Desde muy pequeño, a Ernesto Pastor le dijeron que si quería ser alguien en la vida tenía que irse de allí. Allí era Sigüenza, en Guadalajara. En esa localidad de 4.000 habitantes no tendría futuro, insistían. El mantra de la emigración le acompañó durante toda su infancia. Pero para marcharse necesitaba estudios. Y eso hizo: estudió. En la Universidad de Alcalá de Henares obtuvo el título de Ingeniero de Telecomunicaciones y tras sacar una oposición acabó trabajando para el Ministerio de Economía en la Inspección de Telecomunicaciones. Así que hizo las maletas y se fue de allí. A Teruel.
La España vacía es su mundo. Este alcarreño de 36 años intenta que ese país despoblado que tan bien conoce esté, al menos, conectado. Trabaja a diario para que las operadoras den servicio a aldeas donde apenas queda nadie. Su contribución, sin embargo, ha ido más allá: ha puesto en el mapa el territorio más despoblado dentro de la España vacía.
Su iniciativa Montañas Vacías pone la lupa sobre una extensión de 6.585 kilómetros cuadrados, (el doble que la de Bélgica) pero con una densidad de población de 7,34 habitantes por kilómetro cuadrado, similar a la de Laponia o las Highlands escocesas. Se la conoce como la Laponia española.
Esa Laponia sin auroras boreales es la Serranía Celtibérica y toca a diez provincias (Teruel, Guadalajara, Cuenca, Soria, Zaragoza, Burgos, La Rioja, Segovia, Castellón y Valencia). Comprende el 13% de la superficie española. Por sendas y cañadas, Ernesto Pastor propone un recorrido en bicicleta de 680 kilómetros que ha despertado el interés de ciclistas de toda Europa.
Demográficamente, a Laponia le ocurre lo mismo que a la España Vacía, que no es toda igual ni homogénea, y si afinamos el foco hay lugares donde la cosa cambia. A peor. La Laponia finlandesa apenas llega a los 2 habitantes por kilómetro cuadrado. En los Montes Universales, (un área tan grande como la isla de Mallorca) no se alcanzan los 0,9 habitantes por kilómetro cuadrado. Un auténtico desierto demográfico. “Si llegas a un pueblo que crees que tiene cien habitantes, hazte a la idea de que puedes pasarte otros cien kilómetros sin ver a nadie”, dice Ernesto. Pura estadística.
Es el efecto de la ‘demotanasia”, el proceso por el que debido a acciones (u omisiones) políticas se provoca la desaparición de la población de un territorio. Esa es la denuncia incluida en el Manifiesto de la España Vacía, que reclama atención “por justicia social”. “Es imprescindible para el equilibrio territorial, social y económico del país”, señalaron el pasado 31 de marzo en una gran marcha celebrada en Madrid. En dicho manifiesto, denunciaban que “un territorio sin hombres y mujeres no es sostenible. Se degrada irremediablemente, y perdemos todos”. Apuntaban, además, dos datos: 26 capitales de provincia pierden población. En el 70% de la superficie de España viven sólo 4 millones de personas.
Con este paisaje social, la ruta ciclista que propone Montañas Vacías –inspirada en otras clásicas europeas como la CAT 700 o la Torino-Niza Rally- se estructura en cinco sectores, con Teruel como punto de partida y llegada. Transcurre por parajes ‘demotanasiados’, “remotos y fríos, pero que esconden lugares y gentes que merecen ser conocidos”, dice Ernesto. Se refiere a la Sierra de Albarracín, el nacimiento del Tajo, la serranía de Cuenca, la sierra de Javalambre o la de Gúdar. “Quiero poner en valor que esta zona merece la pena” como destino turístico y lugar donde vivir. Pero, sobre todo “pretendo que la propia gente de la zona valore lo que tiene” y sienta el orgullo por su paisaje y su territorio.
Pastor desea que su ruta sea un antídoto contra cierto victimismo que percibe en algunos sectores de la España vaciada. ”Igual tenemos que levantarnos y hacer cosas”. El atractivo que para un español tienen los paisajes de Georgia o la Patagonia –recuerda Ernesto- lo tiene la serranía de Cuenca para muchos europeos. Ernesto reconoce la contradicción de reclamar mayor visibilidad y atención de las administraciones y al mismo tiempo luchar por preservar intacto el paraíso casi secreto en el que vive. Ni reclama ni quiere ayuda institucional para sus Montañas Vacías. “No quiero convertirla en el Camino de Santiago”. Él mismo lleva escobas y recogedores a los refugios, para mantenerlos limpios. “Esta ruta es como una página en blanco. Tenemos que hacerlo bien desde el principio”.
Por eso, se echó a temblar (de miedo y orgullo) cuando dos de las estrellas más carismáticas del ciclismo mundial, los belgas Thomas De Gendt y Tim Wellens, se interesaron por su ruta. Los dos componentes del equipo World Tour Lotto Soudal han elegido las Montañas Vacías para su locura anual, su #Breakaway2 (la escapada) con la que ponen punto final a la temporada y que miles de fans de todo el mundo siguen a través de las redes sociales. Ellos descubrieron el recorrido después de que la revista más renombrada de cicloturismo, bikepacking.com, se hiciera eco de la ruta y le diera su primer impulso. El mal tiempo y los problemas de salud les ha hecho recortar la ruta dos días.
Desde que De Gendt y Wellens anunciaron en julio que afrontarían el desafío de las Montañas Vacías, decenas de belgas han aterrizado en Teruel para conocer la ruta. Para ellos, el paisaje deshabitado resulta todavía más impactante: Bélgica, con 352 habitantes por kilómetro cuadrado, es el tercer país más dénsamente poblado de Europa. Ante ellos, la aventura.