La principal amenaza para la economía durante los últimos meses, una inflación en los niveles más elevados en décadas, parece que empieza a dar señales de moderación. La tasa interanual de la eurozona descendió seis décimas en noviembre, alejándose del máximo alcanzado el mes anterior y situándose en el 10%, según los datos avanzados por Eurostat. También se han registrado caídas en la inflación de las principales economías de la eurozona y entre ellas en España, que marcó el nivel más bajo en el IPC armonizado de los 19 países del euro.
Se situó en el 6,6%, siete décimas menos que el nivel del mes de octubre, con lo que el diferencial con la media de la eurozona sigue ampliándose y alcanza los 3,4 puntos.
La moderación de la inflación, más acusada en España que en sus socios europeos, se explica fundamentalmente por la puesta en marcha de la excepción ibérica. "Las medidas que se han tomado para contener el crecimiento de la inflación han funcionado. Las ayudas al transporte público, las bonificaciones de los carburantes y, sobre todo, el llamado tope del gas, es lo que ha contribuido de manera poderosa a bajar los precios de la electricidad y a moderar la subida del IPC", dice José Manuel Corrales, profesor de Economía de la Universidad Europea.
Esta ralentización en el incremento de los precios que se empieza a vislumbrar en la Unión Europea, va adelantada ya en Estados Unidos, donde la inflación acumulaba hasta octubre cuatro meses de caídas desde el récord marcado en verano. La misma tendencia se observa en mercados emergentes como Brasil o Chile.
La moderación de los precios de las materias primas, sobre todo de las relacionadas con la energía, y la normalización de las cadenas de suministro, que se acercan a los niveles previos a la pandemia, son dos de los factores que explican este giro a la baja de la inflación.
“El nivel máximo en Estados Unidos lo vimos en junio y se va corroborando esa sensación de que el punto de inflexión ya se ha pasado. En Europa, probablemente, el máximo en la inflación lo hayamos visto en octubre, porque el dato adelantado de noviembre es el primer descenso desde un nivel francamente alto”, analiza María Romero, socia directora de Analistas Financieros Internacionales (Afi).
Ese retroceso, no obstante, no será rápido y se mantiene la preocupación por la evolución de la inflación subyacente, la que excluye los precios de la energía y los alimentos no procesados, que según los datos avanzados se habría situado en el 5% este mes en la zona euro.
Y es que, dice la experta, mientras en Estados Unidos todos los indicadores adelantados, como el de materias primas agrícolas, el de precios de la vivienda, el de servicios, o el crecimiento de los salarios ya tiran para abajo, este último elemento no está tan claro en Europa.
“Aquí la revisión de salarios se ha mantenido mucho más contenida, pero la persistencia de inflación alta puede dar pábulo a una revisión de las rentas mayor de lo que hemos visto hasta ahora. Hasta el propio BCE avisa de que el año que viene puede haber un salto en las revisiones salariales que podrían alcanzar hasta el 4% o más. Eso va a hacer que la moderación de la subyacente sea mucho más lenta y que sea complicado ver una senda con caídas muy pronunciadas”, pronostica Romero, que considera que esto puede provocar efectos de “segunda ronda” que supongan un riesgo para la moderación de la inflación
Buena parte de esta desaceleración de la inflación tiene que ver con los precios de las materias primas energéticas. Los precios del gas y el petróleo que han venido impulsando al alza el IPC, experimentaron fuertes subidas el pasado año y con la invasión rusa de Ucrania, pero ahora muestran cierta estabilización, que provoca que ya no se produzcan incrementos tan significativos en la comparación interanual.
Así, el índice TTF de futuros del gas se sitúa desde mediados de octubre por debajo de los 150 euros por megavatio hora, muy por debajo de los cerca de 350 que llegó a marcar este agosto. “Los precios están bastante moderados y muy estables en el horizonte de los próximos meses, pero en el momento en el que haya que recomponer inventarios, de cara a la primavera de 2023, probablemente volvamos a ver tensiones adicionales, aunque no sean tan fuertes como las de este año”, avanza la economista de AFI.
Respecto al petróleo, su precio actual de 85 dólares por barril está significativamente por debajo del que marcaba antes de la guerra. Por eso se espera que la OPEP continúe con los recortes de producción anunciados en los últimos meses para tratar de elevarlo, sobre todo, de cara a una previsible caída de la demanda provocada por la desaceleración económica global.
Otro de los motivos que provocó la subida de los precios desde mediados del pasado año fue el atasco en la cadena de suministros debido a la evolución de la pandemia. Ahora la normalización de estos procesos está contribuyendo también a su relajación.
Los fletes (precio transporte marítimo de un contenedor de mercancías) llegaron a multiplicarse por más de seis, con subidas especialmente importantes en las rutas que unían Asia con los puertos de oeste de Estados Unidos. Con la eliminación de muchas restricciones relacionadas con el covid y la contracción de la demanda, estos han ido descendiendo hasta acercarse a los que se pagaban antes de la pandemia.
A pesar de esta mejoría, la situación actual no está totalmente libre de riesgos. “Los problemas en las cadenas de suministro parecen estar en camino de resolución salvo por dos elementos: el componente energético, porque se necesita energía para garantizar que la producción no se pare, y la situación de China”, destaca Romero. Y es que la ola de covid que vuelve a extenderse por aquel país ha multiplicado de nuevo los confinamientos y eso puede traducirse en una nueva paralización de la producción industrial.
Todos estos aspectos explican la primera bajada del nivel de inflación en la eurozona este noviembre, que ha sido más abultada de lo que muchos analistas esperaban y que podría llevar al Banco Central Europeo a ralentizar las subidas de tipos de interés que está llevando a cabo desde el verano. Algunos expertos señalan ya que el BCE podría optar en su reunión del próximo 15 de diciembre por acometer una subida de medio punto, inferior a las dos últimas, de 0,75, que han llevado el precio oficial del dinero hasta el 2%, su nivel más elevado desde 2008.
No obstante, este mismo lunes, tan solo dos días antes de que se conociera el descenso del IPC en la zona euro, la presidenta de la institución dudaba de que la subida de los precios hubiera tocado techo en octubre. Christine Lagarde aseguraba que le “sorprendería” que fuera así, dada la “excesiva incertidumbre" en lo relativo, sobre todo, a los precios de la energía y de los alimentos.
"La inflación disminuirá gracias a las políticas monetarias y a la desaparición de los cuellos de botella, pero aún no veo los componentes ni la dirección que me lleven a pensar que hemos alcanzado el pico de la inflación o que vaya a disminuir en poco tiempo", explicaba la responsable del BCE, que advertía, además, del riesgo de que los planes presupuestarios de algunos países provocaran nuevas presiones inflacionistas si no apostaban por incluir medidas temporales y focalizadas en los más afectados por el alza de los precios.