas y estores.
Con la elección de los materiales no solo se está imprimiendo una personalidad del ambiente, también es una apuesta para disponer de calidad del ambiente más saludable, como respirar un aire más sano en el espacio de trabajo si no contienen los compuestos volátiles que hemos citado, evitar la desagradable electricidad estática si son sintéticos, o que tengan propiedades de regular la humedad ambiental… Y con los más naturales, se consiguen ambientes más sanos, que aportan mayor bienestar, nos hacen sentir mejor.
Se trata de probarla en la tienda, de sentarse y notar como estamos en ella, para poder elegir el modelo que mejor se adapte a cada persona. Podemos fijarnos en el respaldo que proteja la zona lumbar, que permita tener los hombros y los brazos relajados haciendo ángulo de 90º, que permita el movimiento del cuerpo y con una envergadura que se adapte al espacio disponible, y con una altura adecuada para que los pies puedan apoyarse en el suelo. En cuanto a materiales, los naturales evitan que se produzca la desagradable electricidad estática como suele ocurrir con los materiales sintéticos.
La silla es relevante, y moverse también. Pasarse la jornada sentado, por muy ergonómica que sea la silla, no es nada saludable. El cuerpo necesita moverse, estirarse, andar, evitar el sedentarismo.
Cada cuanto tenemos que parar e intentar hacer ejercicio
Hacer pausas activas cada hora para andar o estirarse puede ser una buena medida. De hecho, acaba de publicarse un estudio que ha realizado científicos de la Universidad de Columbia que indica que andar 5 minutos cada media hora sería una opción muy sana, porque mejora la fatiga, aumenta el bienestar emocional, equilibra los niveles de glucosa en sangre y reduce la presión arterial. Los autores le llaman un “snack de actividad” a esos 5 minutos, del mismo modo que se hacen pausas para tomar un refrigerio, moverse es un buen “refrigerio” para el cuerpo y para el cerebro. Lo importante es tener bien presente moverse durante la jornada laboral, y también combinar periodos de estar sentados con otros de trabajar de pie, según la actividad que se realice (mientras se hacen llamadas, o se revisa algún documento…).
El ambiente puede potenciar en positivo, o no, efectivamente. Lo interesante es conocer qué factores ambientales aportan en positivo, y son los que equilibran nuestros sistemas biológicos, y disponer de ellos en el ambiente y con los hábitos, tal como hemos editado en las dos primeras preguntas. Disponer de luz natural, de un espacio con calma, sin ruidos, con plantas, también disponer de momentos de silencio digital (trabajar sin que las alarmas o laos avisos de menajes vayan invadiendo), ponerse tiempos de responder mails, de responder mensajes, sin estar todo el tiempo pendiente de ellos, lo que supone el cambiar de forma constate el foco, y ya sabemos que el cerebro no está programado para este multitasking que dispersa mucho…
Planificar las tareas, la energía, los tiempos, va a ser clave para llevar bien el trabajo en casa, sin acabar agotados, y evitar sumar estrés día a día. Seguir unas rutinas ayuda a sincronizar los ritmos, como llevar un horario, hacer pausas activas, moverse, ser regular en los tiempos de comidas, contactar con otros compañeros de trabajo, socializarse.
Si no se contempla todo ello, es fácil acabar engullido por jornadas que se alargan más de lo debido, con la sensación de que no se atienden las tareas familiares y personales con la atención y el cuidado que se merecen, y que el estrés y la ansiedad acaben siendo esos compañeros fieles que nunca quisimos tener cerca.
Aprender a desconectar, mejor dicho a reconectar con uno mismo y con las demás áreas de la vida más allá de las laborales, puede ser un aprendizaje para los que alargan la jornada enganchados al ordenador. El trabajar en casa requiere de tomar mayor conciencia de ello, ahora uno se marca los tiempos, y en ellos, hay que incluir todo lo que nutre a la persona y conforma una vida más plena. El trabajo es una parte solo. Está el tiempo para uno mismo, para , las relaciones, el compartir, el disfrutar…
Si, son dos esenciales para una mejor salud física y mental, ayudan a sentirse mejor, con mayor bienestar, mejor ánimo y humor, menos fatiga, más activo, cuida las defensas… La luz natural sincroniza nuestro reloj biológico principal, exponerse a la luz por la mañana es el mejor despertador y activador del organismo, mejor que una taza de café… La información de la luz de la mañana le dice al cerebro que hay que ponerse en modo actividad, y si nos exponemos a ella es más fácil poner foco en el trabajo, con más energía. Para mi, la luz natural es un nutriente imprescindible, como el beber agua, esencial para el equilibrio de nuestros sistemas biológicos.
Como las plantas: rodearse de verde, entrar la naturaleza en los espacios interiores, en la oficina, en casa, es pura medicina para el cerebro. El verde reduce el estrés, mejora el estado de ánimo, mejora la atención y la capacidad de concentración, aporta belleza y bienestar. En los estudios realizados en oficinas se constatado que tener plantas en el lugar de trabajo, mejoran la satisfacción y la calidad del aire percibido por los trabajadores, y además aumenta la productividad hasta en un 15%.
Aunque es cierto que tener una estancia para ubicar la oficina en casa ayuda, tener pocos metros no tienen por qué ser una limitante. Se trata de buscar ese lugar, por pequeño que sea, para ubicar una mesa y disponer el ordenador y los elementos que se necesiten tener en ella para trabajar. Si es en el salón, se puede crear un rincón más recogido, con un biombo, un mueble bajo o unas plantas; lo mismo en otra estancia. Se trata de tener ese lugar delimitado del resto, y fijo, en especial la mesa, que no tengamos que montar y desmontar cada vez que se cambia de actividad (por ejemplo, trabajar, comer…).
Se trata de tener espacios más flexibles, y a la vez delimitar el lugar para trabajar, para que sea más fácil entrar en modo trabajo, así como salir de él y lograr desconectar del trabajo cuando la jornada haya terminado. Que el espacio con la mesa por pequeño que sea nos lleve a que se trata de nuestra oficina en casa.
Si hay niños, especialmente en edad infantil, la planificación del trabajo se suele adaptar a sus horarios, a sus necesidades. Aprovechar para realizar las tareas cuando duermen o cuando están en la escuela.
Aquella que te haga sentir cómodo y te haga sentir bien. Seguir con las rutinas de higiene personal, de cuidar el aspecto, casi como si fueras a la oficina. Si te sientes bien más informal, perfecto, pero mejor olvidarse de las piezas más desaliñadas que se guardan para estar en casa. Crear armonía no solo en el espacio, también en el aspecto, cambia la energía, el humor, la predisposición… La ropa, a modo de segunda piel, también forma parte del autocuidado, y aquí también, si se eligen fibras naturales, te sentirás mucho mejor.