La inflación de los alimentos tocó en diciembre el nivel más elevado desde que existen datos. A pesar del descenso de la tasa general de inflación, que se ha reducido casi a la mitad desde el máximo alcanzado en julio, los productos alimentarios mantuvieron la tendencia alcista. Y ni productores ni distribuidores se atreven a pronosticar cuándo empezará a moderarse. “Las causas que han provocado esa crisis de precios siguen presentes”, señalan desde el sector.
Los precios de alimentos y bebidas alcohólicas crecieron en 2022 un 15,7%, diez puntos más que el IPC general. No solo es el ritmo más alto, es que es más del doble del mayor que se había registrado hasta la fecha. La subida anual más fuerte en casi 30 años se había observado en 2007, justo antes del estallido de la burbuja inmobiliaria, cuando estos productos se encarecieron un 6,6%.
Los mayores sustos para el bolsillo de los consumidores llegaron, además, de los artículos básicos de la cesta de la compra: el azúcar subió el pasado año un 50%; la mantequilla, un 42%; la leche y la harina se encarecieron un 37%; los huevos, un 30%. Por su parte, el precio del aceite de oliva, aumentó un 35% y el de otros aceites comestibles (girasol, principalmente), lo hizo un 50%.
Si atendemos a lo que sucedió el pasado diciembre, en pleno momento de consumo navideño, vemos que los precios de la alimentación subieron un 1,6% respecto a los del mes anterior. El incremento multiplica por ocho el de la inflación general (que creció un 0,2% respecto a noviembre) y muestra, además, grandes diferencias entre los alimentos sin elaboración y los procesados.
Los primeros, mucho más volátiles, aumentaron un 0,6%. Los segundos registraron el segundo aumento mensual más elevado de la serie histórica: crecieron un 2,3%, solo por detrás de la subida de un 3,4% que experimentaron en abril de este año.
La subida récord de los precios alimenticios durante el pasado año fue el resultado de lo que el sector considera una auténtica “tormenta perfecta”. El fuerte aumento de los precios de la energía, la subida de las materias primas por el impacto de la guerra de Ucrania y la sequía, que mermó muchas cosechas, explican un aumento de los precios más alto que nunca.
Pero, a pesar de que la factura eléctrica se ha reducido con rebajas fiscales y la ‘excepción ibérica’, de que los de los carburantes han caído desde los niveles máximos del verano, y de que la escasez de algunas materias primas se ha ido solventando, los alimentos no dan señales de moderación.
"De forma generalizada es imposible pensar que los precios de los alimentos vayan a bajar por la bajada de los precios de la luz o los carburantes. Por ejemplo, ya sabemos que el aceite de oliva mantendrá unos precios altos porque la cosecha ha sido muy corta en producción y hasta que no llegue la próxima, tras el verano, no se esperan grandes cambios. La tendencia en otros productos va depender de cómo se apliquen los costes en la cadena alimentaria. Aunque, sí es cierto que si se produjera el descenso de otros costes intermedios (logísticos, de transporte, de almacenamiento, de los establecimientos), se podría repercutir en una bajada de los precios para los consumidores", señala Andrés Góngora, responsable estatal del sector hortofrutícola de COAG.
Tampoco desde la distribución se ven señales de una próxima contención. "Es muy difícil y aventurado hacer previsiones en la situación actual. Ojalá se vean signos de moderación, pero las causas que han generado la crisis de precios siguen incidiendo”, explican fuentes del sector distribuidor.
Más allá del aumento de los costes, desde las asociaciones de productores se pone el acento en el desigual reparto de ellos que se ha realizado durante los últimos meses. “El pagano ha sido, por un lado, el consumidor, y por otro, los productores, que somos el eslabón más débil de la cadena. Hemos sufrido el aumento desmesurado de los costes de producción y no hemos podido repercutirlos en los precios. Se tienen que poner todos los mecanismos para controlar el correcto funcionamiento de la ley de cadena alimentaria”, señala Juan José Álvarez, secretario de Organización de Asaja, que no confía en que la bajada temporal del IVA a los alimentos básicos aprobada por el Ejecutivo vaya a lograr una contención real de los precios.
Sobre las causas del elevado encarecimiento de los alimentos tampoco existe una postura unánime en el Gobierno. Si desde Agricultura, el ministro Luis Planas, defiende desde hace meses que se debe al impacto de las subidas de los costes en toda la cadena de producción, la vicepresidenta tercera y ministra de Trabajo, ha señalado al aumento de los márgenes empresariales como responsables de la subida de los precios. “Hay alguien aquí que se está forrando”, comentaba el pasado viernes Yolanda Díaz tras conocer los datos de inflación correspondientes al mes de diciembre.