Hay cuatro viernes cada año en los que los mercados viven la llamada 'triple hora bruja'. Se conoce así porque ese día coinciden muchos vencimientos de distintos contratos bursátiles. Algo parecido ocurre esta semana con la triple cita de bancos centrales de Estados Unidos, Reino Unido y la zona euro. Los tres volverán a subir los tipos de interés en su último movimiento del año, pero seguramente menos de lo anticipado.
La inflación por fin ha empezado a dar algún síntoma de desaceleración, tanto en Estados Unidos como en Europa. El año se despedirá por todo lo alto en el terreno de la política monetaria de los países avanzados. En los últimos meses hemos visto la evolución al alza de tipos más vertiginosa que se recuerda en décadas. Si fuera una película podría titularse: '2022, el año en el que los tipos subieron peligrosamente'.
Basta con recordar que Estados Unidos amaneció enero con un precio oficial del dinero entre el 0% y el 0,25% y que despedirá diciembre con un nivel que rondará entre 4,25% y el 4,5%. En su reunión de este miércoles se espera que la Reserva Federal incremente los tipos en medio punto porcentual. En tiempos normales nos parecería un movimiento bastante rotundo, pero es que la Fede encadena ya cuatro subidas de 75 puntos básicos consecutivas. Parece que no habrá una quinta. Medio punto en este caso es como levantar algo el pie del acelerador.
En la zona euro también se espera un nuevo incremento de tipos de interés aunque también menos agresivo de lo inicialmente previsto. Aunque el último dato de IPC de noviembre se situó en el 10%, supone una caída de seis décimas respecto al dato anterior. Los precios energéticos parece que no van a seguir tirando con tanta fuerza como en los últimos meses. En las dos últimas reuniones el BCE había optado por dos incrementos de 75 puntos básicos. Con la decisión de este jueves los tipos en la unión monetaria podrían despedir el año en el 2,5%. En mayo, hace tan solo ocho meses, estaban todavía en el 0%.
En el Reino Unido, con un pronóstico de recesión en el segundo semestre de 2022, se espera un incremento de medio punto porcentual que situará los tipos en el 3,5% este jueves. En su última reunión, el banco central llevó a cabo la mayor subida de los últimos 33 años.
La respuesta corta a esta pregunta es un "sí, cueste lo que cueste". Los banqueros centrales han reiterado una y otra vez que no les temblará el pulso en su lucha contra la inflación, aunque eso provoque un aterrizaje brusco de las economías. Sin embargo, hay matices. Para el próximo año se espera que la política monetaria transite en la misma dirección aunque con una senda menos vertical.
Los precios elevados seguirán instalados en los países avanzados durante unos cuantos meses más, según las últimas previsiones. No habrá factores que permitan sostener una tregua. El BCE espera una inflación media todavía del 5,5% para 2023. Este jueves la entidad actualizará sus previsiones de precios y crecimiento. Veremos si corrige sus previsiones de nuevo.
En la práctica habrá que seguir adaptándose a una financiación más cara y a revisiones al alza de los créditos ligados a tipos de interés variables. Para los gobiernos supondrá también destinar más ingresos públicos al pago de intereses de su deuda. Lo estamos viendo en las subastas que realiza el Tesoro Público español: el precio que tiene que ofrecer a los inversores ha subido.
La carrera al alza del precio del dinero para tratar de contener la inflación coincide en el tiempo con una enorme montaña de deuda acumulada a nivel mundial. Esta circunstancia complica todavía más la política monetaria. "La deuda mundial se mantuvo por encima de los niveles anteriores a la pandemia en 2021, incluso después de registrar la mayor caída en 70 años, lo que subraya los desafíos para los responsables de la formulación de políticas", apunta el Fondo Monetario Internacional (SMI) en el último informe sobre deuda mundial.
"La caída de la deuda fue mayor en las economías avanzadas, donde tanto la deuda privada como la pública cayeron un 5% del PIB en 2021". Supone haber recortado en un tercio el incremento registrado para hacer frente a la pandemia. Todavía queda mucho camino por recorrer para volver a la situación de endeudamiento precovid. La subida de tipos no llega en el mejor de los momentos.
En este contexto, la política monetaria se asemeja al trasatlántico que navega por agua heladas (crecimiento económico bajo/riesgo de recesión) y enormes icebergs (elevada deuda acumulada). Los problemas de inflación se concentran sobre todo en las economías avanzadas pero para el resto es difícil escapar de esta órbita. Al ser el dólar la moneda más utilizada en todo el mundo, lo que decide su banco central genera una serie de ondas que terminan llegando a muchos más países y condiciona las decisiones de política monetaria de otros. Esa sincronización de movimientos supone un riesgo para la estabilidad financiera.
Coinciden muchos factores al mismo tiempo. Una versión particular de la triple hora bruja acompañará durante 2023 la travesía de los banqueros centrales.