Los problemas del negocio del fútbol que empujaron y frenaron la idea de la Superliga
Los clubes grandes quieren quitar el control de los ingresos a la UEFA y asegurar inversiones comerciales a largo plazo
El fútbol moderno se basa en los ingresos comerciales que se logran con gran exposición mediática, figuras y triunfos
Si el rendimiento de los equipos se iguala, los grandes ven amenazados sus ingresos
La Superliga ha sido un intento de quitarse de en medio a la UEFA y a la FIFA. Es decir, a las asociaciones de federaciones que manejan el fútbol de manera bastante oscura desde hace años y que tienen algunos de sus miembros condenados por corrupción. Esas federaciones son las que rigen el fútbol en cada país y organizan los grandes campeonatos: ligas, Champions, Eurocopa o Mundial. Son entidades privadas, pero realmente tienen una dimensión pública por la trascendencia de los eventos y su contacto con la política.
Para que haya ligas y Champions tiene que haber clubes y para que haya mundiales o eurocopas tiene que haber selecciones. Y por supuesto, tiene que haber jugadores que son pagados por los clubes de fútbol. ¡Ah!, y aficionados, que son los que al final pagan la fiesta comprando entradas, partidos para ver por la televisión o camisetas y otros productos. Lo que pasa es que los seguidores no están organizados como entidad y lo que les queda es solo la protesta o dejar de pagar. Es el mercado, amigo.
MÁS
¿Cómo es el negocio del fútbol?
Los clubes son el motor del mercado. Ellos toman las decisiones que desencadenan las fluctuaciones de valor. Tienen que pagar por fichar a los jugadores de otros equipos y además les tienen que pagar el sueldo. Han de invertir en sus instalaciones y en el personal necesario para que todo funcione. Son los que asumen el riesgo de que la cosa vaya bien o mal. Los ingresos los obtienen de tres fuentes: lo que las televisiones les pagan para poder retransmitir sus partidos, lo que pagan los aficionados por ver sus partidos en el estadio y los ingresos comerciales. El reparto de esos ingresos entre los 5 grandes del mundo (Barcelona, Real Madrid, Manchester United, Bayern Munich y PSG) fue en 2019 de: taquilla 17,4%, televisión 32,8%, comercial 49,8% (media de los cinco, según los datos de Deloitte).
Queda claro que los ingresos comerciales son la clave del fútbol moderno y son los que se han multiplicado en los últimos años. Ahí dentro podríamos incluir los acuerdos de patrocinio, los publicitarios, venta de camisetas, entradas a museos del club, explotación de los estadios… Todo lo que se nos ocurra para sacar dinero en torno al fenómeno de nuestro equipo, bien sea relacionado con nuestros jugadores, nuestro entrenador, nuestra historia o nuestro campo. Todo vale, así que hay que echarle imaginación. Y se le vende a todo el mundo, claro. Por eso hay que intentar que las marcas sean mundiales.
¿Cómo se reparten los derechos de televisión?
En España, los derechos de televisión del fútbol se vendían por separado hasta 2015. Cada equipo negociaba individualmente y se llevaba el dinero que alguien estuviera dispuesto a pagar. Esto provocó la conocida como guerra del fútbol. Dos operadores de televisión competidores empezaron a comprar los derechos de los diferentes equipos, lo que hizo que media liga fuera de uno y la otra media del otro. Esto provocó “alarma social” y el Gobierno tuvo que intervenir para poner orden. Eso para los que aun piensen que el fútbol no tiene nada que ver con el poder político.
Pero ese orden no se terminó de poner hasta el Real Decreto-ley 5/2015 que dictó las nuevas normas: se pasa de ventas individuales a venta colectiva de toda la Liga y reparto equitativo y por méritos deportivos. Hasta ese momento, los dos grandes (Barcelona y Real Madrid) obtenían más que ningún otro club del mundo por ese concepto: 140 millones de euros en la temporada 2013/14. Esto era posible porque el tercero que más ganaba era el Valencia con 46 millones y el cuarto el Atlético de Madrid con 44. Y así hasta el Rayo Vallecano que obtenía 18 millones. Lo que venía siendo una liga compensada, vamos.
Los que no eran los dos grandes se hartaron y presionaron para que se vendieran los derechos de forma conjunta. Los ingleses ya lo estaban haciendo y su resultado era espectacular: en esa misma temporada lograron ingresar 1.876 millones por los 755 de la liga española, lo que suponía que todos los clubes ingleses ganaran más por ese concepto que el tercero de la liga española. Con el nuevo Real Decreto, todos los clubes reciben a partes iguales el 50% de los derechos y el resto se reparte en función de sus resultados. Es normal que desde entonces el Barça y el Madrid no estén contentos: se les acabó su anterior situación de privilegio. Creen que ellos generan el mayor interés y se llevan muy poco. Las audiencias de televisión avalan su postura.
¿Cómo se maneja el dinero de la Champions?
La UEFA es quien controla el dinero de la Champions y se lo reparte a los clubes de manera equitativa según resultados. Es la que negocia los derechos de televisión de manera conjunta y también quien cierra acuerdos con los patrocinadores. Ahí los clubes no pintan nada, más allá de reunirse como asociación europea de clubes (ECA) con la UEFA para presionarla. Eso molesta mucho a los grandes porque entienden que no reciben lo que deberían y querrían obtener más. Aún así, hay que destacar que el ganador de la Champions de la temporada 13/14 (Real Madrid) recibió 57,4 millones de euros por ganarla y en las 2018/19 el Liverpool percibió el doble (111 millones). Es decir, se ingresa mucho más, lo que apunta que el negocio funciona, pero los clubes quieren tener el control.
¿Cuánto ingresan los equipos por taquilla?
Hubo un tiempo en que los clubes de fútbol vivían de lo que pagaban los socios o abonados principalmente. En la actualidad ese ingreso ronda solo el 15 o 20% de los ingresos totales de los grandes clubes. Obviamente no es una cantidad desdeñable, en el caso del Barcelona supusieron 159 millones en la temporada 2018/19 y en el del Madrid 144 millones, según Deloitte. En la temporada pasada, esos ingresos se redujeron por culpa de la pandemia a 126 millones en el caso del Barcelona y 108 millones en el del Madrid. Y en la presente temporada, lo datos, obviamente serán mucho peores porque las puertas no se han abierto en ningún momento.
La suerte para los clubes es que ese ingreso se recuperará en cuanto termine la pandemia. Sin embargo, hay otro problema añadido: tienen difícil crecimiento salvo que te cambies de estadio, subas el precio de los abonos o explotes comercialmente algunas localidades VIP. La mayor parte de los grandes han hecho remodelaciones o cambios de estadios buscando arañar más dinero. Pero no es sencillo. Florentino Pérez cree que es porque hay pocos partidos atractivos en su estadio a lo largo del año: “Juegan mucho contra Cádiz, Getafe o Eibar y poco contra Chelsea, Liverpool o PSG”, se ha oído mucho estos días. El fútbol moderno está diseñado para que veas el partido por la tele. Solo los muy fieles van al estadio y de esos, un porcentaje muy pequeño sigue a “su equipo” a otros campos. Ya casi no salen entradas a la venta, se intenta tener todo vendido a principio de temporada. Tiene que haber una novedad importante para que la gente quiera pagar más por ir al estadio.
¿Cuáles son los ingresos comerciales del fútbol?
La explotación comercial es lo que define el futbol moderno y cambia el planteamiento de los clubes. Para que se hagan una idea, esos ingresos suponen el 57% del total para el PSG, el 54% para el Bayern, el 47% para el Madrid o el 46% para el Barcelona. Estamos hablando de entre 350 y 380 millones por club cada año. Eso es lo que pagan los patrocinadores por que se vea su marca en la camiseta de Messi o por poner su nombre al estadio, o por lo que usted se imagine para ligar la marca de la empresa a la de un club de fútbol. Los equipos se convierten en un soporte publicitario. Para que esas cantidades sigan creciendo y no bajen es fundamental llegar a un mercado mundial y que el equipo cotice al alza. El temor de los grandes es que no les vaya bien durante algunos años y su mercado se reduzca. Y eso puede pasar si su equipo pierde o si no tiene a los mejores jugadores como reclamo. Hay que tener en cuenta que ya no estamos hablando de un mercado compuesto por los aficionados de tu ciudad, ni siquiera de tu país. Hablamos de un mercado mundial en donde lo que buscas es que tu camiseta se venda por todo el mundo porque esta de moda. Y por eso se sacan hasta cuatro diseños diferentes al año y los equipos juegan de todos los colores posibles. Hay que vender todo lo que se pueda y eso implica también a UEFA, FIFA, Liga y RFEF, que se llevan el Mundial a Qatar, la liga a Miami o la Supercopa a Arabia Saudí. Al mejor postor.
¿Quiénes son los dueños de los clubes de fútbol?
La mayor parte de los grandes equipos pertenecen a sociedades anónimas y algunas incluso cotizan en bolsa. Los propietarios son los que controlan la mayor parte de las acciones, como en cualquier sociedad. En el fútbol moderno, se estila que el propietario sea un magnate que ha hecho su dinero en Rusia o en los países árabes o en Estados Unidos. En España, los dos grandes siguen siendo clubes y no sociedades anónimas. Se rigen por sus estatutos y tienen elecciones para que sus socios elijan a su presidente. En el caso del Barcelona, el cambio en la presidencia es habitual. En el del Real Madrid, las condiciones para acceder son tan complejas y los resultados de Florentino Pérez son tan buenos que no tiene rival hasta ahora. Que los propietarios sean muy ricos no es garantía de éxito. Hay casos como los del Málaga o el Valencia que han terminado mal. Otros como los del City o el PSG que no han logrado aún los resultados esperados. Pero lo que sí aseguran esos propietarios es mucha más capacidad de financiación
¿Cómo se controla el gasto de los equipos?
Tanto la UEFA como la Liga han establecido unos controles en los equipos que implican que no pueden gastar más de los que ingresan (con un cierto margen de maniobra). La UEFA obliga a que los sueldos de los jugadores no superen el 70% de los ingresos del club. También que las pérdidas no superen los 30 millones de euros en un periodo de 3 años. Se intenta de esta manera evitar quiebras que impliquen situaciones complejas incluso desde el punto de vista social y político. También se trata de asegurar la igualdad de condiciones y que la competición no se adultere con financiaciones externas. Puedes fichar hasta un límite y si quieres fichar más, tienes que vender. El problema es que se sospecha que algunos clubes (los que son propiedad de los magnates) obtienen inversiones extra a través de operaciones poco transparentes, como por ejemplo los contratos de patrocinio con empresas cercanas a los propios dueños del club o la compra masiva de camisetas o material de merchandising sin control. La sombra de la extra-financiación ha sobrevolado al Manchester City y al PSG en los últimos años.
¿De qué depende el éxito del negocio?
Y todo este mega negocio al final depende de que la pelota entre en la portería. Los grandes clubes saben que cada año van a seguir en la elite. Tienen las mejores plantillas gracias a que cuentan con los mayores ingresos. Pero el fútbol es tan caprichoso como el destino y depara sorpresas. Existen las lesiones, el cansancio por la acumulación de partidos, las bajas formas, los partidos de las selecciones que te quitan efectivos, la suerte, las rachas, los árbitros, el VAR, el tiempo, la hierba, las aficiones gritando, las tarjetas rojas y amarillas, las enfermedades, el coraje y el corazón de los equipos, las tácticas… Las variables son demasiadas como para que el negocio sea fiable, así que habrá que hacerlo lo más fiable posible. Los grandes clubes se muestran contrariados cuando tienen que ir al campo de un 2ª B a jugar la copa. Y si encima te ganan y te eliminan, ni te cuento. A las grandes estrellas no les apetece nada la acumulación de partidos contra equipos “mediocres” que se cierran atrás, que dan patadas y les echan el aliento, que embarran el campo pequeño y, en definitiva, no les dejan jugar a gusto. Ese partido es una fiesta para el modesto, pero un suplicio para el grande y sus aficionados. Eso es el futbol antiguo y está reñido con los nuevos tiempos. Cuanto más se eliminen las variables que no se controlan, mejor para el negocio.
¿Cuál es la situación del Real Madrid y el Barcelona?
Barcelona y Real Madrid han dominado la elite del futbol mundial en los últimos años. Los dos clubes han ido repartiéndose títulos y estrellas mundiales sin que nadie en el orbe futbolístico les haya podido frenar. Pero ahora sus estrellas se han apagado y la renovación de las plantillas no ha resultado como se esperaba. Los dos equipos tienen un nivel de endeudamiento elevado y los ingresos se han visto reducidos por la pandemia. Solo hay dos opciones: apretarse el cinturón o buscar nuevos ingresos. La primera les dejaría en una situación de debilidad frente a esos otros clubes propiedad de millonarios que tienen mayor capacidad para financiarse y supondría que no pueden hacer fichajes sonados que les permitan vender camisetas y patrocinios y que los lleve a ganar los grandes torneos. De hecho, este año Madrid y Barcelona pueden quedar cuartos en una liga muy igualada. Igualmente, este año el Madrid ha estado a punto de no pasar de la fase de grupos de la Champions y el Barcelona fue eliminado en la primera eliminatoria. Con menos dinero y peores plantillas, todo se complica.
¿Qué buscaba la Superliga y por qué no ha triunfado?
¿Cómo arreglar todos los problemas expuestos? Creando una competición en la que los grandes se aseguren que se clasifican siempre, en la que el control de la negociación de derechos y reparto de ingresos la hacen los clubes, en la que focalicen todo el interés mundial, en la que los patrocinadores puedan invertir con seguridad a largo plazo sabiendo que el equipo que elijan siempre va a estar entre los mejores. La Superliga: un negocio seguro. La cuestión es que no todos tienen los mismos problemas. El Bayern de Munich tiene un diseño diferente. La mayoría accionarial reside en el club y en sus socios y tiene tres empresas con un porcentaje minoritario (Adidas, Audi y Allianz). Aunque el club hace grandes fichajes, sus dirigentes creen más en desarrollos a largo plazo e incluso en reducir costes si es necesario con la confianza de que su solidez se mantendrá igualmente. De hecho, el club no tiene rival en Alemania y suele estar entre los mejores de Europa cada año. Por eso el Bayern no ha querido romper el statu quo actual y simplemente dice: Si hay menos ingresos, tiene que haber menos gasto. Esa postura, las presiones de la UEFA y la FIFA, la reacción del poder político y la rebelión de algunas aficiones han herido de muerte la iniciativa. ¿De muerte? Veremos.