"Giro copernicano". "Impactante". El Gobierno sigue recurriendo a estas expresiones para hablar de los efectos de la reforma laboral en el mercado de trabajo. Este ha sido el primer verano para poder ver si los cambios funcionaban a la hora de reducir la temporalidad del empleo. Después de los decepcionantes datos de julio, agosto se ha comportado como casi todos los agostos. ¿Eso es bueno? La respuesta no es sencilla.
"Ha sido un verano normal como los previos a la pandemia en los que la estacionalidad marcaba la destrucción al final del verano", explica José Ignacio Conde Ruiz, profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Ahí no ha habido cambios, el mes pasado se saldó con 190.000 ocupados menos. De hecho, el 31 de agosto se dio de baja a 320.000 trabajadores en la Seguridad Social. En cifras netas --altas menos bajas-- el saldo fue de -273.000 ocupados menos en un solo día.
"Cuando miras los movimientos diarios de afiliación, todavía muy pronunciados, es como volver a ver el viejo patrón del mercado laboral", analiza Miguel Ángel Malo, profesor de Economía en la Universidad de Salamanca. "Pero creo que se juntan varios factores a la vez. Hay que tener precaución a la hora de sacar conclusiones". Coincide con este análisis, Luis Puch, catedrático de Análisis Económico en la Universidad Complutense. "Tantas bajas en un solo día (el 31 de agosto) desde luego es muy mala señal, pero es difícil separar los efectos que contribuyen a esa cifra".
Las empresas podrían estar anticipando un otoño malo y ajustando plantillas antes de tiempo. "¿Para qué prolongar en septiembre un contrato si ya estás pensando que no va a ser un buen mes? Las empresas podrían estar tomando decisiones de restricciones de contratos que con otro horizonte económico más despejado no tomarían", sostiene Malo.
La explicación del Gobierno es que, aunque agosto ha entrado dentro de las "pautas normales" del comportamiento del mercado de trabajo, se está mejorando la estacionalidad gracias a los efectos de la reforma laboral. Este argumento se refleja, sobre todo, en la contratación.
El 40% de todos los contratos registrados en agosto fueron indefinidos. Antes de la reforma laboral lo normal habría sido no llegar ni al 10%. Está ganando peso este tipo de contratos fijos (donde se incluyen los fijos discontinuos) y pierden protagonismo los temporales. "Solo se registraron 777.000 de este tipo de contratos más precarios. Es la menor cifra de contratación temporal de toda la serie histórica desde el año 1998", apunta Miguel Ángel Malo.
Aun con esta caída, por cada indefinido se hacen 1,5 temporales. "La reforma iba detrás de limitar este patrón y habrá que ir profundizando en los datos para ver si afecta a ciertos ámbitos de la temporalidad y a otros no", sostiene este profesor.
La comparativa con el año pasado muestra el cambio en el patrón de contratación. Hasta agosto de este año se habían realizado 4.474.581 contratos por tiempo indefinido. En el mismo periodo del año 2021 fueron 1.241.392. Sin embargo parece que el crecimiento se ha estabilizado y es posible que ahora entremos en una fase con avances más modestos en la contratación fija.
Aún así el cambio es notable. "La calidad del empleo sigue mejorando marcando máximos de afiliados con un contrato indefinido", valora Conde Ruiz. “No hay ningún sector inmune o incompatible con las reglas de estabilidad de empleo”, defendía el secretario de Estado de Empleo, Joaquín Pérez Rey. Incluso en las actividades donde se pensaba que la estabilidad del empleo era complicada, por la propia naturaleza del trabajo, "están demostrando lo contrario", según el Ejecutivo.
"La estacionalidad sigue existiendo. No sólo es una cuestión de cómo las empresas contratan a los trabajadores, sino también cómo se desarrolla la actividad económica de las empresas", explica Alfonso Arellano de BBVA Research. "Aquellas empresas que tienen una actividad económica estacional, como los hoteles, seguirán demandando empleo de forma estacional, a pesar de los cambios que se produzcan en la forma de contratar vía reforma laboral: bien a través de un contrato temporal, bien a través de un contrato fijo discontinuo."
Esta última modalidad de indefinido ha ido ganando peso en la contratación: un tercio de los contratos estables de agosto fueron fijos discontinuos. La temporalidad ha mudado a esta modalidad con más seguridad y prestaciones para el trabajador.
Los ochos meses de vigencia de la reforma laboral todavía son pocos para sacar grandes conclusiones y todavía más complicado en un contexto como el actual con una crisis energética de telón de fondo. "Es prematuro hablar de los efectos de los cambios, sobre todo si comparamos con años inmediatamente anteriores porque estuvieron muy condicionados por la pandemia", opina Arellano. "Todo lo que estamos observando es necesario confirmarlo en los próximos meses".