Manuel Ruiz de Lopera y sus anécdotas más divertidas: de la fiesta de Halloween a la boda de Joaquín
La trayectoria de Manuel Ruiz de Lopera en el Real Betis Balompié está llena de momentos para la historia del deporte español
El empresario se mantuvo al frente del club andaluz entre 1992 y 2006, llevando al conjunto a ganar una Copa del Rey y jugar en Champions
Manuel Ruiz de Lopera: una vida de devoción y amor al Betis entre polémicas y problemas con la Justicia
La vida de Manuel Ruiz de Lopera, fallecido a los 79 años, no se entiende sin su devoción al Jesús del Gran Poder y su ferviente amor por el Real Betis Balompié, donde se mantuvo al frente como presidente durante más de una década. Catorce años, en total, de 1992 a 2006, en los que dejó todo tipo de anécdotas que hoy siguen resonando para desatar más de una carcajada.
“Yo soy diabético, es decir, dos veces bético”, pregonaba a los cuatro vientos ‘Don Manuel’, que dio su salto mediático cuando a su faceta como empresario añadió la de dirigente deportivo del club de sus amores.
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Siempre con dos pines en su chaqueta, el del Betis y el del Gran Poder, en ella solía llevar también los bolsillos llenos de estampitas. A unas se aferraba cuando se encomendaba al Señor para pedirle un gol de los verdiblancos. A otras cuando el rival atacaba el feudo del conjunto andaluz, pidiéndole al cielo que le salvaran y ese balón no entrase en la portería.
Quienes compartieron etapa con él no tienen dudas: Lopera era un tipo singular y con una personalidad muy particular que jamás dejaba indiferente a nadie. Lo saben los que eran cercanos a él, y también los que estaban en las antípodas, como José María del Nido, el que fuese su homólogo en el eterno rival como presidente del Sevilla entre 2002 y 2013.
“Estábamos en la UVI”
Los primeros pasos de ‘Don Manuel’ en el Betis ya prometían. Una de sus intervenciones más recordadas la protagonizó en 1994, cuando rodeado de una apasionada masa de aficionados, desde un balcón del Benito Villamarín celebraba el ascenso del equipo: “Estábamos en la UVI, nadie daba un duro por nosotros. ¡Yo os entrego a ustedes un Betis libre, limpio, en Primera, de ustedes! ¡Viva el Betis!”, exclamó, mientras todos los béticos congregados en las inmediaciones jaleaban cada una de sus frases en medio de la euforia.
Exaltado, fueron esos los comienzos de un presidente que llevó al equipo a ganar la Copa del Rey en 2005 y a jugar la Champions League por primera vez en su historia en la temporada 2004-2005 tras quedar cuartos en Liga. Fue ese el momento álgido del club, que a partir de ahí empezaría una caída libre hasta descender posteriormente a Segunda al tiempo en que sobre Lopera se cernía la sombra de la Justicia, con múltiples litigios, investigaciones de Hacienda y condenas por diversos delitos derivados de una gestión irregular.
Sus causas en el banquillo, unido a los malos resultados, terminarían por sentenciar su adiós como presidente del Betis en 2006, pero hasta entonces continúo protagonizando momentos para el recuerdo, con una anécdota tras otra.
Cenizas en un bote de melocotones y un tetrabrik de leche
Una de las que más se recuerdan es la que se produjo cuando un aficionado bético se presentó a las puertas del estadio con las cenizas de su padre. El propio Lopera contó que su intención era satisfacer la última voluntad del progenitor, que no era otra que seguir viendo jugar a su Betis.
El problema, en ese punto es que el aficionado llevaba las cenizas en un bote de cristal de “melocotones en dulce”, por lo que los agentes de seguridad no le dejaban acceder al estadio. Y ahí fue donde Lopera intervino sugiriéndole varias opciones. Entre ellas, la que realmente se produjo: que cambiase las cenizas de sitio para llevarlas en un tetrabrik de leche (que, por cierto, llevaba sello andaluz).
Tras este episodio, el expresidente bético asegura que el aficionado lo buscaba con la mirada en el palco cada vez que el conjunto andaluz anotaba un tanto, levantando las cenizas de su padre.
Las peleas con Del Nido, la “sábana pintarrajeá” y el busto de Lopera en el estadio
No hay Liga sin un buen derbi y el del Betis con el Sevilla siempre ha sido uno de alta tensión. Más aún cuando ya en los prolegómenos del encuentro se producía un auténtico ‘choque de trenes’ como el que ilustraban Manuel Ruiz de Lopera y José María del Nido, inmersos en un eterno cruce de declaraciones para cargar contra el rival.
En una ocasión, y tras levantar el Betis la Copa del Rey, trofeo que Lopera se encargó de exhibir por todas partes, no dudó en dar cuenta de esto último para criticar la bandera que creó el Sevilla con motivo de su centenario, en 2005: “Nosotros paseamos un título y otros una sábana 'pintarrajeá’”, dijo, en referencia a la bandera.
Pero más sonado todavía fue cuando plantó su busto en pleno estadio, justo detrás de Del Nido, en un gesto de venganza que quedó para la historia.
Concretamente, todo se produjo porque con motivo del centenario del Betis, se decidió que el club iba a otorgar un ‘Monumento a la Afición’ a todos los rivales en la sala de trofeos, junto a un busto de Lopera. Sin embargo, el Sevilla se negaría a recibirlo, y aquel febrero de 2007 en que se contextualizan los hechos volvería a desencadenar la fricción entre los dos clubes.
La decisión de Lopera fue contundente: prohibió la entrada al palco del estadio a José María del Nido, pero tras mediar la RFEF y la Junta de Andalucía, las cosas se calmaron… relativamente.
Cunado Del Nido llegó al palco del Villamarín, Lopera se vengó poniendo su busto justo en el asiento de detrás de Del Nido, algo que no dejó de ser captado por las cámaras.
La famosa fiesta de Halloween
Entre todas sus historias, si una de ellas fue mítica también, fue la de la famosa fiesta de Halloween de los jugadores del Betis. Nada más y nada menos que en la casa del siempre alegre Benjamín Zarandona, con ilustres como Joaquín Sánchez y sin faltar Denilson de Oliveira, --que llegó al Betis como el fichaje más caro del fútbol mundial hasta el momento, en 2005--, los jugadores del conjunto andaluz protagonizaron una sonada fiesta.
Con una multitud de jugadores congregados en el domicilio del hispano-ecuatoguineano y múltiples invitados, aquella noche del 31 de octubre de 2001 buena parte de la primera plantilla se iba a dar un homenaje por todo lo alto. O así lo preveían hasta que, de repente, en escena entró Manuel Ruiz de Lopera, ‘Don Manuel’, que no dudó en presentarse repentinamente en el domicilio tras haber pedido al que en ese momento era el entrenador, Juande Ramos, que le acompañase a un sitio…
Corriendo y subiendo las escaleras como un loco, según ha relatado el propio Joaquín en diversas ocasiones, Benjamín dio la voz de alarma: el presidente del Betis acababa de presentarse en casa con el entrenador en plena fiesta de los jugadores a 48 horas de un partido contra el Zaragoza. Como consecuencia, “se armó la de Dios”.
Varios jugadores trataron de ocultarse, con el momento más sonado protagonizándolo Denilson, que cuentan que intentó escaparse saltando por la ventana.
Supuestamente, Lopera contaba que cuando le dijo a Juande Ramos de ir a un sitio le preguntó si sabía bailar. Le respondió que no, a lo que el presidente le dijo que ‘ahora iba a aprender’. El resto… ya es historia en el anecdotario del deporte español.
El detective privado de Joaquín y su ‘fichaje’ por el Albacete
Como no podía ser de otro modo, igualmente varias de las anécdotas de Lopera están escritas junto al también inmemorable e imborrable paso de Joaquín Sánchez por el Betis, también el equipo de su vida.
Consagrada como una estrella del club, con su explosión Lopera no dudó en asignar al jugador un ‘detective privado’ para vigilarle de cerca. Consciente de su talento, pero también de su alegría, su juerga y su ‘salero’ característico, el expresidente bético quería tener controladas sus salidas. Joaquín, alma de la fiesta en cualquier vestuario, apenas tenía 20 años y estaba en el primer equipo.
Desde aquello, el nacido en el Puerto de Santa María no dejó de crecer y su trayectoria futbolística pronto pondría su nombre en la órbita de grandes equipos. Entre ellos, estuvo cerca del Real Madrid, pero finalmente fue el Valencia CF en el que acabaría recalando en 2006, tras la etapa más laureada en el Betis.
Ese fichaje, no obstante, no estuvo exento de sobresalto: a Lopera no le gustó que pensase en que había cumplido un ciclo y debía marcharse. Por eso, ante la oferta del Valencia, se le ocurrió plantarle encima de la mesa una cláusula que incluía en sus contratos en las que, teóricamente, podía obligarle a ir al club que él quisiera, y no se le ocurrió otro que el Albacete, de Segunda.
Básicamente, le dijo que el club quería que fichase por ese conjunto, añadiendo además que ellos también visten de blanco. Le dio 24 horas para presentarse en Albacete o de lo contrario hacer frente a una cuantiosa multa, por lo que el jugador se presentó allí ante la sorpresa de todos los que le vieron aquel día. Cuando llegó, con todos sorprendidos, apenas había un vigilante de seguridad que certificó que se había presentado. Después, tras llevarse el cariño de todos los que encontró, regresó y finalmente… acabó fichando por el Valencia.
Lopera y su irrupción en la boda de Joaquín
Por último, otra anécdota para el recuerdo fue la que Lopera protagonizó en la boda de Joaquín. Continuando con su exhibición por todas partes, al que fuese presidente del Betis no se le ocurrió otra cosa que presentarse allí, en plena iglesia y en pleno enlace del jugador con Susana Saborido, orgulloso con su flamante Copa del Rey.
La imagen no pasó desapercibida y, de hecho, acaparó y robó cierta atención a los recién casados. De hecho, bromeando, como siempre, Joaquín asegura que no tiene una foto de la boda en la que no salga el trofeo que el Betis de Lopera conquistó.
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