El mercado laboral resiste a la crisis energética: el número de trabajadores en ERTE se reduce en un 10%

  • El número de trabajadores en ERTE por cuestiones económicas se redujo en prácticamente todas las industrias en agosto

  • Varias empresas han comunicado estos días cierres temporales de la actividad por el elevado coste de la energía

  • El Gobierno insiste en que en los datos de empleo de agosto no se percibe un contagio de la incertidumbre "de manera visible o patente"

Todavía queda por pasar la gran prueba de la actual crisis energética: el invierno, el periodo de mayor consumo de gas en Europa. Este mes de agosto nos ha dejado una muestra de la tensión (y también la especulación) en la que se pueden mover las cotizaciones del gas y de la electricidad. Tanto que hasta la Comisión Europea ha planteado intervenir el sistema de alguna manera. Rusia anunció este viernes que suspendía hasta nuevo aviso el suministro de gas. Pero incluso en este contexto, las consecuencias no se reflejan todavía en los datos de empleo de nuestro país: de hecho los ERTE por cuestiones económicas se redujeron un 10% en el mes de agosto.

Los números totales de trabajadores en suspensión temporal de empleo por dificultades en su empresa no son alarmantes: son 16.366 personas, el 0,08% de todos los ocupados. "Los problemas de los precios de la energía y la inflación no parecen estar trasladándose al mercado de trabajo", explicaba el pasado viernes el secretario de Estado de Empleo, Joaquín Pérez Rey. "No se da ese contagio de la incertidumbre, al menos de manera visible o patente".

Se detectó un repunte de los ERTE al inicio de la invasión de Ucrania porque coincidió también con la huelga de los transportistas. A finales de mayo rozaron las 40.000 personas. Desde entonces los trabajadores afectados por un ERTE por causas económicas, técnicas, organizativas y de producción --conocidos como ERTE ETOP --, se han ido reduciendo, incluso con un mes de agosto con precios récord del gas y la electricidad.

De esos 16.300 trabajadores en ERTE a finales de agosto, alrededor de un 28% estaban empleados en la industria, una de las más afectadas por el incremento del precio de la energía. Sin embargo, la cifra es inferior a la registrada en julio. El mes pasado todas las actividades industriales redujeron sus cifras de empleados en ERTE excepto en el caso de la industria alimentaria (+313), el sector azulejero (+302) y el sector textil (+47). Especialmente notable es la vuelta a la normalidad al trabajo en el sector automovilístico con más de 1.000 empleados de salida del ERTE el mes pasado.

Sin embargo, los incrementos puntuales que se detectan en algunos sectores están empezando a tener nombres propios. En los últimos días varias empresas han anunciado suspensiones temporales de empleo en sus plantillas por la inasumible factura energética.

"Estamos ante una situación totalmente insostenible. Las empresas se están descapitalizando para poder hacer frente a esta crisis de precios energéticos y no hay ninguna señal positiva de cara al resto del año", denunciaba el Consejo Intertextil Español (CIE) hace unos días. Esta asociación advertía del "otoño tremendamente complicado" y alertaba de que algunas empresas se planteaban despidos e incluso cierres ante la imposibilidad de hacer frente a la situación.

Tampoco hay señales de que en lugar de ERTEs, las empresas estén optando por los despidos directamente. No al menos en los datos de agosto. La caída de ocupados se centra en actividades relacionadas con el sector servicios y no con la industria. "La subida del paro de la educación no tiene nada que ver con la inflación ni la energía. Tampoco la construcción, que se ha sometido al rigor climático de este verano", explicaba Pérez Rey. El Gobierno sí admite que el contexto de incertidumbre es un "toque de atención", pero que las empresas cuentan con mecanismos de flexibilidad interna para poder hacer frente a situaciones temporales.

El problema añadido de la cogeneración

La parada forzosa en el sector industrial se refleja en sus datos de consumo energético: han reducido su gasto en electricidad un 11% y en un 32% en gas. Ni en el peor momento de la pandemia se registró una caída tan abultada en el caso del gas. Menor consumo energético significa menor producción y en algunos casos, como estamos viendo, algunos nuevos ERTEs. Pero no es la tónica generalizada.

Parte de este retroceso del consumo del gas en la industria se explica por el propio diseño de la llamada excepción ibérica. Las plantas de cogeneración asociadas al sector industrial han quedado fuera del mecanismo de compensación del tope al gas. Empresas de muy diferentes sectores como Chorizos Palacios, El Pozo, Central Lechera Asturiana, Damm, Nestlé, Torras Papel, Pamesa, Repsol o Aena invirtieron en su día en estas instalaciones que generan calor quemando gas y también electricidad. Los kilovatios que sobran se pueden verter al sistema eléctrico pero a un precio limitado por el tope al gas.

Ahora dos de cada tres de estas plantas no están funcionando, según la asociación que las agrupa, ACOGEN. De ahí el menor consumo de gas en el sector industrial: la parada de la cogeneración. Muchas empresas han optado por comprar directamente al mercado la energía que les hace falta en lugar de generarla ellas mismas. El sector lleva dos meses pidiendo sin éxito que se les incluya en el mecanismo de compensación del gas que sí reciben las centrales de ciclo combinado.

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