Selima Sfar, extenista profesional y primera mujer árabe en llegar al top 100 mundial, ha contado a través de una dura entrevista que fue violada durante tres años por el que era su entrenador cuando llegó desde Túnez a Francia en busca de cumplir un sueño: Régis De Camaret.
Todo se remonta 35 años atrás, cuando Sfar era entonces una niña de 12 años que pretendía llegar lejos y hacer historia en el mundo del tenis, un objetivo que le llevó a abandonar su Túnez natal para trasladarse a una escuela de tenis en Biarritz, Francia.
Fue entonces cuando lo que pretendía ser la búsqueda de un sueño se convirtió en una auténtica pesadilla, según ha relatado en declaraciones a L’Equipe.
Apenas unos meses después de su entrada en la academia, fue “en medio de un viaje”, de madrugada, cuando Régis de Camaret empezó a propasarse con ella: “Empezó a tocarme, a hacerme cosas. En ese momento ni siquiera sabía lo que estaba pasando. No entendía nada”, revela, contando que tras los tocamientos llegó la violación.
“Pasó de tocar a violar, muy rápidamente. Cada vez era lo mismo, me quedé paralizada. Duró casi tres años”, ha confesado al medio francés, explicando que se aprovechó de la situación y su superioridad, y que en esos momentos, siendo una niña, no contó nada: “Lo único que sabía era que era uno de los mejores entrenadores del mundo, un pequeño ‘Dios’ del tenis en Francia, y si realmente quería convertirme en campeona, lo necesitaba”, explica, denunciando los hechos.
No fue hasta que cumplió “los 16 o 17 años” cuando dijo basta y se marchó a Burdeos en busca de un nuevo camino en el mundo del tenis, en medio de la rabia, la impotencia y la tristeza.
Tras año y medio allí volvió a marcharse para recalar en Londres, donde finalmente dio un giro a su trayectoria y renunció a tener entrenador, entregándose ella misma de forma disciplinada al deporte que siempre ha amado. Y fue así como llegó al top 100.
Selima Sfar, no obstante, no es la única que ha denunciado a Régis De Camaret. También otras veinte deportistas le denunciaron, provocando su condena en 2014 a diez años de cárcel. “Me llevó 25 años admitirlo ante mí misma y 35 años decirlo públicamente”, ha dicho la tunecina, añadiendo que “lo peor de todos estos años es eliminar la culpa y la vergüenza”, aun siendo ella la víctima.
“Incluso en mi familia algunos me decían por qué no decías que no. Es lo peor que se puede escuchar", ha denunciado, alabando y pidiendo respeto para todas las otras tenistas que dieron el paso de denunciar al que fuese su entrenador.