El ejercicio físico explosivo también es conocido como entrenamiento de alta intensidad o por sus siglas en inglés: HIIT (High-Intensity Interval Training). Y es su propia denominación la que da una pista sobre su naturaleza y su objetivo principal, que no es otro que mejorar la fuerza, la potencia y la velocidad. Por esta razón, está enfocado especialmente en la preparación de deportistas y de personas que desean potenciar su rendimiento en actividades donde se requieran ráfagas cortas e intensas de actividad.
Además, este tipo de ejercicio ayuda a perder peso y a mejorar rápidamente el tono físico, de manera que cada vez se utiliza con más asiduidad junto a los habituales ejercicios cardiovasculares –bicicleta estática, cinta, carrera constante…–.
Los entrenamientos HIIT suelen combinar diversas intensidades durante la sesión de trabajo. La estructura más común de una sesión suele ser la siguiente:
En cuanto a la duración de cada sesión, dado el tipo de ejercicio que se realiza, suele ser corta si se compara con los entrenamientos de tipo cardiovascular. Así pues, suelen prolongarse durante media hora, siendo superior o inferior dependiendo de la condición física de quienes se están ejercitando.
Asimismo, hay que apuntar que el HIIT ofrece una gran flexibilidad en cuanto a la elección de los ejercicios y la estructura de los intervalos, de manera que adaptar el ejercicio resulta muy sencillo para quienes definen el plan de entrenamiento. En este punto, es importante tener presente que el ejercicio físico explosivo ha de realizarse con precaución y bajo la supervisión de un profesional cualificado. De ese modo se evitarán lesiones y se controlarán mejor los esfuerzos.
Los beneficios que proporcionan estos ejercicios explosivos son los siguientes: