El éxito de la selección española de fútbol femenino también se hace extensible a otros deportes donde en los últimos años las españolas han conseguido grandes triunfos. Algo que casi se puede considerar un milagro, sobre todo por el menor respaldo con el que cuentan.
Con su bronce en Albertville, Blanca Fernández Ochoa fue la primera española medallista olímpica. Miriam Blasco, en judo, hizo lo propio en los de verano, en Barcelona 92. Comenzaba así una senda de éxito que desde entonces ha acompañado al deporte femenino, como el último oro mundial de María Pérez en 20 kilómetros marcha.
El máximo exponente es Teresa Perales, con 7 oros paralímpicos y 4 mundiales, 49 medallas. Además de sus podios, Susana Rodríguez puede presumir de haber sido portada de la revista Time. Arrasa en el triatlón, como Laia Sanz lo hace a lomos de su moto. 14 veces campeona del mundo de Trial y 6 de enduro.
Fuera de serie, Carolina Marín, que ha conseguido aficionarnos al bádminton. Como Lydia Valentín en halterofilia. Tres medallas en tres juegos olímpicos consecutivos no es baladí. Si nos sumergimos en el agua, Mireia Belmonte sigue siendo referencia, como el tándem Ona Carbonell-Gemma Mengual en la natación sincronizada. Paula Badosa o Garbiñe Muguruza mantienen la potencia del tenis que apuntó Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez.
Sandra Sánchez es la dominadora del kárate mundial. En ese deporte, primer oro olímpico. Los Juegos, de hecho, nos han hecho vibrar con Ana Peleteiro, Maialen Chourraut, como también en los deportes por equipos, en los que las españolas también destacan. Waterpolo, las guerreras del balonmano o en baloncesto, con Laia Palau y Amaya Valdemoro como sus grandes figuras. Triunfos que mantienen las nuevas generaciones, con éxitos sostenidos en categorías inferiores que se plasman después en las absolutas. Tras las alegrías esporádicas de antaño, España, deporte, mujer y triunfo, una combinación ya habitualmente ganadora.