El tenis español despide a uno de sus grandes nombres de los años 80 y principios de los 90. Juan Aguilera Herrera, quien llegó a ser el número siete del mundo y conquistó cinco títulos ATP, ha muerto durante la madrugada de este martes a los 63 años, tras una larga enfermedad.

Nacido en Barcelona el 22 de marzo de 1962, Aguilera será siempre recordado por su talento en la pista y su carácter cercano fuera de ella. Su mayor hazaña deportiva tuvo lugar en 1990, cuando derrotó a Boris Becker en la final del torneo de Hamburgo con un contundente 6-1, 6-0 y 7-6.

Más allá de los números, Juan Aguilera dejó huella en el circuito por su carisma y su estilo elegante de juego, con un revés cortado a una mano que aún perdura en la memoria de muchos. Su mejor resultado en un Grand Slam fueron los octavos de final de Roland Garros en 1984, donde cayó ante Mats Wilander, con quien más tarde entablaría una gran amistad.

En su círculo cercano estaban figuras como Jordi Arrese, Carlos Costa, Marc Górriz, Álex Corretja, Fernando Luna, Martín Jaite y Diego Pérez. Su entrenador en la final de Hamburgo, Tito Tous, también fue parte de ese grupo. Muchos de ellos pudieron despedirse de él en sus últimos días, compartiendo anécdotas a pesar de que Aguilera ya debía usar una mascarilla.

Apasionado del tenis y la guitarra, Juan compartió su vida con la también tenista Alicia Ordiñaga y tuvo una hija, Itziar, quien mantendrá vivo el apellido Aguilera. Sus 63 años los vivió con felicidad, y su última voluntad fue sencilla pero simbólica: tomarse una cerveza bien fría.

Colgó la raqueta en 1991 con un balance de 146 victorias y 141 derrotas, después de sumar siete triunfos ante jugadores del 'top 10'. Hoy, el tenis español pierde a un referente discreto, pero su legado seguirá vivo en la memoria de quienes le vieron jugar.

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